JUEVES SANTO
El dolor de Jesús y María trasciende a las víctimas de la guerra y de la pandemia
La procesión del Encuentro desborda la plaza del Rey San Fernando mientras las cámaras de TVE retransmiten en directo el recorrido de las cofradías desde sus respectivas parroquias
Sublime por su estética, multitudinaria como siempre. Ni el mal tiempo ni la pandemia ha truncado la procesión del Encuentro. Cientos de burgaleses y visitantes, fervorosos admiradores todos ellos de la escena que recrea el último adiós de Jesús a María, se congregaban en la plaza del Rey San Fernando para celebrar un acontecimiento religioso de primer orden con 75 años a sus espaldas. Entre aplausos, vítores y alguna que otra lágrima, el casco histórico de la ciudad ha podido recuperar, por fin, una de sus citas por antonomasia en Semana Santa.
Dos rutas diferentes para un mismo destino. Con la Cruz a cuestas partía el hijo de Dios a media tarde desde la iglesia de San Cosme y San Damián. Al norte, concretamente desde San Gil Abad, la talla de Nuestra Señora de los Dolores acudía al trágico pero emotivo encuentro con Jesús. Entretanto, las cámaras de TVE no perdían detalle de ambos recorridos para que los telespectadores de toda España pudiesen disfrutar en directo de tan espectacular acontecimiento a través de La 2.
Para entonces, el entorno de la Catedral ya estaba repleto de fieles, curiosos y turistas que aguardaban, con una mezcla de impaciencia y expectación, el Encuentro entre madre e hijo. Imposible acceder a la Plaza del Rey San Fernando, ni por la calle de la Paloma ni por el Espolón. La opción más factible pasadas las 8 de la tarde para no perderse la entrada de Cristo era a través de la calle Fernán González, bajar por la plaza de Santa María y situarse en Cadena y Eleta.
Mientras el sol se retiraba poco a poco, con la lentitud perezosa de quien no quiere irse, la luna ya brillaba en el cielo, el mejor enclave posible para no perder detalle de «un momento verdaderamente hermoso de nuestra Semana Santa burgalesa cargado de emoción».
Así definía el abad de la Semana Santa la procesión Encuentro, donde el dolor compartido entre María y Jesús se extiende más allá de aquellos lugares en los que se rememora dicha escena. Por eso, el religioso pedía «compasión por los niños y tantos adultos ensangrentados por la guerra y tendidos en el suelo». Del mismo modo, ha dedicado unas palabras a todas las personas mayores que «después de haber dado tanto a sus familias han expirado en soledad por causa de la pandemia».
A continuación, justo antes de que las cofradías de Jesús con la Cruz a Cuestas y de Nuestra Señora de los Dolores intercambiasen sus flores rojas (sangre del hijo) y blancas (pureza de la madre), el costalero Juan José Estalayo y el guitarrista Mariano Mangas interpretaban un místico poema musical que ha servido para inmortalizar un momento que muchos burgaleses llevaban tres años esperando.