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Villalmanzo. La esencia de la comarca del Arlanza

Vinculada a una arraigada cultura del vino, la localidad es uno de los puntos de referencia de la pujante denominación de origen que recuperó la herencia vitivinícola

Imagen de la localidad.Israel L.Murillo

Burgos

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Villalmanzo muestra en su escudo parte de la espíritu que define a esta localidad. El castillo de este pueblo, del que ya existen referencias documentales en el año 1148, aunque su origen se puede trasladar al comienzo del siglo X, durante la repoblación de esta zona de la comarca del Arlanza. Villalmanzo proviene de la denominación ‘Villa de Mancio’.

Si el castillo es una parte fundamental del escudo de Villalmanzo, la cepa es también un elemento clave en el devenir de la localidad a lo largo de los siglos. Una tradición a la que se unen las actividades agrícolas y ganaderas que también se hace presente en la arquitectura civil de la localidad.

El 2 de agosto de 1812, los franceses, en su retirada tras ser derrotados por las tropas anglo-hispano-portuguesas en la batalla de Arapiles, arrasaron la localidad a fuego. Una quema de la que se salvaron algunas casas del conocido como barrio de Cantarranas. Desde entonces se las conocen como ‘Solas casas’. Un efeméride que los vecinos del pueblo han recordado.

Alguno de los personajes ilustres de la localidad son Marcelo Adrián Obregón, soldado de la guerra entre España y Estados Unidos de 1898 y miembro de los conocidos como ‘Los últimos de Filipinas’, defensores del cuartel de Baler (Filipinas).

Entre los lugares de interés, merece la pena acerarse a la iglesia de Nuestra Señora de la Asunción. El templo pudo fundarse en el siglo XI, época de la que se conserva una pila bautismal. El edificio está dividido en tres naves y destaca una esbelta torre de estilo herreriano, donde hay un centro de interpretación del campanario. Destaca por su altura, cerca de 25 metros,

La nave más antigua, la del Evangelio, data del siglo XIV. La nave de la epístola y sacristía está fechada entre los siglos XVII y XVIII. En el interior hay siete retablos en un buen estado de conservación y están dedicados a la Asunción, la Santa Cruz, la Virgen del Rosario, San José, las Ánimas, San Juan Evangelista y la Inmaculada. En el caso del Retablo Mayor, data del año 1693, obra de Diego de Suano, mientras que las tallas son de José Quintana. En el año 1697, lo dora el maestro Toribio García. Sus columnas salomónicas, decoradas con vistosos racimos, son de estilo churrigueresco. El banco se rompe para albergar el sagrario y el ostensorio. En los retablos de las naves laterales presiden el Santo Cristo y San Juan. El del Santo Cristo es del año 1760, mientras que el de San Juan data de 1770, al igual que el retablo de las Ánimas.

La cultura del vino es parte de la vida de Villalmanzo, que pertenece a la Denominación de Origen de Arlanza. De hecho, Villalmanzo es el corazón de esta denominación de origen y donde hay un buen número de bodegas, como Bodegas Sierra, Palacio de Lerma, Bodegas Lerma, Copaboca Arlanza, Bodegas Arlese y Melequín. Esta denominación dio sus pasos en el año 1995 a través de los esfuerzos de vecinos de la comarca que trabajan para recuperar la tradición vitivinícola. Unos pasos que, primero, recibieron el reconocimiento institucional con la creación de ‘Vino de la Tierra Ribera del Arlanza’. Los esfuerzos tuvieron la recompensa cuando en el año 2007 se consigue la Denominación de Origen Arlanza. Una trabajo y una riqueza que se puede descubrir a través de la Ruta del Vino Arlanza. Un recorrido entre el sur de la ciudad de Burgos y el este de Palencia, 2.000 kilómetros cuadrados con más de 450 hectáreas de viñedo.

La gastronomía es también un elemento diferenciador en Villalmanzo. El plato típico es el chumarro. Es un bacalao que se ha desalado en trozos grandes y que se asa en grandes parrillas, en este caso con sarmiento. A continuación, se desmiga y se cuece con gran cantidad de aceite de oliva, acompañado de ajos y guindilla.