PP y Vox, condenados a pactar en Valladolid y Burgos para no poner en riesgo el gobierno de la Junta
VOX, como hizo en la Junta, quiere gestionar Cultura y ostentar las vicealcaldías de ambas ciudades, mientras el reparto de otras áreas se decidirá en la negociación con una proporcionalidad al estilo del gobierno autonómico
En tiempo de pactos la política entra en fase de dramatización y amagos. Veremos muchos estos días. VOX ha lanzado el primer envite con la advertencia de que depende del PP que los socialistas Óscar Puente y Daniel de la Rosa sigan siendo alcaldes de Valladolid y Burgos, pese a que los candidatos del PP, Jesús Julio Carnero y Cristina Ayala, pueden desbancarlos con el voto expreso del partido de Santiago Abascal. Juan García-Gallardo, vicepresidente de la Junta y líder de los verdes en Castilla y León, ha seguido con fidelidad el guión marcado por Abascal desde Madrid en el pulso que mantiene con Feijóo. Lo ha seguido con tanta precisión que ha bajado la pelota al terreno de juego de Castilla y León poniendo el foco en las dos grandes ciudades que el PP va a recuperar tras la debacle de la izquierda del 28-M. Y las dos en las que VOX es imprescindible.
PP y VOX están condenados a entenderse para no poner en riesgo el gobierno de la Junta, donde ambos son socios de gobierno. Ese es un factor que convierte los pactos y las negociaciones de Castilla y León en un escenario totalmente distinto al de otros territorios, donde el PP se puede permitir el lujo de mirar de reojo a los de Abascal si otros partidos se apartan y favorecen su ascenso al poder, como ya ha ocurrido con el presidente de Cantabria, Miguel Ángel Revilla, que ha dicho que dejará paso al PP para que no tenga que depender del partido verde. Ni PP ni VOX quieren romper el gobierno de la Junta y menos en vísperas de unas elecciones nacionales. Eso evidenciaría el fracaso y le otorgaría una bala a Pedro Sánchez y a la izquierda que pondría todo el foco en el naufragio de Castilla y León. Así lo interpretan especialmente desde VOX.
VOX, si decide entrar en los gobiernos municipales, algo que apuntan todas las fuentes consultadas por este periódico, pedirá asumir las concejalías de Cultura. De hecho fue la primera petición que hizo en el pacto con Mañueco y la única que tenían clara hasta que deshojaron la margarita de Agricultura e Industria, además de la vicepresidencia. Es decir, VOX tendrá Cultura y la Vicealcaldía. Con ello cuenta el PP. El resto de áreas de gobierno en las que puede entrar en el reparto serán fruto de la negociación, el debate y el diálogo que ya ha empezado a entablarse por distintas vías. «Para VOX el aspecto de la batalla cultural es clara y se puede ver que es desde esa Consejería desde la que más acción están desarrollando», confiesan desde VOX y ratifican en el lado de los populares. Es decir, como diría Abascal, a Irene Carvajal en Valladolid y Fernando Martínez-Acitores se les está poniendo cara de vicealcaldes.
En Castilla y León
Los pactos se van a jugar y fraguar en Castilla y León. Con la supervisión y autorización final de Génova, como no puede ser de otra forma. Pero Mañueco tiene manos libres para cerrar los acuerdos, como la tuvo para confeccionar las listas y decidir, entre otras cosas, apostar todo a su número dos en la Junta para reconquistar Valladolid, que es lo único que le pidió Feijóo en las conversaciones sobre candidatura que mantuvieron. «Queremos Valladolid. Valladolid amortiza cualquier otro contratiempo», cuentas que vino a expresar Feijóo a Mañueco. Feijóo sólo hablaba de Valladolid a la hora de pedir una estrategia exitosa para Castilla y León.
La victoria de Carnero es una victoria en Génova incuestionable de Mañueco, que decidió arriesgar a su número dos y con ello su propia credibilidad y confianza. «Si le hubiera salido mal, el PSOE se hubiera cebado con Mañueco», reflexionan en las filas populares.
La conversación telefónica del 7 de enero sábado entre el máximo responsable del PP y Mañueco desatascaron la candidatura. Urgía. Génova no podía esperar más. Feijóo quería al mejor para Valladolid. Y las encuestas, tal y como publicó este periódico, señalaban al titular de la Presidencia de la Junta como la opción más viable para desbancar a Óscar Puente con la complicidad electoral de VOX. En esa conversación Mañueco decidió la apuesta de Carnero sin que Carnero lo supiera todavía. El lunes le comunicó personalmente la decisión Mañueco en la sede de la Presidencia de la Junta. La alternativa a la negativa de Carnero hubiera sido Mercedes Cantalapiedra.
