Gallardo avala la protección a la Pirámide "sin sectarismo y sin pretender reescribir la historia"
El vicepresidente de la Junta ha acudido a visitar la Pirámide de los Italianos horas después de que la Junta la haya declarado Bien de Interés Cultural
El vicepresidente de la Junta, Juan García-Gallardo, se ha desplazado a Valle de Valdebezana horas después de que el Ejecutivo autonómico validara la declaración de la Pirámide de los Italianos como Bien de Interés Cultural y a pie del momuneto ha defendido que “la preservación del patrimonio debe realizarse sin sectarismo y sin pretender reescribir la historia”.
García-Gallardo ha explicado que el monumento estaba amenazado por el vandalismo y el deterioro, pero también por las incertidumbres que abre la Ley de Memoria Democrática.
Frente a esto, el Gobierno autonómico ha entendido que el valor estético, cultural y paisajístico del monumento, así como su extraordinaria singularidad, justifican su protección. Y su condición de testimonio de una época y un periodo histórico como la Guerra Civil obliga a su contextualización, pero no a su desprecio o posible derribo.
García-Gallardo recordó que durante la tramitación se han atendido la mayor parte de las alegaciones. Entre ellas, la de la Secretaría de Estado de Memoria Democrática, que pidió justamente que el monumento fuera contextualizado históricamente.
“Nosotros no creemos que la historia deba ser reescrita eliminando aquellas partes que no nos gustan”, aseguró el vicepresidente de la Junta. “Tenemos que acudir a la historia para aprender”.
“Este es un monumento único que no se encuentra en ningún otro punto de España”. Y por ello resaltó su capacidad para ser un elemento de atracción turística para la zona.
La Pirámide de los Italianos
Se ubica en lo más alto del puerto del Escudo, asomada al pantano del Ebro a pocos metros de la N-623 y es muy conocida en la zona y entre los aficionados a visitar y fotografíar las edificaciones abandonadas.
Se dice que es una réplica de la pirámide Cestia de la vía Ostiense de Roma y en su interior, de una forma circular, se eleva hasta el techo un total de 360 nichos que contuvieron los restos de los soldados voluntarios italianos allí enterrados tras perder la vida en los campos de batalla. Bajo tierra, una cripta servía para el reposo de los oficiales.
Fue obra del arquitecto Attilio Radi y es un ejemplo brillante del movimiento racionalista italiano, aunque también expresa influencias románticas por el modo como se relaciona con el entorno. Pero, por encima de todo, es un monumento funerario construido entre 1938 y 1939 para inhumar los restos de los soldados italianos fallecidos durante la Guerra Civil en la batalla del Escudo.
Se trata de una construcción piramidal de 20 metros de altura, de cemento forrado con placas calizas, proyectada por el arquitecto Attilio Radic y realizada por el capellán militar Pietro di Varzi, que se enmarca en la arquitectura de entreguerras dentro del racionalismo arquitectónico imperante en la época.
Desde el primer momento de los combates de la Guerra Civil, se fueron organizando numerosos cementerios provisionales. Este monumento se concibe como un modo de darles un enterramiento conjunto. El osario del Escudo, aunque de dimensiones modestas, se relaciona con los grandes sacrari italianos de entreguerras, modelo constructivo que en Italia en el siglo XX tuvo un enorme desarrollo con la construcción de grandes cementerios conmemorativos dedicados a los caídos en las distintas guerras, que pertenecen a lo que se ha llamado 'arquitectura de la memoria'.
La fusión de arquitectura y naturaleza que confluyen en este mausoleo enmarcan la Pirámide de los Italianos en una arquitectura romántica inmersa en la naturaleza, un enclave de montaña en el que se aúnan valores históricos, arquitectónicos y paisajísticos, que permiten relacionarlo con el Cementerio Ideal ilustrado en las acuarelas del arquitecto Teodoro Anasagasti (1880-1930).
Las pirámides como tumbas y monumentos funerarios no sólo pertenecen a la historia antigua de la humanidad, sino que también fueron elementos frecuentes en los siglos XVIII y XIX de la Ilustración y el Neoclasicismo. En el caso de la pirámide del Escudo, algunos apuntan incluso influencias de las antiguas pirámides de Meroe, capital del reino de Kush, cercanas a la Abisinia invadida por los italianos en 1935.
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