La burocracia lastra la puesta en marcha de la comunidad energética compartida de Guzmán
Los vecinos afectados llevaban año y medio esperando la activación
Cuando decidieron dar el paso y crear su propia comunidad energética compartida, todas ellas eran buenas perspectivas: un ahorro en el factura del 40% y, además, la satisfacción de cuidar el medio ambiente con energías limpias y renovables. Sin embargo, la implementación está resultando mucho más complicada de lo esperado. "Ha pasado un año y cinco meses desde que instalamos las placas fotovoltaicas en junio de 2023 y todavía no somos autoconsumidores", informa Beatriz García, vicepresidenta de la asociación de vecinos 'Guzmán Renovable'.
Con 90 habitantes censados, Guzmán proyecta dos comunidades energéticas. El primero, que creó hace un año y medio, abarca 14 puntos de suministro, entre hogares, equipamientos municipales y pequeños comercios. La potencia instalada alcanza los 30,3 kWp, con una producción anual estimada de 42.128 kWh, lo que representa el 98% del consumo anual de la comunidad. El segundo, que tampoco está activo, se empezó a desarrollar a principios de este año y es de menor tamaño, con 12 kWp y once puntos de suministro.
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Según explica, conseguir todos los permisos ha sido una odisea. “Nos hemos encontrado con muchos obstáculos, sobre todo por parte de la distribuidora IDE Iberdrola. Nos han cancelado archivos, uno incluso por una falta de ortografía que nunca logramos encontrar, y va todo muy lento; Incluso ahora que ya tenemos todas las autorizaciones, no sabemos por qué no avanza, porque se supone que la distribuidora ya ha dado el visto bueno a la comercializadora", lamenta, convencida de que debería haber una ley. "El que fija los plazos máximos para solicitarla puede tardar seis meses, un año... No hay límite", rechaza.
El retraso preocupa, además, por el quebranto económico que supone, ya que, aunque el 50% de los 40.000 euros que ha costado la inversión está subvencionado, los vecinos solo pueden recibir la ayuda cuando el proyecto esté terminado y en marcha. “Por el momento estamos pagándolo todo”, afirma a sabiendas de que no son los únicos. “A día de hoy hay muy pocas comunidades energéticas y en casi todas vemos los mismos problemas”.
En cuanto las placas comiencen a funcionar, los vecinos ya tienen claro el funcionamiento. “Ahorramos mientras las placas producen, y eso implica cambios de consumo, porque mientras en una factura normal el ahorro está en la noche, que es cuando la gente espera para poner las lavadoras, aquí tenemos que aprovechar el momento en que las placas producen más energía, que es a las 12 del mediodía”.
El sistema está pensado, además, en el autoconsumo. “Los excedentes no interesan, porque el precio del kilovatio no tiene nada que ver cuando vendes que cuando compras; es mucho más bajo. Por eso el sistema está pensado en aprovechar la energía al máximo y que apenas haya excedente”, detalla, al recordar que “la infraestructura incluye un sistema de monitorización en tiempo real que nos permite, como usuarios, conocer la producción y consumo energético, optimizando el uso de los excedentes”.
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Para ello, la asociación organiza charlas y talleres para que todos los usuarios sepan cómo funciona y “se adapten” para “consumir de la manera más eficiente”. “El retraso no solo nos está impidiendo ahorrar, también nos está mermando la capacidad de unas placas que tienen una vida útil de entre 25 y 30 años, y ya llevamos perdidos uno y medio”.
Convencidos de que, aunque tarde, la energía fotovoltaica es el futuro, la asociación sin ánimo de lucro está moviéndose por otros pueblos para que se animen a replicar este sistema de energía compartida. “Hemos estado en Piñel, en Quintanilla de Arriba, en Vadocondes y en Santa Cruz de la Salceda. No ganamos nada ni tenemos aspiraciones económicas, pero estamos seguros de que, si existieran más comunidades energéticas, podríamos crear una red con la que se reducirían muchos de los problemas que ahora padecemos”, defiende.
La comunidad ha recibido un importante apoyo financiero de la Unión Europea en el marco del programa CE-IMPLEMENTA, que forma parte del Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia. Con una inversión total de 44.253 euros, de los cuales 24.352 euros corresponden a ayudas, el proyecto busca ser un referente no solo en ahorro y sostenibilidad, sino también en cohesión social.
Además, esta iniciativa cumple con los objetivos de desarrollo sostenible propuestos en el PERTE-ERHA, un proyecto a nivel nacional destinado a movilizar una inversión superior a los 16.300 millones de euros en energías limpias, y cuenta con el respaldo de SODEBUR, Energética Cooperativa y la Universidad del País Vasco, que ha instalado una estación meteorológica. “Al final se trata de buscar un futuro más sostenible con un sistema que no solo reducirá el coste de la energía para los vecinos asociados, también está creando lazos sociales en favor de la sostenibilidad y de la lucha contra el cambio climático”, concluye.
La comunidad energética ‘Guzmán Renovable’ fue distinguida el año pasado con el prestigioso premio ‘Fuentes Claras’, que otorga la Junta de Castilla y León en reconocimiento a una iniciativa que está revolucionando la forma de gestionar la energía en este municipio rural.