Trotaburgos / ROA DE DUERO
Historia y vino en el corazón de la Ribera
La Colegiata de Santa María y la Adoración de los Magos son las joyas de Roa, tierra de vinos
Ubicada a poco más de 20 km de la capital de la Ribera, Roa de Duero se erige sobre un cerro, ofreciendo vistas impresionantes del río Duero y las cumbres de Somosierra. La localidad burgalesa, protegida por las ermitas de la Virgen de la Vega y de San Roque, apoya gran parte de su economía en la viticultura. Las extensas áreas de viñedos cubren el entorno, haciendo de Roa la sede del Consejo Regulador de la Denominación de Origen Ribera del Duero y un punto clave en la ruta del vino que lleva el mismo nombre.
El vínculo entre Roa y el vino tiene raíces profundas. En el siglo XVII, se estableció la alhóndiga, un espacio que regulaba el mercado y albergaba los lagares donde se producía el vino. No obstante, la historia de Roa se remonta 2.500 años atrás, comenzando con los vacceos, antiguos pobladores de la zona, quienes ya elaboraban vino. Con la llegada de los romanos, la villa pasó a llamarse Rauda, nombre del cual deriva el actual y el gentilicio raudenses. Los romanos también dejaron como legado una calzada que conectaba Clunia y Astorga, facilitando el comercio y la comunicación en la región.
En la Edad Media, la reina Violante de Aragón ordenó la construcción de las murallas de la localidad para protegerla de conflictos con sus vecinos. Estas murallas, altas, almenadas y de doble muro, contaban con seis puertas y varios portillos, algunos de los cuales aún se conservan. Además, la reina Violante fue pionera en la regulación del proceso de la vendimia, reforzando la importancia del vino a lo largo de los siglos. Las murallas no solo servían como defensa, sino que también simbolizaban la fortaleza y el orgullo de los habitantes de Roa.
El vino continúa siendo un elemento central en Roa, reflejado en su arquitectura, economía, festividades, gastronomía y arte. El Aula Arqueológica de la villa recoge elementos históricos que no han resistido el paso del tiempo, permitiendo a los visitantes conocer la historia del municipio desde la Edad de Hierro hasta la actualidad. Entre las joyas arquitectónicas de Roa se encuentra la Colegiata de Santa María, una imponente estructura de estilo gótico tardío del siglo XVI que alberga la famosa pintura de Diego de Siloé, la Adoración de los Magos. Este cuadro es una muestra excepcional del arte renacentista y atrae a numerosos turistas y amantes del arte cada año.
La iglesia de San Esteban también destaca por su valor histórico y arquitectónico. Construida en el mismo período, esta iglesia ha sido testigo de numerosos eventos históricos y sigue siendo un lugar de culto y encuentro para la comunidad local. Su fachada y el interior muestran una mezcla de estilos arquitectónicos que reflejan las diversas influencias culturales que han pasado por Roa.
Roa de Duero ha sido escenario de importantes eventos históricos y ha acogido a figuras prominentes. El cardenal Cisneros visitó la villa durante un viaje a ver a Carlos I, aunque falleció en Roa en 1517. Su muerte en Roa marcó un hito en la historia de la villa, y su legado aún se recuerda hoy. Otro personaje histórico asociado con Roa es Juan Martín ‘El Empecinado’, quien murió en la villa en 1825 tras dos años de presidio. Las humillaciones y torturas que sufrió se conmemoran anualmente con homenajes y tributos el sábado más cercano al 20 de agosto, fecha de su muerte. Estos eventos son una mezcla de solemnidad y celebración, donde los habitantes de Roa y los visitantes rinden homenaje a su valentía y espíritu de lucha.
La historia de Roa sigue viva entre viñedos, ríos y montañas, ofreciendo un paisaje que varía con cada estación. El famoso ‘Balcón del Duero’ permite disfrutar de vistas espectaculares, convirtiendo la visita a la villa en una experiencia obligada que debe culminar con un buen asado y un excelente vino de la Ribera del Duero burgalesa. Este mirador es uno de los puntos más emblemáticos de Roa, ofreciendo una panorámica única de la región y sus paisajes naturales.
Además de su riqueza histórica y cultural, Roa de Duero se distingue por su vibrante vida social y festiva. Durante el año, la localidad celebra numerosas festividades que atraen a visitantes de todas partes. Estas fiestas son una oportunidad para que los habitantes muestren su hospitalidad y compartan sus tradiciones con los visitantes. La música, la danza y la gastronomía juegan un papel central en estas celebraciones, donde el vino de la Ribera del Duero es siempre el protagonista.
La gastronomía de Roa es otro de sus grandes atractivos. Los platos tradicionales, preparados con ingredientes locales, ofrecen una experiencia culinaria única. Desde asados hasta guisos, la comida en Roa es un reflejo de su rica herencia cultural y agrícola. Los restaurantes y bodegas locales ofrecen degustaciones y maridajes, permitiendo a los visitantes disfrutar de la excelencia de los vinos de la región junto con sus platos típicos.