El Correo de Burgos

«Impotencia» en Piérnigas por la «dejadez» de la Diputación tras una nueva inundación

El alcalde, desesperado, reclama una reunión urgente con Borja Suárez para abordar el arreglo de la carretera BU-V-504 y la instalación de un sistema de alcantarillado

Vicente Díez, alcalde de Piérnigas, retira barro con una máquina dumper tras la última inundación.

Vicente Díez, alcalde de Piérnigas, retira barro con una máquina dumper tras la última inundación.ECB

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Cada vez que cae un chaparrón en Piérnigas, sus habitantes se llevan las manos a la cabeza. Se temen lo peor, y con razón, porque el riesgo de inundación es evidente. A estas alturas, han perdido la cuenta de las veces que el pueblo y la carretera se llenan de barro. Este jueves, a primera hora de la tarde, ha vuelto a suceder. 

Se fue la DANA pero se mantuvieron las lluvias. En Piérnigas, unos 40 litros en veinte minutos. Cantidad más que suficiente para anegar al menos ocho viviendas y un buen número de cocheras de la localidad. El alcalde, Vicente Díez, no oculta su «impotencia». En un abrir y cerrar de ojos, se encontró con 20 centímetros de lodo en la zona del Pozo y 30 en la carretera BU-V-504 que atraviesa el pueblo. 

Un vecino de Piérnigas, en medio del barrizal.

Un vecino de Piérnigas, en medio del barrizal.ECB

Díez está desesperado. Lleva más de una década exigiendo, al igual que otros alcaldes de la zona, que se arregle esta vía de titularidad provincial. Asegura haber pedido en multitud de ocasiones una reunión con el expresidente de la Diputación, César Rico, sin obtener respuesta. Y a raíz de este último desastre, no ha dudado en insistir para que le atienda su sucesor, Borja Suárez, a la mayor brevedad posible. 

Harto de la «dejadez» de la Institución Provincial y de la «inoperancia» del área de Vías y Obras, el regidor pone de manifiesto que la carretera requiere una intervención urgente ante la «saturación de camiones» que transitan cada dos por tres para recoger agua del manantial de Santolín. De igual manera, subraya la necesidad de dotar al municipio de un sistema de alcantarillado para evitar una situación que, muy a su pesar, «se volverá a repetir». 

Tras esta enésima inundación, Díez llamó por teléfono a la Diputación para exponer de nuevo la situación. Pero «no hacen ni caso». Y es que, según lamenta, «me dicen que llame de 9 a 14». Estupefacto, se lo toma con cierto sentido del humor replicando que quizá lo suyo sería «llamar a San Pedro para que llueva entre esas horas». 

Ante la falta de respuestas y soluciones, el alcalde tiene que ponerse manos a la obra para limpiar el barrizal con una máquina dumper. Hace un par de semanas, a raíz de la última tromba, también le tocó hacer lo propio. No obstante, los trabajos de limpieza requieren maquinaria y personal. Es decir, un importante desembolso económico para un Ayuntamiento pequeño que no ceja en su empeño de reivindicar una respuesta efectiva y -sobre todo- rápida tras años de abandono. 

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