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De la arquitectura a la bodega

La ganadora del CaixaBank Premio Empresaria 2024 en CyL, Isabel Rodero es la gerente de Dominio del Águila, una bodega familiar de La Aguilera, en la provincia de Burgos

Isabel Rodero, de bodegas Dominio del Águila, ganadora del Premio Empresaria de Caixabank en Castilla y LeónICAL

Burgos

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Cuando Isabel Rodero inició en Valladolid sus estudios de arquitectura, nunca imaginó que acabaría gestionando una bodegas en plena Ribera del Duero, y tampoco que más de una década después de embarcarse en aquel proyecto se le concedería el CaixaBank Premio Empresaria en Castilla y León. Un galardón que reconoce a aquellas mujeres que, con su visión estratégica, capacidad de innovación y liderazgo transformador han dejado huella.

La gerente de Dominio del Águila, Isabel Rodero, afirma que es un “orgullo” recibir este reconocimiento, que le supone un “gran impulso” en su trabajo. “Es como el empujón que a veces se da a un corredor para seguir en la carrera”, ejemplifica. De hecho, cree que para concederle este premio, el jurado valoró la capacidad de desarrollar y gestionar un proyecto con éxito en un entorno rural, y además “partiendo de cero”, dado que inicialmente, su formación no estaba vinculada al mundo de la viticultura.

Bodegas Dominio del Águila es una bodega familiar situada en el municipio burgalés de La Aguilera, que gestiona desde hace doce años con su marido y socio Jorge Monzón. El principal activo de la bodega y su pasión es el viñedo, y se esfuerzan por hacer todo de manera artesana, ecológica y sostenible, siendo muy respetuosos con la naturaleza y haciendo una simbiosis entre tradición y conocimiento.

Rodero explica que la filosofía de la bodega es precisamente “hacer vinos auténticos, que reflejen el espíritu de nuestro pueblo y perduren”. “Que una persona que está en Estados Unidos o Japón pueda, entre comillas, viajar o trasladarse a nuestra tierra a través de los aromas y sabores del vino”, apunta.

Rodero estudió arquitectura en Valladolid, aunque ya durante la carrera empezó a tener inquietud por viajar, y acabó realizando un curso en Milán. El gusanillo de viajar seguía ahí cuando acabó su formación, y fue entonces cuando se fue a vivir al extranjero, esta vez a Inglaterra, donde colaboró con algunos estudios de arquitectura muy prestigiosos, lo que le dio un “bagaje importante”. A su vuelta a España se formó en Derecho Urbanístico, un campo en el que trabajó varios años.

Fue por esa época, cuando conoció a Monzón, etnólogo y viticultor que le enseñó todo acerca de este mundo. “Cuando lo conocí me quedé fascinada por su pasión por el vino, por las viñas, y gracias a él, empecé a descubrir, a meterme en ese mundo que desconocía completamente, y me contagió su pasión”, indica.

Esta pasión por el mundo del vino les llevó a volver a Aranda de Duero, y más en concreto a La Aguilera donde, juntos, emprendieron un proyecto de vida: la puesta en marcha de una bodega. “Me tuve que reinventar totalmente”, afirma Rodero, que recuerda que pasar de su formación como arquitecta a comenzar una empresa en un sector “completamente desconocido” para ella, fue todo un cambio.

Se formó en dirección y gestión de empresas y en el resto ha sido “autodidacta. “Creo que no te enseña nadie a ser empresario, es una cosa del rodaje. Vas aprendiendo a base de prueba y error y de darte muchos cabezazos”, reconoce Isabel, que pese a que han sido unos años intensos en los que no solo han visto crecer a Bodegas del Águila sino también a sus tres hijos, consideran que “no lo han hecho tan mal”, y se enorgullecen del trabajo realizado.

En 2010 empezaron con los primeros ensayos de sus vinos, llevando a cabo producciones “muy pequeñas”, y poco a poco fueron viendo que los resultados gustaban, y decidieron entonces dar el salto y embarcarse en este proyecto. “Queríamos demostrar que en La Aguilera se pueden hacer grandes vinos a nivel internacional”.

Poner en valor su tierra y sus orígenes, así como el potencial del campo fueron objetivos primordiales al inicio de este proyecto. Hoy cuentan con alrededor de 35 hectáreas de viñedo viejo, a las que se suman otros viñedos más jóvenes, así como unas quince o veinte trabajadores, dependiendo de la época. Además, también tienen presencia internacional en más de 50 países de todo el mundo, algo que ni se imaginaban cuando empezaron con su proyecto, y que hoy es posible gracias a la “calidad” de sus vinos, que ha conquistado a sumilleres en todo el mundo.

Tras todos estos años de intenso trabajo y de grandes logros, Rodero afirma que su reto se centra en “estabilizarse” en el mercado y “mejorar” la calidad de sus vinos, así como “explorar productos que puedan gustarle a la gente joven”. A esto se suma su intención de seguir recuperando viñedos viejos y haciendo estudios de suelo, e innovar en todo lo que puedan.

Isabel Rodero optará, junto con las otras 11 premiadas en la fase territorial, al galardón nacional. Todas ellas están invitadas a formar parte de la Comunidad Premio Empresaria de LinkedIn creada por la entidad, que promueve la relación y el ‘networking’ entre todas las ganadoras de todas las ediciones anteriores y les da acceso a actividades exclusivas. La ganadora nacional, además, podrá asistir a un evento de prestigio internacional para conectar con empresarias líderes a nivel global.