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El Supremo libra de cárcel al conductor ebrio que provocó la muerte de Lucía del Mazo

El accidente se produjo en Aranda de Duero. Ella tenía 22 años y un bebé de 24 meses

Tiempos felices en los que Lucía se reía con su hermana y su bebéA.P.

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Aranda

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Se acabó la lucha de la familia de Lucía del Mazo, la joven que murió en Aranda de Duero el 18 de febrero de 2018 tras ser embestida por un Porsche Cayenne, cuando volvía de cenar en su coche con su pareja y su bebé. El Tribunal Supremo ha decidido respetar las sentencias dictadas en instancias anteriores por lo que el condenado, a dos años de cárcel, no entrará en prisión.

Además los padres de la víctima se ven obligados a hacer frente a las costas judiciales. “Iba completamente borracho y conducía sin luces y a toda velocidad, pero nada importa. Él se libra y a nosotros solo nos queda poner flores en su tumba. ¿En qué país estamos?”, lamentan los padres, Alicia y Moisés.

La desolación es completa. “Cuando el Tribunal Supremo admitió la causa pensábamos que se iba a hacer por fin Justicia, pero ni siquiera le han quitado el carné de conducir. Es como si no hubiese pasado nada, como si mi hija no estuviera muerta y enterrada por su culpa”.

Ellos lo tienen claro: “no fue un accidente, fue un asesinato”. “Hay que cambiar las leyes, no puede ser que conducir borracho sea un eximente en lugar de un atenuante”.

El virulento choque se produjo en el número 73 de la Avenida Castilla, en Aranda de Duero. Según consta en sentencia, el condenado atravesó un paso sobre-elevado previo a un paso de peatones, sin percatarse de que le precedía un Renault Megane, donde Lucía llevaba a su familia de regreso a casa. La colisión fue tan brutal que desplazó el vehículo 86 metros hasta que Lucía colisionó con un árbol de la mediana y con una señal de tráfico. Por su parte, el vehículo del procesado se desvió hacia la derecha como consecuencia del impacto, atravesó el carril bici y se subió a la mediana ajardinada hasta colisionar con una farola.

Lucía resultó la peor parada. Aunque los médicos hicieron todo lo posible, primero en el hospital Santos Reyes y luego en Burgos, nada se pudo hacer. El resto de implicados se vieron afectados en diferente medida. La pequeña que acababa de cumplir dos años sufrió una fractura en la tibia izquierda que le ha dejado una desviación de la pierna fracturada, pero sobre todo tiene desgracia de tener que crecer sin su madre.

Junto a Lucía viajaba también su pareja, un joven de 25 años. Él sufrió cervicalgia y lumbalgia postraumática así como estrés postraumático.

Por su parte, el conductor que causó el accidente iba acompañado de una persona de mediana edad. En la prueba de alcohol el autor del accidente dio positivo con 0,94 miligramos de alcohol por litro de aire espirado, cuando el límite está, según la Ley, en 0,25 mg/l. De drogas no se le practicó ningún test. “Es algo que tampoco entendemos”, cuestionan los padres de Lucía.

En su defensa, la Justicia tuvo en cuenta que el condenado había ingresado de forma voluntaria 60.000 euros, pero la familia lo ha dicho por activa y por pasiva. “Nunca hemos pedido dinero, lo único que queríamos es que pagase por lo que le hizo a mi niña y solo se puede pagar de una forma: entrando en prisión y cumpliendo la pena, lo demás es dinero sucio”.

Asimilar la noticia no está siendo fácil. “El día que nos lo dijeron entramos como el shock y la verdad es que seguimos en plano. No podemos creer lo que ha pasado. ¿Cómo se supone que vamos a pasar página si el culpable de la muerte de mi hija está libre disfrutando de la vida? ¿Cómo se puede pasar página si ni siquiera se ha dirigido a nosotros para pedirnos perdón? Ni una triste carta”, lamenta Alicia.

Junto a la rabia, la impotencia y la tristeza, la familia de Lucía del Mazo tiene además que hacer cuentas. “Solo con el papelito para hacer el recurso ante el Tribunal Supremo fueron 3.000 euros. Ahora nos han dicho que las costas del Supremo son 6.000 y falta ver las de la Audiencia, que también las tenemos que pagar”, rechaza sin olvidar el coste de los abogados, unos 35.000 euros en total. “Se supone que hay una parte que nos tiene que pagar él pero todavía no sabemos”.

Con la sentencia firme, solo les queda saber que al menos lo intentaron todo. “Han sido seis años horribles, y aunque lo hemos intentado todo no es consuelo. Mi hija tenía 22 años, tenía toda la vida por delante. Con su asesinato nos mataron a todos. Solo espero que lo piense cada noche”.