El Correo de Burgos

Fresnillo de las Dueñas

Un rincón con historia y un destino ideal con niños

Trotaburgos. El pueblo tira de deporte y cultura para desafiar a la despoblación

«Es un pueblo tranquilo que invita a pasear, anima el alcalde, Gustavo García.

«Es un pueblo tranquilo que invita a pasear, anima el alcalde, Gustavo García.ECB

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Aranda

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Fresnillo de las Dueñas es una de las excepciones de la España Vaciada, con un crecimiento continuo de vecinos. Situada al sureste de Aranda de Duero, en la provincia de Burgos, su origen se remonta a enero de 1095, cuando se otorgó un fuero de repoblación gracias a la figura de García Ordóñez, conde de Nájera y Calahorra, rival del Cid y alférez de Alfonso VI, además de esposo de doña Urraca.

En su historia, tuvieron también un protagonismo especial las monjas premostratenses que llegaron de La Vid en 1154 y estuvieron hasta que la peste negra hizo acto de presencia en 1390. Aunque el convento dedicado a Nuestra Señora del Coro no sobrevivió, su legado perdura en el nombre del lugar.

Además de su relación histórica con el río Duero, Fresnillo ha sido escenario de historias milagrosas. Según la tradición, San Pedro de Osma, a quien los habitantes de la villa profesan gran devoción, protagonizó un hecho extraordinario en tiempos de sequía. Se dice que, al rezar bajo una encina, el santo logró que brotara agua de su tronco, lo que permitió a los vecinos aliviar su sed y utilizarla como medicina durante años. Este milagro aún se recuerda con fervor en la capilla de la Iglesia de Osma y es parte del legado espiritual de la villa. Como tributo de todo esto, hay dos bellos murales que firma el artista Nano Lázaro.

Especial parada merece la iglesia de Nuestra Señora de la Natividad, con orígenes románicos. Fue ampliada en el siglo XVI con elementos góticos y alberga valiosos tesoros artísticos, como un retablo barroco y esculturas de los Cuatro Evangelistas, atribuidas al célebre Gil de Siloé.

No se puede hablar de Fresnillo sin mencionar la ermita de San Pedro, ubicada en la plaza del pueblo, uno de los espacios a visitar. Ahí encontrarán la escultura con que la localidad rinde homenaje a la mujer rural, realizada por el artista Ángel Gil.

La ermita de San Pedro, ubicada en la plaza del pueblo.

La ermita de San Pedro, ubicada en la plaza del pueblo.ECB

Con 688 vecinos, Fresnillo de las Dueñas es un pueblo con mucha vida y un destino ideal para ir con niños. Sus instalaciones deportivas son la envidia de los pueblos de la Ribera del Duero, con frontón, polideportivo, campo de fútbol 7 de hierba artificial, pista de tenis, de pádel y hasta un espacio reservado a juegos tradicionales como la Rana, la Tanguilla o los Bolos.

En los meses de frío, la actividad se traslada al centro cultural, donde se encuentran también la ludoteca infantil, la juvenil, la biblioteca y el salón de actos. El calendario de actividades es continuo y el otoño cultural es una fiel muestra del orgullo local, y siempre hay artistas vecinos.

En octubre, por ejemplo, están programadas una actividad medioambiental para el día 4; un concierto de jazz, el sábado 12; la presentación de la novela ‘El Palimpsesto de Templario’, el 18 de octubre; un cross popular en favor de Cruz Roja (sábado 19); la representación teatral ‘Guía de la buena esposa’ (sábado 26) y la noche de Halloween, con truco o trato y chocolatada (31 de octubre). En noviembre, llegará otro de los momentos esperados: las XXXII Jornadas Micológicas de la Ribera, los días 9 y 10.

Uno de los murales que embellecen el pueblo.

Uno de los murales que embellecen el pueblo.ECB

Impulsado por la cercanía de Aranda de Duero, Fresnillo de las Dueñas se alza como un pueblo residencial en el que destacan las casas bajas y las urbanizaciones con piscina. «Es un pueblo tranquilo que invita a pasear. Yo les recomendaría visitar la plaza, la iglesia parroquial y luego descubrir los lavaderos tradicionales que se han rehabilitado y son una maravilla. Para pasear, hay un camino fantástico en la calle que va paralelo al río», anima el alcalde, Gustavo García.

Si entra el hambre, el bar Sarmiento es una buena parada con platos combinados y menú del día, y aunque cualquier fin de semana es bueno para visitar este pueblo, a principios de septiembre son las fiestas patronales. «Siempre serán bienvenidos», termina el alcalde.

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