Tradiciones
Se acaba abril y hay que pingar el Mayo
Numerosos pueblos de la comarca de Pinares festejan esta fecha pingando un pino en la plaza gracias a la fuerza y pericia de los mozos
Más pronto o más tarde, pero cuando termina el mes de abril, los pueblos de la comarca de Pinares, entre Burgos y Soria, se preparan para pingar el mayo.
Algunos se adelantan, otros son puntuales con la fecha y hay pueblos que el mayo lo levantan el día de su patrón. Pero la costumbre es, esencialmente la misma.
Se trata de una celebración de la primavera y una exaltación de la fuerza, la pericia y el compañerismo de los mozos del pueblo, que son los encargados de aportar la fuerza bruta para la pingada.
Tras seleccionar en los días previos el mayo que se va a cortar para la pingada, según el pueblo se va a buscar el mismo día de la pingada o se trae de víspera para que dé tiempo a quitarle las ramas y dejarlo pelado hasta la punta, donde se suele clavar una rama y una bandera.
Para pingarlo hay que preparar unas tijeras que se confeccionan con dos pértigas de madera unidas entre sí formando un uve en la cúspide que sirve para encajar el mayo e irlo levantando. Los mozos ocupan su lugar con cada una de las patas de las tijeras, que normalmente son tres aunque depende de la longitud y peso del mayo.
Según vaya ordenando el capataz que dirige la operación, los mozos van levantando y apuntalando la maniobra para que vaya elevándose hasta llegar a la vertical y encajar en el agujero del suelo en el que se han levantado cada año los mayos predecesores. Unas cuñas metidas a presión con golpes de culata de un hacha fijan el mayo para que aguante entre los aplausos de los vecinos del pueblo y los visitantes a los mozos que han desarrollado la operación.
Dependiendo de la hora, los mozos han comido antes o comerán después en un convite de hermandad en el que en muchos pueblos la caldereta de cordero es el menú del día.
El Mayo de Hontoria del Pinar, Fiesta de Interés Turístico
Si bien esta mecánica es poco más o menos la misma en toda la comarca de Pinares, independientemente de si el pueblo es burgalés o soriano, hay una fiesta del Mayo que ha sabido mantener una tradición original, que le ha valido la catalogación como Fiesta de Interés Turístico de Castilla y León.
Se trata de Hontoria del Pinar, la puerta del Cañón de Río Lobos en territorio burgalés donde su fiesta del Mayo tiene la particularidad de que una vez que los mozos han completado la pingada, son las mozas las que toman el protagonismo y, ataviadas con sus trajes tradicionales, bailan alrededor del Mayo.
Este año será el primero que se celebre la fiesta en Hontoria del Pinar con su Mayo catalogado como fiesta de interés turístico, por lo que la localidad burgalesa vivirá un día grande después de varios años reclamando esta distinción.
La fiesta se celebrará este domingo 30 de abril por la tarde. Se espera que sobre las seis de la tarde el mayo entre en el pueblo traído por una yunta de bueyes para dejarlo en manos de los mozos para que comiencen con el proceso de la pingada, que este año será detrás del frontón por las obras en la plaza.
Una vez completada la operación, los mozos dejan paso a las mozas que bailarán en torno del Mayo y se cumplirá un año más una tradición que se recuperó en los años 90 y que sólo se vio interrumpida desde entonces por la epidemia del covid-19.
Después, la fiesta seguirá con la charanga de Los Chones y los mozos recorriendo los bares de la localidad, otra tradición muy extendida en todo Pinares.
Pingada del Mayo en Capiscol
En los años sesenta y setenta del pasado siglo, el despegue industrial de la ciudad de Burgos atrajo a multitud de vecinos que, procedentes del mundo rural burgalés se asentaron en la capital. Muchos de ellos fueron a parar a los barrios de Gamonal y Capiscol, antiguos pueblos absorbidos por la ciudad, en los que los recién llegados de la provincia se reencontraban con sus paisanos.
En Capiscol se asentaron muchos pinariegos y serranos por lo que no tardaron en replicar una de sus más típicas costumbres: la pingada del Mayo.
Así, en la Plaza de la Iglesia de Capiscol se volverá a levantar este año el Mayo, por segunda vez después del parón del coronavirus. No se tiene constancia de esta celebración en ningún otro barrio de cualquier otra ciudad, salvo en el barrio burgalés de Capiscol donde la costumbre se retomó gracias al impulso del recordado párroco Alejandro Céspedes, que si bien era natural de Medina de Pomar, pasaba por serrano con tal de unir a su comunidad.
Organizada por el Consejo de Barrio de Capiscol, la pingada se inicia con la cesión del pino por parte del Ayuntamiento de Burgos para que sea desmochado y se le coloquen en la copa ondean las banderas.
Serán las mozas y mozos mayores de 18 años los que volverán a ‘pingar’ el pino en una fiesta en la que es típico que se repartan bizcochos con chocolate caliente y orujo para los más mayores.
La fiesta estará amenizada como cada año por los dulzaineros de la Escuela de Dulzaineros del barrio -también estuvo Céspedes en ese proyecto- y el Mayo se quedará expuesto hasta las fiestas del barrio.