VOX ha decidido empezar tensando públicamente, pese a que las conversaciones telefónicas para establecer un marco sobre el que sentarse a fijar acuerdos ya han comenzado. Es más, comenzaron de manera un tanto informal incluso antes de que se cerraran las urnas. El virtual alcalde de Valladolid, Jesús Julio Carnero, fue hasta la víspera de la campaña el número dos del gobierno de Mañueco. Y era quien llevaba directamente y por encargo del salmantino las relaciones con los socios de gobierno. Era el encargado de solventar tensiones, hilvanar acuerdos y recomponer encontronazos, que los ha habido, en el plano político del ejecutivo. Su relación con el mando de VOX es directo, fluido, cordial y de confianza. «Eso va a facilitar mucho las cosas», señalan desde la orilla de VOX a este periódico fuentes directas de la negociación.
En el PP no hay inquietud ni temor. Saben que el envite de García-Gallardo forma parte del guión y de los tiempos de la política pre pactos, pero no lleva órdago. Lo sabe el PP y lo sabe VOX. Génova ha decidido que los pactos vayan por territorios y no en un paquete único como hizo Pablo Casado hace ocho años, que metió todo en el mismo saco para llegar a un acuerdo global con Ciudadanos. También es cierto que entonces había un elemento, que era Madrid, Comunidad y Ayuntamiento, sobre el que pivotar. Madrid está al margen y eso fortalece la posición de Feijóo y debilita la de VOX. Y Feijóo lo sabe y lo sabe Abascal.
Castilla y León incluso tiene una singularidad específica dentro del plan de Feijóo para llegar a acuerdos o no con VOX. En Castilla y León a PP y VOX no les queda más remedio que entenderse sin que eso pase factura a Feijóo de cara a las generales adelantadas por Pedro Sánchez contra todo pronóstico para el próximo 23 de julio, según fuentes de la dirección regional de los populares consultadas por EL MUNDO DE CASTILLA Y LEÓN.
Ni siquiera en las filas socialistas dan crédito a la posibilidad de que VOX decidiera no votar a los candidatos del PP y esa carambola les permitiera retener las alcaldías de Burgos y Valladolid, como ya ocurrió a última hora hace cuatro años en la capital burgalesa, donde Daniel de la Rosa se alzó con el bastón de mando contra todo pronóstico.
La singularidad de Castilla y León es que, más allá de Valladolid y Burgos, PP y VOX mantienen una coalición de gobierno en la Junta. Con ciertas tensiones pero sin riesgos y con una solidez demostrada. Y ambos saben que una actuación de VOX que impidiese al PP gobernar Valladolid y Burgos y afianzase a la izquierda en ambos consistorios haría saltar el ejecutivo autonómico por los aires. «No quedaría otra salida que romper el acuerdo y sacar a VOX del gobierno», relatan fuentes del PP, que en cualquier caso aseguran que «esa posibilidad ni se contempla, porque obligaría al presidente a pulsar el botón rojo». Y no es que sólo empujase a Alfonso Fernández Mañueco a adoptar esa decisión, es que esa opción vendría impuesta desde Génova.
En el lado del PSOE nadie da un duro por la remota posibilidad de que VOX decidiese votarse a sí mismo en los respectivos plenos y favoreciese la elección de Puente y De la Rosa. Puente lo tiene tan claro que tanto él como su equipo han empezado a hacer las maletas e incluso han paralizado el proyecto deportivo del Real Valladolid para que lidie Carnero, que prometió una reforma deslumbrante del Zorrilla, con el acuerdo diseñado por Ronaldo y su empresa con el gobierno socialista. Sólo De la Rosa sigue agarrado a la rabieta de que su contrincante prometió en campaña que acataría el veredicto de las urnas y que gobernase la lista más votada.
Una postura un tanto infantil de De la Rosa. Sólo tendría solvencia si esa misma actitud la defendiese la dirección nacional de su partido en todos los territorios. El caso es que De la Rosa no se hace a la idea de perder la Alcaldía, quizás porque espera que vuelva a sonar la flauta como hace cuatro años. Pero ahora la orquesta es distinta. Entonces el PP llegó a un acuerdo global con Ciudadanos y VOX era un invitado de última hora sólo en la gobernabilidad de Burgos y a Santiago Abascal aquello no le causaba urgencia.
«Se va llevar un buen berrinche, como no asuma, como ha hecho Puente, que ha perdido la Alcaldía», expresan, no sin cierta sorna, desde la filas populares.