“Si todo sigue así, este año salvamos el desastre de la cosecha 2023”
Juan Antonio acaba de recoger el trigo y prepara la recolecta del girasol
Tras un año particularmente duro, como fue para él el 2023, en el que perdió gran parte de su cosecha, este año el panorama se presenta mucho más alentador. “El trigo ha ido muy bien y el girasol tiene también buena pinta”, asegura Juan Antonio Arlanzón, esperanzado porque “si todo sigue así, podré pagar las deudas del año pasado”. “Fue una campaña terrible; entre el pedrisco y la sequía se me fastidió casi todo”
Este agricultor burgalés cuenta con 200 hectáreas de secano entre Ciadoncha, su pueblo, y Villariezo y Quintanadueñas, que reparte entre girasol, cebada, trigo y veza.
Con 6.000 kilos ya recogidos de trigo, la perspectiva ahora cambia. “Empezaré a cosechar el girasol la semana que viene. Por ahora tiene buena pinta, pero, ya se sabe, hasta que no entre con la cosechadora no se verá de verdad”, advierte, mientras pone como ejemplo la cebada de Villariezo: “parecía que venía bien y no llegaron a los 4.000 kilos”.
La mala noticia llega en su caso con la veza. “La cogí para forraje porque se la pensaba vender a un ganadero de un pueblo de aquí al lado, pero se me ha mojado y no vale para nada. El precio será ridículo y, en esto, me temo que no podré rentabilizar los costes de producción”, explica, a sabiendas de que la veza es el cultivo que menos tiene. “Sobre todo tengo trigo y cebada, y luego girasol”.
A diferencia del viñedo, donde la falta de personal supone un verdadero quebradero de cabeza, Juan Antonio no depende de nadie. “Aquí me apaño solo para lo bueno y para lo malo”.
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Aunque los precios no tienen nada que ver con las subidas estratosféricas del año anterior, los insumos siguen obligando a hacer muchas cuentas. “Han bajado algo pero no lo suficiente. Siguen carísimos”, lamenta.
Por el contrario, el precio del grano de trigo y cebada ha bajado. “Estábamos hace nada en algo más de 61 pesetas (0,37 euros) y ahora estamos a 35, pero hemos llegado a 31 pesetas (0,19 euros). En UCCL protestamos y está subiendo un poco, pero hay que esperar”, asegura. En su caso, guarda el grano hasta que encuentra el mejor momento para venderlo a almacenistas y a una cooperativa, aunque “no soy cooperativista”. “Este tiempo de impasse me obliga a tener mucho espacio porque, al final, tienes que almacenar mucho y guardar también la maquinaria, que cada vez hay más”.
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Con más de diez años de experiencia en el campo, desde que heredó la tierra de su padre, que también era agricultor, Juan Antonio ha probado con otros cultivos. “En su día sembré garbanzos y guisantes, pero no iban bien, no funcionaban. Por eso, como la nueva PAC obliga ahora a sembrar leguminosas, opto por veza y titarros”.
De cara al futuro, Juan Antonio quiere probar con la colza. “Me parece un cultivo muy interesante, pero ahora mismo es inviable; ha bajado de 1.500 euros la tonelada a algo más de 400, y los costes son muy elevados. No es el momento, pero lo tendré en cuenta”.
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Junto a los insumos, sobre todo los abonos, preocupa también la reparación del tractor. “En los talleres agrícolas cada vez hay menos gente. Aquí en Burgos cuesta encontrar y los que hay, como tienen mucha carga de trabajo, no te lo dan todo lo rápido que necesitas, y además todo es carísimo. Cualquier pieza, como sea un repuesto oficial, te sale por un ojo de la cara. Un tornillo oficial, por ejemplo, te puede costar 60 euros, pero si lo compras fuera de la marca baja a 60 céntimos. Es increíble”, subraya, a sabiendas de que las marcas hacen tornillos especiales “para que no te quede otro remedio y entres por el aro”.
Si bien es cierto que la temporada está a punto de terminar, en cuanto siegue los girasoles, enseguida empieza el nuevo ciclo. “Yo voy un poco más tranquilo porque, como no tengo empacadora, no recojo paja, pero en cuanto quito el girasol, siembro trigo, porque ahí no hace falta que repose la tierra. El descanso llega desde que cosecho el cereal, en agosto, hasta que siembro el girasol en mayo”.
En su opinión, el futuro seguirá siendo “negro” hasta que cambien las políticas agrarias de la PAC y Agroseguro. “Yo no sé cómo no se dan cuenta, pero cada vez hay menos agricultores y, ya no te digo, ganaderos. Ahora hay que trabajar más para cobrar lo mismo. No es vida”.