Interior designa al coronel de Soria para regenerar la comandancia de la Guardia Civil de Valladolid
Interior nombra a Andrés Manuel Velarde como jefe de la Guardia Civil en la provincia vallisoletana y a los tenientes coroneles Benito Donate, en Segovia, y Sergio Peñarroya, en Soria
Más de dos meses descabezada y ahora se empieza a poner orden. El ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, encarga al coronel de Soria, Andrés Manuel Velarde, la regeneración de la comandancia de la Guardia Civil de Valladolid.
El esperado nombramiento del jefe de la Benemérita en la provincia vallisoletana se ha publicado este miércoles en el Boletín Oficial de la Guardia Civil, al que ha tenido acceso este periódico, y llega dos meses y medio después de que el organigrama vallisoletano se quedara sin mando tras la jubilación del coronel Juan Miguel Recio el pasado 13 de febrero. Una comandancia que se mantenía sin jefatura en un periodo convulso, con la etapa de agitación que atraviesa en los últimos tiempos.
Velarde, que ascendió previamente a coronel, se encontraba en comisión de servicio en Soria hasta que lo trasladaran a Valladolid, puesto que en la provincia soriana corresponde tener teniente coronel, igual que en otras seis provincias. Todas salvo León y Valladolid, que tienen asignado como mando un coronel en su estructura.
Este no ha sido el único nombramiento, ya que se han producido otros dos. Interior nombra también a los tenientes coroneles Benito Donate, en Segovia, y Sergio Peñarroya, en Soria. Peñarroya, antes comandante de la III Compañía de la Guardia Civil, acaba de ascender a teniente coronel y estaba esperando destino. Con esta reordenación de efectivos a tres bandas, el Ministerio deja al fin todos los mandos ocupados para que las comandancias puedan ya encaminarse a estar a pleno rendimiento.
n el caso de Valladolid, el coronel Recio se jubiló y pasó a la reserva. Y cuando Velarde se incorpore a su nuevo puesto en la avenida Soria de la ciudad del Pisuerga, además de abordar una infinidad de asuntos pendientes, deberá continuar con la cascada de nombramientos hasta rodearse de un número dos y un número tres, puesto que los actuales están en la casilla de salida con la vista puesta en otros destinos. En lo que es la demostración evidente de lo descabezada que se encontraba la comandancia de Valladolid.
En estos momentos, el segundo de a bordo que ejerce en funciones en la jefatura vallisoletana desde la jubilación de Recio, es Javier Peña, que ya tiene su ascenso concedido y aprobado y el destino despejado, Madrid. Aunque aún no se ha publicado el nombramiento. Y con el tercero en la cadena de mando sucede algo similar. Hasta ahora era el comandante Roberto Ferrero quien asumía estas funciones, pero ya ha ascendido a teniente coronel y se le ha asignado destino en la provincia madrileña, que, además, también ha sido publicado oficialmente este miércoles.
La tarea que tiene por delante el nuevo jefe de la Guardia Civil vallisoletana es ardua ya que se va a encontrar con varios frentes abiertos.
Por un lado, están los casos que arrastra sin resolver. Asunto nada sencillo. Casos, por otra parte, mediáticos algunos y todos de una gravedad máxima, pues se trata del asesinato del joven de Laguna de Duero, David Hernández, que apenas tenía 18 años cuando su cuerpo apareció sin vida en un parque del municipio en pleno confinamiento en 2020; el de la joven Esther López, que la Guardia Civil no logra resolver agravando así el sufrimiento de la familia que lleva más de un año sin respuestas; y el de Cecilio Calderón, un hombre que apareció muerto en su casa de Peñafiel tras un robo hace la friolera de cinco años y cuyo caso fue archivado por falta de pruebas que permitieran a la investigación seguir tirando de algún hilo.
Tres años han pasado también del asesinato del joven David (el 16 de abril de 2020), cuya madre se ha movilizado en varias ocasiones y exigido avances que por el momento no han llegado. Además de más explicaciones que tampoco ha recibido. De ‘segunda’ parecía su asesinato para la investigación por medios y atención y así lo manifestaba su familia.
La muerte de Esther López, desaparecida en la madrugada del 13 de enero y cuyo cadáver fue encontrado el 5 de febrero 2022, además de destrozar a su familia y a un pueblo entero, Traspinedo, sigue rodeada de interrogantes sin pruebas concluyentes que permitan esclarecer sin dudas siquiera de qué murió la joven.
A la falta de resultados se añaden otras cuestiones nada desdeñables que ponen en jaque su reputación. Los casos de corrupción. Y son varios. Algunos la señalan y otros ponen en el punto de mira a uno de sus mandos.
Se trata del ‘caso cuarteles’ que apunta a las comandancias vallisoletana y abulense, las dos únicas de Castilla y León que aparecen en la investigación. Es más, el propio coronel Recio declaró como testigo en el Juzgado por este caso de supuesta corrupción en la Guardia Civil.
Por una investigación por corrupción se encuentra apartado el jefe del Grupo Especial de Actividades Subacuáticas (GEAS) de la Guardia Civil de la Zona de Castilla y León, con sede en el cuartel de San Isidro de Valladolid. Se le investiga por desviar combustible del cuerpo para su uso privado. Descendiendo al detalle, la investigación indica que el sargento F. P. G. rellenaba garrafas para repostar una maquinaria que mueve un generador eléctrico y que se reservaba una parte para su utilización particular.
De menor rango en importancia, aunque también causó revuelo, es la denuncia que se efectuaba desde la Asociación Unificada de Guardias Civiles de Valladolid (AUGC) sobre la llamada «bodeguita» para oficiales instalada en la comandancia con vinoteca, además de frigorífico, microondas o cafeteras, mientras la agrupación exigía una sala de descanso «digna» para la plantilla. Así las cosas, el relevo en Valladolid se encontrará con varias líneas que resolver, revertir y encauzar.