Aranda celebra la reapertura de la ermita de San Isidro. “Es una maravilla”
Devotos celebran el Día del Santo emocionados por el resultado de las obras
El 15 de mayo de 2023 pasará a la historia de Aranda de Duero. Tras dos años de cierre obligado por el mal estado de la edificación, la ermita de San Isidro ha reabierto sus puertas y lo ha hecho en su día grande, venerando a San Isidro Labrador, patrón de los agricultores. “Ha quedado estupenda. Antes estaba hundida pero ahora es una maravilla, el artesonado… todo. No pensábamos que iba a quedar tan bonita”, asegura María Ortuño, una de los 54 socios que a día de hoy tiene la Cofradía de San Isidro. “Agradecemos la labor del Ayuntamiento que nos ha ayudado a sacar esto adelante”, añade.
Como manda la tradición, la jornada ha comenzado con una misa, que ha estado repleta, y la posterior procesión del Santo. En los alrededores puestos de todo tipo.
Según recuerda el historiador, Máximo López Vilaboa, San Isidro Labrador, como protector de los agricultores, es uno de los Santos más venerados en Aranda y la Ribera. De origen madrileño, el santo nació en el año 1070 y falleció el 15 de mayo de 1130. Aunque se le relaciona con un gran número de tradiciones de carácter sobrenatural, como la que cuenta que los ángeles araban la tierra mientras él iba a misa o rezaba; lo cierto, explica el historiador, es que era un sencillo jornalero al servicio del hacendado Juan de Vargas, que pasó su vida santificándose en el trabajo del día a día, con la familia que había formado con su mujer Toribia, a la cual también se la venera como Santa María de la Cabeza.
En Aranda la construcción de la ermita dedicada al santo se inició en 1717, gracias al impulso del entonces nuevo corregidor de la villa, Alfonso de Colmenero.
En su construcción fue también fundamental el respaldo que dio el matrimonio formado por Tomás de Frías y Andrea Martínez, con “importantísimas obras de mejora” y la entrega de la imagen de San Isidro, “que hasta entonces tenían en casa”.
El retablo fue empeño del corregidor, Alonso Isidro Narváez y Vivero, quien por devoción al santo de su onomástica mandó diseñar el retablo con una nueva imagen del santo labrador y de su esposa. La pieza se inauguró el 25 de junio de 1758, siendo costeadas ambas imágenes por el propio corregidor.
Quemada y en ruinas durante 7 décadas
La ermita sufrió su primer revés importante cuando tras la invasión napoleónica en 1808, las tropas francesas la ocuparon para controlar la entrada de Aranda. Cuando se vieron en la obligación de huir, en 1813, al no poderse llevar todas las armas y explosivos, decidieron incendiar la ermita para que el material bélico no cayese en manos españolas. La explosión derrumbó las bóvedas de la ermita, que permaneció en ruinas durante más de siete décadas. En 1884 se realizó la ansiada reconstrucción del techo.
La última rehabilitación ha tenido lugar este año, con unas obras que han consolidado el tejado y restaurado los paramentos del edificio.