«Objetivo cumplido» en Covarrubias
La Fiesta de la Cereza atrae a cerca de 7.000 personas y la villa llena todas sus plazas de alojamiento. La Feria de la Cerveza demuestra que «ha venido para quedarse»
Covarrubias no necesita carta de presentación. Por su historia, patrimonio y alicientes turísticos dentro y fuera del casco urbano. La villa rachela se vende sola, pero eventos como la tradicional Fiesta de la Cereza constituyen un importante revulsivo para la economía local. Con 34 ediciones a sus espaldas -y las que están por venir-, la cita con el mercado medieval más antiguo de la provincia reunió este fin de semana a cerca de 7.000 personas. Como era de esperar, no quedó ni una plaza libre en los alojamientos y los bares no daban abasto. Así pues, «objetivo cumplido».
Triunfaron las dos principales novedades de este año. Según detalla el presidente del Centro de Iniciativas Turísticas (CIT) de la localidad, Joaquín Serna, la representación de la obra Cuna de Castilla: Mujeres fue todo un «éxito». Con la colegiata de San Cosme y San Damián «llena» en la tarde del sábado, los asistentes tuvieron la oportunidad de «aprender historia de una forma muy entretenida».
La segunda novedad también auguraba una grata acogida. Tal y como indica Serna, la Feria de la Cerveza Artesana estuvo «muy animada» de principio a fin. Tenía sus reservas al tratarse de un producto «más difícil que una cerveza normal», pero la iniciativa funcionó tan bien que «ha venido para quedarse». En principio coincidiendo con la Fiesta de la Cereza, aunque tampoco se descarta la opción de plantear otra fecha para que goce de mayor protagonismo.
Lo que resulta evidente es que el mercado medieval continúa arrasando. No cabe duda de que es «muy especial», tanto por su antigüedad como por su perfecto encaje estético en la arquitectura del pueblo. Si ya de por sí «Covarrubias siempre atrae gente», los 60 puestos instalados en este edición favorecieron sobremanera el éxito global de esta multitudinaria fiesta en las que muchos de los asistentes lucían trajes y ornamentos medievales.
Saludó doña Sancha a las buenas gentes de Castilla, se corrieron fuegos junto a los demonios de Fernán González, Aladino se reencontró con el genio y hay quien vio desfilar a un par de hadas, una elfa y un trol. Todo eso y mucho más en apenas un par de días. Tampoco faltó, el domingo antes de la hora del vermú, la tradicional entrega de dos galardones con ilustre marchamo. Tras el clásico pregón desde la Casa de Doña Sancha, el sumiller Diego González recibió encantado la Cereza de Oro. Y en representación de la revista Los Ecos de la Villa, Juancho Jorge sería el encargado de recoger -y celebrar- la Cereza de Honor.