Crisis hostelera en Aranda: "Tenemos clientes, pero no camareros para dar el servicio"
La hostelería arandina vive un momento muy complicado por la escasez de personal
Todos coinciden. Es algo que no se ha visto en la Ribera del Duero en los últimos veinte años. La falta de camareros y cocineros comienza a colapsar la hostelería de Aranda y la comarca. “Hay una escasez tremenda”, lamenta Rafael Miquel, del asador Casa Florencio, consciente de que si tras la pandemia costó atraer de nuevo a los clientes, ahora “tenemos clientes pero no camareros para dar servicio”.
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Faltan camareros, cocineros, jefes de sala, pero también se echa de menos experiencia y calidad. Según explica, los que llegan apenas tienen experiencia, vienen de otros sectores o incluso de ninguno, y eso exige un “esfuerzo sublime en formación”. “Si a eso le unimos las condiciones laborales que se negocian en todos los sentidos, porque más que en tema de dinero, que siempre he negado que se pague mal, lo que sí priorizan son las libranzas y los horarios, y eso va a tener como consecuencia una subida de costes e inevitablemente un incremento de precios al consumidor”, señala con temor porque los restaurantes que no tengan una marca consolidada tendrán muchas dificultades para resistir y no cerrar.
El panorama no deja mucha alternativa. “Seguiremos siendo un sector super potente y motor nacional pero seremos un sector algo más caro, que es precisamente lo que ha pasado en Estados Unidos donde en los últimos siete años ha multiplicado por 2 los precios, precisamente por el mismo motivo: la falta de personal”.
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Pero, ¿Qué está haciendo la hostelería arandina y ribereña para afrontar esta crisis ya histórica? Por el momento el déficit de profesionales se está viendo en la noche con el cierre de 7 u 8 sitios icónicos. “Cada vez hay menos sitios para cenar”, lamenta a sabiendas de que no es lo único que está cambiando. Y es que, ante la falta de trabajadores muchos restaurantes están optando por abrir solo de jueves a domingo, o incluso exclusivamente viernes y sábados.
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Por otro lado, muchos de los que funcionaban todo el día desde desayunos a la cena han recortado el horario por necesidad. Para los que quieren montar o ampliar un negocio, la falta de personal supone también un verdadero escollo.
Es el caso de Daniel de la Morena. Tras consolidar El Tubular como una de las mejores barras de pinchos, hace 8 meses decidió dar el salto y abrir una nueva etapa en el bar-restaurante La Perla, en pleno centro de Aranda. “Desde el principio he intentado mejorar en todo lo posible las condiciones de los empleados, pero lo que está pasando no lo he vivido en los casi 15 años que llevo en hostelería. No hay profesionales”.
Su situación ha llegado a tal punto que hace tres fines de semana tuvo que colgar el cartel de ‘cerrado por falta de personal’. “Es un desastre, el primer equipo que se supone era profesional casi me lleva a la ruina porque no sabían gestionar una nevera, un congelador y eso significa tirar mucha comida y mucho dinero”, lamenta.
De hecho, hasta que encuentre un nuevo equipo de confianza, él se encarga ahora de la cocina. “Llevo un mes así”, advierte convencido de que “muchos piensan que todos pueden ser camareros o cocineros, pero “nada de eso”.
Escuela de hostelería
Aunque la Escuela de Hostelería de Aranda continúa funcionando, no va al ritmo que precisa un sector cuyas necesidades han ido creciendo en los últimos años gracias sobre todo al enoturismo y gastroenoturismo, dos conceptos que “han llegado para quedarse”. “Ahora septiembre, octubre y noviembre son potentísimos cuando antes eran meses normales”, ejemplifica Rafael con la mirada puesta en camareros pero también en profesionales de cocina, que tampoco hay, así como otros cargos indispensables en el funcionamiento de un restaurante como personal de atención al público o ‘hostes & Control’, perfiles que no se forman en Aranda. “Esas formaciones se dan en las escuelas de Madrid o Valladolid y allí es muy difícil conseguir que vengan”.
Soluciones
Las soluciones no son sencillas. Según explican los expertos consultados, las asociaciones de hosteleros están moviendo a nivel provincial, regional e incluso en el ámbito estatal la posibilidad de poder traer de otros países a personas con contrato, como se ha hecho en el campo, por ejemplo para la campaña de la fresa o con los médicos en pandemia. “Hay gente de fuera muy preparada, bien formados en universidades culinarias que saben hacer las cosas pero no tienen papeles y no pueden trabajar”, apremia Daniel a sabiendas de que, con un índice de desempleo que roza el paro técnico, “la situación en Aranda es más complicada” que en otras zonas.
Pese a todo, Rafael Miquel termina con un llamamiento a la esperanza. “Sé que estamos en un momento muy difícil pero estoy seguro de que todo se estabilizará tarde o temprano. Hay que tener esperanza”.