TROTABURGOS
Huérmeces, el señorío de una villa con Historia
Huérmeces guarda un bello caserío jalonado de palacios y casas blasonadas. Un lugar donde el río Úrbel marca el paso del tiempo e invita a disfrutar de sus riberas y sendas repartidas por el Valle que lleva su nombre
Cerca de 28 kilómetros separan la capital de la Villa de Huérmeces. Situada en la orilla del Úrbel, río que nace en los altos del Tozo y, busca tierras más anchas, camino del Arlanzón. Un cauce fluvial importante en la vida de la localidad, ya que fue el sustento de la actividad industrial durante años, llegando a funcionar diez molinos simultáneamente.
La historia marca como primer nombre del lugar Gormeces, en el año 1124. Un nombre unido a la toponimia del sitio, ya que los vecinos trasformaron el primitivo apelativo por actual. No hay acuerdo en el significado de Huérmeces, ya que unos dicen que viene de los manantiales que brotan del suelo, y otros lo unen a la palabra hormiguero.
Sea como sea, la historia del lugar es extensa. Tenemos incluso que referirnos a los yacimientos de la cercana Cueva de Valdegoba, donde se han recuperado vestigios de la presencia del hombre de Neanderthal. Se sabe que en la zona hay restos de poblaciones del calcolítico, romanas y visigóticas. Un lugar que fue clave en la Reconquista, con un bastión desde donde recuperar para Castilla la zona en el año 860.
A pesar de toda esta historía previa, el primer documento escrito sobre la villa data de 1124. Se refiere a una donación de tierras por herencia a la Catedral de Burgos y nos marca una localidad activa, rica, con bienes agrarios, favorecida por la cercanía a la capital y al Valle de Santibáñez. Esta cercanía a la capital es clave para entender como Huérmeces ha sido siempre un lugar que ha atraído a la burguesía y a la clase poderosa. En sus calles resuenan nombres con linajes poderosos como los Padilla, Arriaga, Fernández Zorrilla o los Rojas, que llegarán a ser uno de los linajes más poderosos de España. Todos dejaron su huella en las casonas y mansiones, como los Velasco, que en el Siglo XVII construyeron el palacio en el barrio de Ondevilla.
Precisamente por ser lugar de 'veraneo' de las grandes familias y fortunas castellanas, hace que hoy quede en Huérmeces su bello templo parroquial. Se trata de uno de los monumentos más destacados de la zona que nos habla del poderío económico de la villa y merece la pena conocer.
Es obra del arquitecto Fernando González de Lara. Sobresale por su considerable tamaño y por ser una de las escasas muestras de arquitectura religiosa del Neoclásico en la provincia de Burgos. Destaca la gran cúpula de planta oval, con linterna para posibilitar la iluminación del templo. Un bello ejemplo del estilo neoclásico que muestra la grandiosidad del alzado.
Huérmeces mantuvo su importancia durante la historia. Superó una epidemia de peste que mermó la población en el Siglo XVI. En aquella época reunía 23 pueblos con 1.044 vecinos. A mediados del siglo XIX se cuenta con 204 habitantes. Cuatro sacerdotes atendían su monumental iglesia y la ermita de Cuesta. El maestro enseñaba a 40 niños. Con las aguas del Úrbel se movían 10 molinos. Al comenzar el siglo XX la Villa reunía 385 habitantes que en 1950 eran 421. A partir de esta fecha, comienza el declive que llega con los grandes cambios sociales y económicos y la Villa comenzó a perder vecinos.
La localidad cuenta con numerosas rutas y senderos para disfrutar del entorno. Entre todos, destacamos el conocido como la' Senda de las Cuevas de Valdegoba'. La ruta discurre a través de un paisaje de páramos calcáreos. El ascenso al Alto de la Lastra recompensa al caminante con una bonita vista panorámica de este paisaje. La encina de páramo, es la protagonista de la vegetación de la zona. Junto al río, destaca el bosque de ribera con los alisos, álamos y sauces. A ellos hay que añadir la presencia de una joya botánica, el nenúfar de flor amarilla. En los meses de verano llenan la superficie del agua con grandes brotes que convierten las riberas en un lugar especial.