¿Qué tesoros buscan los piteros en los yacimientos de Burgos?
Monedas de diferentes aleaciones, hebillas, placas de cinturón, piezas de piedra labradas, la lista es interminable. La Guardia Civil no se cansa de perseguir en Burgos a los expoliadores profesionales o aficionados que hoyan la tierra ayudados de los detectores de metales. Han robado en Clunia, en Baños de Valdearados o en San Pedro de Arlanza, entre otros lugares arqueológicos.
La persecución de las fuerzas del orden, principalmente el Seprona, a los llamados piteros, los expoliadores que desentierran objetos de valor de yacimientos arqueológicos con la ayuda de un detector de metales, es una labor permanente en la provincia de Burgos y otras limítrofes como Soria o Segovia, por la atracción que ejerce en estos delincuentes la abundancia de restos arqueológicos inventariados pero no completamente desenterrados, catalogados y preservados.
En los últimos tiempos, las fuerzas del orden han logrado localizar y detener a varios de estos delincuentes así como a otros expoliadores que no buscan piezas de metal como los piteros sino que se llevan elementos ornamentales de piedra.
Tanta es su osadía que, incluso, llegaron a robar el mosaíco romano de Baños de Valdearados del que se llevaron varios metros cuadrados con las figuras más representativas sin que nadie en el pueblo se percatase. Ese valiosísimo mosaíco era de los mejor conservados y más apreciados de España y desapareció una noche para nunca saber nada más de él ni de su paradero ni de quienes lo robaron.
Por no hablar del curioso expolio de una piedra de un metro cúbico de tamaño labrada con un símbolo fálico del mismísimo yacimiento romano de Clunia. Se llevaron una noche un bloque de piedra que sólo se pudo levantar con algún tipo de grúa y que no ha vuelto a aparecer.
Parece lógico pensar que en ambos casos se trató de un robo por encargo y que el mosaico y el ara de Clunia estarán en alguna mansión de algún adinerado coleccionista sin escrúpulos y muy posiblemente fuera de España.
Como el caso de los dos sillares robados en la ermita visigótica de Quintanilla de las Viñas en 2004 de la conocida ermita visigótica, que fueron localizados en Londres.
La ermita es una de las más antiguas de Castilla y de un gran valor histórico y artístico, pero los compradores de estos sillares no tenían la más mínima idea de ello. O eso aseguraron. Al menos confesaron desconocer su origen fraudulento y comentaron que habían tenido estas dos piezas de pieza en el exterior adornando su jardín, «y al revés, con el motivo tallado en contacto con el suelo boca abajo».
El pitero que robó en San Pedro de Arlanza
Más suerte hubo con el robo de las claves de bóveda expoliadas en el monasterio de San Pedro de Arlanza, que fueron localizadas por la Guardia Civil en poder de un pitero de Soria.
Las dos claves de bóveda góticas del siglo XVI que fueron robadas en mayo del año 2021 y fueron recuperadas en enero de este 2024 tras el registro de una finca de la localidad soriana de Barcebalejo a 75 kilómetros de Hortigüela, donde se ubican las ruinas del monasterio.
Las dos claves de bóveda estaban en manos de un auténtico especialista en expolios, un pitero vecino de Soria de 48 años al que la Guardia Civil le encontró más de mil piezas arqueológicas después de detenerle por segunda vez en dos meses por delitos contra el patrimonio. En concreto fue sorprendido infraganti expoliando el yacimiento del Alto de la Dehesa y el de Los Villares de Santaervás, ambos en Soria.
Las dos claves de bóveda fueron robadas de un almacén del exterior de San Pedro de Arlanza, donde se encontraban guardadas junto con capiteles y restos no expuestos en la zona visitable.
Un pitero cazado en Villarmentero
Los detectoristas profesionales que pertenecen a grupos organizado «vienen del sur, la mayoría de Andalucía», explicó a este periódico el teniente del Seprona. Es el caso de un pitero que fue sorprendido rastreando con su detector de metales una finca rústica en el término municipal de Villarmentero. Provisto de una azada para hoyar el terreno en busca de objetos antiguos, fue visto por un particular que avisó a la Guardia Civil de forma que los agentes le sorprendieron in fraganti en un yacimiento arqueológico catalogado -como más tarde se conoció-, donde había realizado al menos 14 hoyos recientes.
Registradas sus pertenencias se hallaron varias piezas y objetos metálicos, aún con restos de tierra del lugar, entre ellas una moneda de origen romano, concretamente de un sestercio de cobre coetáneo con la época de Trajano.
Una baratija comparada con lo que expolió otro pitero en la zona de la Demanda.
