El curioso vuelo de un A-400M militar sobre la provincia de Burgos
El enorme avión de transporte y multifunción realizó una figura geométrica perfecta sobre pueblos como Presencio y Ciadoncha
Los impresionantes aviones A-400M del Ala 31 con base en Zaragoza conocen bien los cielos de Burgos, donde ya se estrenaron en uno de sus primeros vuelos de aclimatación tras la llegada a la base maña de las primeras unidades de este superavión multiunción del Ejército del Aire y del Espacio. Han llegado a tomar tierra en el aeropuerto de Villafría durante distintas maniobras y, de cuando en cuando, sobrevuelan la provincia en sus recorridos de entrenamiento o en diferentes misiones.
Vistos desde tierra son aparatos de gran porte y el sonido de sus motores es perfectamente audible por lo que no pasan inadvertidos, pero existe multitud de aficionados a la aeronáutica que siguen la pista del desplazamiento aéreo de todo tipo de aviones, entre los que las aeronaves militares son unas de sus favoritas.
Burgos
El Ala 31 prueba el nuevo A400M sobre los cielos de la provincia
El Correo de Burgos | El Mundo
Gracias a estos expertos en las rutas de los aviones y su pasión por estar al tanto de los movimientos de las aeronaves, se ha puesto de manifiesto la particular maniobra aérea de uno de esos impresionantes airbus A-400M sobre los cielos de la provincia. Un movimiento que no ha pasado inadvertido para los aficionados y que aviva el interés por volver a verlos surcar los cielos sobre la provincia.
El vuelo del A-400M hizo un lazo pasado sobre la vertical de Soncillo y en las alturas del Valle de Valdebezana giró para orientarse en dirección a Espinosa de los Monteros. Precisamente, en las cercanías de esta localidad burgalesa, en lo más alto del Picón del Fraile se ubica la base militar del Escuadrón de Vigilancia Aérea nº 12, donde se ubica el el radar más moderno y eficaz del Ejército del Aire y del Espacio, capaz de señalar misiles balísticos y cazas de quinta generación.
Tras sobrevolar por esta montañosa zona del norte de Burgos dejando al sur el Picón Blancó a una altitud cercana a los 20.000 pies -6.000 metros- enfiló casi en línea recta hacia Cantabria y antes de alcanzar Ampuero y la ría de Treto ejecutó un virage de 90 grados para virar al este en dirección a Santander, en cuya bahía marcó la menor atitud del vuelo, a unos cientos de metros por encima de la costa.
Sobrevoló el Cantábrico entre Liencres y Lastres, ya en Asturias, para proseguir la misión hasta el interior del Principado y su zona más montañosa antes de picar al norte y sobrevolar Avilés camino del aeropuerto de Asturias que sobrevoló para después internarse en el Cantábrico y realizar un gran lazo yendo primero al este tornando al oeste para surcar los cielos de Gijón, de nuevo Lastres y preparar su retorno a base.
Dibujando estelas en el cielo burgalés
Pero antes el vuelo DUMBO50 tenía que pasar por Burgos para bailar en los cielos de la provincia. Recto como una flecha el piloto del A-400M puso rumbo a la provincia burgalesa a la que retornaba por tierras de Amaya tras dejar atrás el territorio palentino. Su destino: El eje de una circunferencia que encerraba a los pueblos de Presencio, Ciadoncha y Villahizán.
Sobre estos tres pueblos y un punto intermedio entre Revenga de Muñó y Villaverde del Monte, el poderoso A-400M a unos 1.500 metros de altitud ejecutó un círculo perfecto en el aire. Un anillo olímpico que parece trazado como un compás, con la punta clavada en la ermita de Nuestra Señora de Báscones, ejecutado con la perfección más absoluta, comenzando a unos pocos kilómetros de Presencio sobre la BU-P-1001 y completando el redondel en sentido de las agujas del reloj tras pasar por Ciadoncha y de nuevo Presencio donde enderezó el rumbo camino a la ciudad de Burgos a las 12:45h.
La misión del A-400M siguió dibujando estelas en el cielo de Burgos y tras tocar levemente la ciudad a la altura de Castañares y Villafría, volvió a realizar un giro en redondo para volver a la zona donde ya había maniobrado y a diferente altura completó otro giro un cuarto de hora después para darse la vuelta y, ahora sí, poner rumbo a su base. No sin antes sobrevolar la Bureba en la vertical de Monasterio de Rodilla y Fresno de Río Tirón hasta que el vuelo DUMBO50 abandonaba territorio burgalés en Redecilla del Camino.
El avión aterrizó en Zaragoza a la una y cuarenta y un minutos de la tarde, siete minutos antes de lo programado tras un circuito de entrenamiento con velocidades de hasta 650 km/h y de poco mas de dos horas y media de duración, según los datos de la ruta de las webs especializadas FlightAware y Flightradar24.