El Correo de Burgos

Ciruelos de Cervera tira de circo para reivindicar la vida en el mundo rural

Los vecinos imploran un médico que desde la pandemia no ha vuelto

Imagen de la primera edición del festival Friccc de Ciruelos de Esgueva

Imagen de la primera edición del festival Friccc de Ciruelos de CerveraLoreto Velázquez

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Aranda

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Volteretas, conciertos, marionetas, magia, talleres, juegos y bailes tradicionales. El circo vuelve a Ciruelos de Cervera y lo hace con un objetivo claro: reivindicar la vida en el mundo rural. Se trata de un proyecto iniciado hace dos años por dos hermanos del pueblo, Sara y Alfonso, pero cuenta con el apoyo de 70 voluntarios. La próxima edición del festival Friccc tendrá lugar del 7 al 9 de junio y la entrada es gratuita hasta completar aforo.

Pero, ¿Qué necesita Ciruelos de Cervera? La principal prioridad, según explican es recuperar el médico, un servicio que se dejó de prestar por la pandemia, en el confinamiento, y que a excepción de días muy contados no ha vuelto. “Para los vecinos es muy importante”, insisten.

La reivindicación cuenta con el apoyo del Ayuntamiento, que también apoya el festival y sus objetivos. Según detalla la concejala Purificación Martínez Hernando, el médico ha estado sin ir desde comienzos de 2020 hasta marzo de este año. “En marzo llamó y dijo que vendría cada tres semanas un jueves y solo con cita previa, pero aquí no ha venido. Lo único que se mantiene es la enfermera que viene todas las semanas”, lamenta, convencida de que con médicos los pueblos tendrían una alternativa de futuro. “Muchas personas se van por achaques”.

Festival Friccc

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Aunque el grueso de los 30 vecinos que viven todo el año (de un total de 107 censados) ronda los 70 años, “todavía podemos conducir”, pero hay mucha gente mayor que no tiene cómo ir al médico si no es por la solidaridad de sus vecinos. “Cuando nos ponemos malos, vamos a Lerma, pero si el médico que nos toca está esa mañana en otro pueblo, como puede ser Quintanilla del Coco, tienes que ir hasta allí y si no, esperar a las tres de la tarde a que empiece el turno de urgencias”.

“Aquí se vive muy requetebien”

Por lo demás, el pueblo lanza un mensaje de esperanza. “Aquí se vive muy requetebién”, asegura la concejala. A diferencia de otros municipios, y salvo el médico, tienen casi todos los servicios básicos cubiertos, incluida una pequeña tienda de ultramarinos y un bar que llevan, siguiendo la tradición familiar, Eduardo y Dani. El panadero va a diario, incluidos los domingos; hay dos carniceros que van dos días, un pescadero que pasa otros dos, así como butano y podólogo cada 15 días, y un bibliobús que hace parada cada dos semanas. Además, hay un autobús que los conecta con Burgos de lunes a sábado. “Aquí hay vida”, afirman.

Este año no ha sido fácil. Todos los miembros de la corporación eran nuevos, y además el Secretario se marchó, por lo que todo quedó paralizado durante 8 largos meses. Por suerte, su fortuna ha cambiado y con nueva secretaria el Ayuntamiento prepara los proyectos que quiere poner en marcha, como las dos últimas fases de la renovación de la canalización del agua o la recuperación de una casa particular de arquitectura tradicional que el Consistorio compró hace seis años y que está en “muy mal estado”. “La idea es rehabilitarla y que tenga una función cultural”, adelanta la concejala.

Por otro lado, convencidos de que en Ciruelos de Cervera hay mucho que ver y vivir, se han apuntado al programa ‘Te Enseño Mi Pueblo’ de la asociación ADRI Ribera.

Friccc

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El festival Friccc comenzó su andadura hace dos años gracias al impulso de dos hermanos: Sara y Alfonso. Él vive en Ciruelos de Esgueva, pero ella lleva tiempo fuera, en Bruselas, donde trabaja en una compañía circense. En su primera edición, el festival alcanzó las 1.000 personas, todo un hito para un proyecto que busca visibilizar el mundo rural a través de las artes escénicas. También trabaja para fomentar la igualdad entre hombres y mujeres, pero sobre todo es una oportunidad para el encuentro, una cita con la magia del circo y el teatro de calle, con la emoción de la música en directo y con la diversión de compartir juegos, charlas, comidas y bailes.

Con cerca de 70 voluntarios, el pueblo se vuelca. “Los vecinos nos ayudan muchísimo y también el Ayuntamiento. Además, contamos con el apoyo de la Fundación Círculo y estamos hablando también con la Diputación”, detalla Sara. El presupuesto ronda los 30.000 euros y el objetivo es claro: “No vamos a crecer. Queremos que sea un festival cercano, cómodo, hecho con amigos y con la gente del pueblo, que colabora un montón”, agradece con la mirada puesta, por ejemplo, en la decoración que con esmero están rematando las mujeres, en las canciones folclóricas que van a cantar otras así como conciertos didácticos y “en alguna sorpresilla más que también habrá”. “Han salido un montón de artistas y las hemos integrado en el programa”, anima.

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