El Correo de Burgos

Tras dos años cerrado, Fuentenebro reabrirá en julio el único bar del pueblo

El Ayuntamiento convertirá en un año la antigua casa del cura en un bar con centro social

El alcalde, José Luis Pérez Pecharromán, posa en la puerta del futuro bar municipal de Fuentenebro

El alcalde, José Luis Pérez Pecharromán, posa en la puerta del futuro bar municipal de FuentenebroLoreto Velázquez. Video realizado por Nacho Rincón

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Aranda

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Grandes noticias llegan a Fuentenebro. Tras dos años sin bar, el servicio volverá a estar operativo el próximo mes de julio. La llamada pública que hizo el Ayuntamiento ha funcionado y hay dos personas interesadas. Según explica el concejal de Cultura, Manuel Cereijo, en una semana y media se abrirán los sobres y se decidirá la mejor opción. “Estamos deseando que abra de nuevo”, asegura.

Según figura en el pliego que el Ayuntamiento publicó el 14 de mayo en el Boletín Oficial de la Provincia de Burgos, además de la oferta económica, tendrán en cuenta el número de servicios adicionales que se oferten, el horario, la experiencia en hostelería y el proyecto vital y de arraigo con el municipio.

El bar conocido como Bar Pinto cuenta con toda la equipación necesaria, pero será un emplazamiento temporal. Y es que, el Ayuntamiento está preparando un ambicioso proyecto para convertir la antigua casa del Cura, que ha adquirido por 28.000 euros, en un bar municipal y un centro social. “Como es una obra muy grande queremos comenzar a rehabilitar la parte donde irá el bar para que pueda empezar a funcionar lo antes posible”, señala el alcalde, José Luis Pérez Pecharromán, con la mirada puesta en un plazo de un año “o incluso antes”.

Es sin duda el proyecto más importante de la legislatura. “El Arzobispado nos dejó un precio muy interesante y la verdad es que es una oportunidad para Fuentenebro”.

Según detalla el regidor, en estos momentos están con el proyecto para ver cuánto puede costar. “El caserón está muy deteriorado y hay mucho trabajo por hacer, pero vamos a ir paso a paso, primero con el bar y luego con el resto y esperamos contar con la ayuda de la Diputación y de la Junta de Castilla y León porque este tipo de proyecto es fundamental para el día a día del pueblo”.

Además llevan años ahorrando. “Afortunadamente tenemos las cuentas muy saneadas y estamos preparados”, afirma mientras nos enseña el caserón. “El bar tiene un patio grande de 20 metros cuadrados y luego el resto del edificio será un salón social para que cualquier vecino lo pueda utilizar para un evento”.

Tras dos años de parón, el pueblo echaba de menos el bar. “Solemos ir a Moradillo de Roa o Aldehorno, que está a 4 kilómetros, pero es una faena porque al final dependes del coche. La parte buena es que aquí tenemos una cuadrilla bastante grande y nos organizamos bien en las bodegas”, destaca el alcalde.

Con 140 vecinos censados y unos 85 que residen todo el año, Fuentenebro vive principalmente de la agricultura y el vino. De hecho está sirviendo de motor para el pueblo, con iniciativas interesantes como la Jornada sobre viñedos en altura, del pasado 24 de mayo, o la Feria del Vino, que celebrará la segunda edición en julio. Ambos proyectos llegan gracias a la implicación de la Asociación Amigos del Alforjillas, con la que un buen grupo de vecinos rinden homenaje a su vecino más querido, Ángel Herranz, fallecido en enero de 2013. “No conozco a nadie en toda la Ribera que no me hable de él con cariño”, afirma con emoción. Lo hace además en la calle que lleva el nombre del hostelero, donde se ubica el Rincón del Pasado, un restaurante lleno de historia que sigue siendo un referente gracias al empeño de su viuda, Begoña. “Se come fenomenal y el ambiente es muy agradable”, anima el alcalde.

En servicios, y a falta de resolver el problema del bar, tienen casi de todo. “Viene el pescadero, la carnicera… Tenemos panadero 3 días a la semana, frutero los miércoles y también nos traen las medicinas. Solo nos hace falta que se refuerce el servicio sanitario”, advierte al recordar que antes de la pandemia el médico iba dos días a la semana pero desde entonces solo va uno, y “hace mucha falta porque hay mucha gente mayor”.

Él trabaja en Gerardo de la Calle, en Aranda de Duero, pero tiene claro que su sitio es Fuentenebro. “Es una gozada vivir en un pueblo así; hay muy buen rollo”, termina.

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