El pitero del 'as' romano acuñado en Clunia
La Guardia Civil localizó a P.I.M., de 39 años, como presunto autor de un delito sobre el Patrimonio Histórico por expolio de piezas arqueológicas, ayudado de dos detectores de metales y de una azada con los que iba ‘barriendo’ el suelo, en un paraje abierto de la comarca de La Demanda a una ermita en un enclave catalogado como yacimiento arqueológico.
Los agentes del Seprona descubrieron 20 hoyos recién excavados y otros 15 agujeros más en seis parcelas aledañas, además de un último agujero junto a la ermita.
Tras registrar su vehículo se vio que este individuo pudo expoliar del yacimiento 11 monedas de cobre en distintas aleaciones, de curso habitual y circulación abundante en sus respectivos periodos históricos.
Examinados por expertos del Museo de Burgos, se apreció que la pieza de mayor interés es un ‘as’ acuñado en la ceca de Clunia, en el siglo I de nuestra era, probablemente durante la época del emperador Tiberio.
Una moneda de dos mil años de antigüedad. Ese fue el gran tesoro que arrancó de su sueño de dos milenios ese pitero en su cacería de tesoros en un yacimiento de la sierra de la Demanda, cercano a Salas de los Infantes, del que no daremos más datos para no animar a nuevos expoliadores.
Una moneda romana pero de factura burgalesa ya que fue acuñada en la ceca de la ciudad de Clunia Sulpicia, al sur de Burgos, cabecera de la comarca que hoy conocemos como Ribera del Duero.
En Clunia, cuyos restos se pueden visitar en la localidad de Peñalba De Castro para comprobar la importancia de esta población romana, se estableció una ceca que acuñó moneda durante siglos, desde las poblaciones celtibéricas a la llegada de los romanos.
Ya en tiempos del emperador Tiberio esta ceca quedó inactiva. Es precisamente de este periodo la moneda que ha sido recuperada por los agentes de la Guardia Civil. Los expertos del Museo de Burgos consideran que puede datarse en el siglo I de nuestra era, cuando Tiberio gobernaba el imperio romano.
Piteros en grupo o en solitario
Meses atrás, la Guardia Civil, también gracias a la ayuda de un particular, pudo sorprender en plena faena a tres piteros que trabajaban de forma conjunta para expoliar un yacimiento que de la provincia en el que realizaron al menos 35 hoyos. Junto a los agujeros se hallaron fragmentos de cerámica, restos óseos faunísticos y objetos metálicos, supuestamente desechados por los ‘piteros’, entre los que cabe destacar un punzón, una hebilla, una pesa de plomo y dos placas de cinturón, elementos que fueron recuperados y entregados en el Museo de Burgos.
También cazó el Seprona a un hombre de 33 años que se encargó de hacer destrozos en un terreno junto a una iglesia buscando restos arqueológicos con un detector de metales en un yacimiento de la comarca de Montes de Oca.
¿Qué castigo reciben los piteros cuando son detenidos?
Estos casos no son los únicos, pero sí un ejemplo de la alta frecuencia con la que la Guardia Civil, principalmente, tiene que intervenir contra los piteros y otros autores de delitos contra el patrimonio. Pero la pregunta es ¿qué consecuencias legales afrontan estos delincuentes?
Nuestro Código Penal contempla para el delito de expolio penas que aplicadas en su grado máximo pueden conllevar prisión de 3 años y multa de 24 meses.
Las peores consecuencias, sin embargo, las sufren los yacimientos expoliados, ya que este tipo de acciones llevadas a cabo ilícitamente pueden provocar la pérdida irreparable de parte de la información contenida en la secuencia estratigráfica del lugar, además de alterar los contextos; la sustracción de los vestigios arqueológicos, sin una metodología adecuada, imposibilita cualquier acción que pueda reparar o restaurar el daño causado.
Cuando son detenidos, a los piteros se les incauta el detector de metales. Lo primero porque, aunque compra es legal, su uso está limitado y debe realizarse en unas determinadas circunstancias. Además, no se puede llevar en el maletero del coche el detector como se lleva una llave inglesa porque si lo encuentra la Guardia Civil abrirá una investigación.
Para realizar actividades arqueológicas y el empleo en ella de aparatos detectores de metales, es imprescindible autorización previa y expresa de la Consejería competente en materia de cultura, por lo que antes de utilizarlo debe de informarse de si el paraje es una zona arqueológica, yacimiento u otro lugar catalogado o se encuentra próximo a ellos.
Ante un hallazgo casual de un bien arqueológico, se está obligado a parar y comunicarlo inmediatamente a la Dirección General competente en materia de Patrimonio y Bienes Culturales.