El Correo de Burgos

Okupas “violentos” en Fresnillo de las Dueñas

Los vecinos extreman las precauciones ante posibles ocupaciones

El edificio se encuentra en la plaza Curato y cuenta con un mural artístico

El edificio se encuentra en la plaza Curato y cuenta con un mural artísticoECB

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Aranda

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Cuando en mayo un matrimonio ocupó uno de los pisos junto a sus cuatro hijos en la plaza Curato, apenas hubo revuelo, pero desde que en agosto se unieron en la misma vivienda varias familias más, los problemas no han parado en Fresnillo de las Dueñas. “Son violentos y tenemos miedo”, asegura una vecina, preocupada no solo por las amenazas que reciben, también por la seguridad de los más pequeños. “Hemos tenido hasta un brote de sarna. Están de cualquier manera, hacen sus necesidades en la puerta y los niños están asilvestrados…”, lamenta.

La preocupación es máxima. “Sabemos que están queriendo entrar en otras casas y que lo han intentado ya en varias. Estamos todos con mil ojos”, denuncia otro vecino.

Consciente de la alarma social que se ha generado, el Ayuntamiento ha pedido ayuda a la Subdelegación del Gobierno y a una Guardia Civil que sabe muy bien de qué hablan los vecinos, porque ha tenido que acudir al edificio en varias ocasiones. “Son personas muy problemáticas”, advierte una vecina, indignada porque hasta ahora “ni la Guardia Civil ni nadie ha podido hacer nada”.

"No es una cuestión de racismo"

A sabiendas de que la solución pasa porque el propietario interponga la correspondiente denuncia, el Ayuntamiento ha confirmado que es una entidad bancaria, y le ha remitido un escrito justificando la urgencia. “No es una cuestión de racismo, ni mucho menos, es un problema grave de convivencia”, afirma el alcalde, Gustavo García, con preocupación, porque junto a las amenazas hay habido problemas de salubridad y de seguridad. “Desde el Ayuntamiento instamos al propietario a actuar porque se puede generar un problema más grave y la gente, la verdad, es que está muy inquieta”.

Todos temen lo mismo: que las ocupaciones se extiendan por otras casas. “Todos miramos la casa de al lado, damos paseos para ver que no haya nadie extraño y dejamos las luces puestas, pero el miedo está ahí”.

Según relatan varios vecinos, algunos de los ocupas “andan con drogas y en el edificio se han encontrado jeringuillas”. También han empezado los robos en un pueblo donde siempre ha reinado la sensación de seguridad. “Fresnillo siempre ha sido un pueblo súper tranquilo en el que nunca ha pasado nada de esto. Aquí hemos llegado a dejar las llaves del coche puestas, pero ahora estamos todos aterrorizados y no vamos a parar hasta que se vayan porque no saben lo que es convivir”.

Ante la sospecha de que los menores que se encuentran en la casa ocupada no estén escolarizados, los Servicios Sociales tuvieron una reunión con las familias, pero se desconoce el resultado del encuentro.

Enganchados

En el edificio los ocupas se han enganchado de forma ilegal a la luz, y aunque la compañía Iberdrola se la ha cortado en al menos dos ocasiones, han vuelto a forzar el cuadro. “Es un peligro”, denuncian los vecinos preocupados por un posible incendio y sin olvidar el riesgo de descargas eléctricas. “Yo no sé lo que hay que hacer para que les echen, pero esto no es normal. Nosotros no somos violentos, aquí somos personas normales pero necesitamos una solución ya”, exige otro vecino.

Aunque todos los vecinos hablan, ninguno quiere que se publique su nombre por miedo a represalias. El jueves hubo un juicio contra uno de los ocupas por amenazas de muerte.

Otros casos

Aunque en la comarca de la Ribera ha habido otros casos de ocupas, hasta ahora ninguno había sido violento. Eso sí, en todos los casos, los propietarios han vivido un auténtico calvario.

A sus 75 años Belarmina tuvo que lidiar con dos menores que se habían instalado de forma ilegal en su casa de Castrillo de la Vega. Gracias a los vecinos, en su caso la ocupación apenas duró unas horas, pero el susto fue “tremendo”. “Llamé hasta al 016”, contaba.

En Aranda, la propietaria de una casa del barrio de Santa Catalina no corrió la misma suerte. Tuvo que litigar durante 7 largos meses en los juzgados hasta que los ocupas abandonaron la casa familiar, donde habían vivido sus padres y ella su infancia. Cuando entró todos los recuerdos estaban destrozados, incluidos los rosales que con tanto amor cuidó su madre antes de fallecer.

También en Aranda, en plena plaza Mayor, una familia arandina descubrió que los ocupas habían accedido sin permiso. Eligieron el piso que más se ajustaba a sus preferencias y no dudaron en pintar paredes y hacer grafitis. Lo peor fueron las fotos familiares, algunas centenarias. Las rompieron todas.

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