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Los enfermeros que lo dejaron todo para vivir en un pequeño pueblo de Burgos

Berta y José han cambiado sus carreras como enfermeros en Barcelona por proyectos propios en plena España rural

Berta posa en su tienda de GuzmánLoreto Velázquez

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Aranda

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¿Imaginan dejar su tierra y su carrera profesional por vivir en un pueblo de 100 habitantes? Es la elección de vida que han hecho Berta Barbosa y su pareja, José Gomes, dos portugueses que, en su día, hicieron las maletas para ejercer como enfermeros en Barcelona y que lo han dejado todo por vivir en el pequeño pueblo de Guzmán, en pleno corazón de la Ribera del Duero. “Es un giro total, pero no me arrepiento. Aquí hemos encontrado la felicidad”.

Berta y José nacieron en Portugal, pero a los 22 años decidieron crecer profesionalmente en España. Aquí trabajaron en Barcelona hasta que la pandemia se interpuso en su camino. “Tuve Covid bastante fuerte y se me quedó persistente, con problemas de memoria y movilidad, además de la pérdida de olfato que no he vuelto a recuperar. Yo trabajaba en una UCI pediátrica y me di cuenta de que no podía seguir. Fue muy duro”, explica Berta.

Con cero ayudas, Berta decidió reconvertirse y, tras mudarse a Guzmán, ha montado a sus 38 años su propia tienda de recuerdos, productos gourmet y complementos, que en su mayoría confecciona ella. “Siempre me ha gustado la artesanía y las manualidades, así que estoy feliz con esta nueva versión creativa”, subraya, sin olvidar productos que llegan de colaboradores, como los quesos de Guzmán, vinos de la zona, la miel y la cosmética artesanal. Para ello, utiliza la casa anexa a su nuevo hogar. “La estamos rehabilitando poco a poco, pero nuestra idea es convertir la planta de arriba en un espacio cultural”.

Pero, ¿por qué Guzmán? “Cuando íbamos a visitar a la familia a Portugal, siempre hacíamos parada de camino en algún sitio pequeño. Un día descubrimos Guzmán. Dormimos en el palacio y nos gustó muchísimo. Tanto que, a la vuelta, decidimos parar de nuevo, algo que nunca hacíamos porque siempre nos gustaba descubrir nuevos sitios”, relata.

Así repitieron en cada viaje, en una rutina que pronto extendieron a las vacaciones. “Decidimos buscar una casa y, aunque al principio era para algo muy estacional, con la pandemia decidimos cambiar de vida y buscar algo más tranquilo para nosotros y para nuestros hijos”, señala.

Guzmán cumplía además dos requisitos fundamentales: acercarles a Oporto, donde viven sus familias, y ser un sitio cómodo para los niños. “No queríamos que el cambio fuese muy grande y ellos entienden el portugués, pero no lo controlan, como sí hacen con el catalán o el castellano, y aquí, desde el primer día, ya hicieron amigos”.

José, por su parte, ha pasado de coordinar una consulta como enfermero en Barcelona a gestionar un restaurante en Anguix, que se llama Arrenes. “Abrió en septiembre del año pasado con su socio, que se llama Tomás Gaitán, que es el chef, y la verdad es que va muy bien. Tienen un menú degustación en el que Tomás reinterpreta platos tradicionales con una visión más moderna y están muy contentos”, celebra.

Berta lo tiene claro: “En estos pueblos ganas calidad de vida”. “Es verdad que, si lo comparo con el ajetreo de Barcelona, aquí hay menos servicios, pero he ganado en tiempo con mis hijos, con mi familia”, termina con la mirada puesta en sus tres pequeños de 10, 8 y 1 años.