FUNERAL DE CONCHA VELASCO
Valladolid corea «¡Bravo Concha!»
Multitudinaria y emotiva despedida de sus paisanos a la actriz, convertida ya en un icono popular y símbolo de Valladolid / Los restos de la artista descansan en el Panteón de Ilustres junto a los grandes de la ciudad
Concha Velasco entró ayer en el ‘olimpo’ de los vallisoletanos ilustres, ese lugar reservado sólo a unos pocos elegidos cuya estela vital deja una huella perenne. Ya ocupaba ese lugar, por méritos propios, en el imaginario popular pero, por si había alguna duda, sus paisanos refrendaron ayer su devoción por la muchachita que salió de su ciudad de niña, que cumplió su sueño de ser artista y triunfó en los escenarios. Y siempre lo hizo con el nombre de Valladolid por bandera.
Ya desde las once de la mañana el público esperaba frente al Teatro Calderón para asistir al postrer acto de la actriz vallisoletana, fallecida en Madrid en la madrugada del sábado a los 84 años. A medida que el reloj marcaba la hora, la afluencia fue en aumento tanto en el Calderón como en la plaza de la Universidad, los dos puntos centrales del funeral organizado por el Ayuntamiento para despedir a la actriz.
Los rostros serios, encogidos por el frío en la primera mañana de helada en la capital vallisoletana, se transformaron al asomar la comitiva fúnebre con los restos de la actriz, procedente de Madrid, por la calle Angustias. El rigor y el silencio que había presidido la espera se rompió para dar paso a un aplauso cerrado que se prolongó varios minutos.
El Calderón, uno de sus escenarios fetiche, al que tantas veces se subió y en el que anunció su retirada de la interpretación en 2021, volvió a brindarle una acogida triunfal; la última de su dilatada carrera y esta vez sin la vitalidad que transmitían su presencia y su sonrisa. En las caras de los presentes asomó la emoción del momento y fueron muchos los que dejaron escapar las lágrimas cuando el coche fúnebre se detuvo ante la placa que la actriz tiene en la fachada del teatro, ayer adornada con flores. Entre los aplausos pudo escucharse un «¡Bravo Concha!», el mismo grito que rubricó muchas de las interpretaciones de la actriz en el teatro que ahora la despedía.
Fue la primera parada de las dos que hizo el féretro de Concha Velasco antes de su inhumación en el cementerio del Carmen.
El alcalde, Jesús Julio Carnero, y la concejala de Cultura, Irene Carvajal, colocaron una corona y un ramo de flores en el vehículo con la leyenda: «Concha Velasco, Valladolid nunca te olvidará». Tras la breve parada, se reanudó la marcha por la calle Arzobispo Gandásegui, camino de la catedral, escoltado por un vehículo de la Policía Municipal y varios agentes en moto que abrían paso y cerraban también la comitiva.
A esa hora, poco antes de las doce del mediodía, el horario previsto para la misa, miles de personas ocupaban ya el recorrido hasta la plaza de la Universidad. Todo el trayecto hasta la catedral fue un continuo aplauso al paso de la comitiva fúnebre, que rodeó la plaza de la Universidad para enfilar López Gómez y girar por la calle Arribas hasta parar frente a la puerta lateral de la catedral.
Lo que había sido hasta entonces un homenaje multitudinario se desbordó al llegar el féretro a la catedral. Con la plaza de la Universidad llena, los asistentes redoblaron los aplausos y los gritos que jaleaban el nombre de la actriz. Algunos optaron por el más castizo «¡Viva la madre que os parió!» dirigido a sus dos hijos, Paco Marsó y Manuel Velasco, que esperaban la llegada del coche fúnebre a la entrada del templo, donde también estaba el único nieto de la actriz, Samuel Marsó. Allí aguardaban el alcalde y el presidente de la Junta de Castilla y León, Alfonso Fernández Mañueco, a los que se unieron el exalcalde y ministro de Transportes, Óscar Puente, y la ministra de Igualdad, Ana Redondo.
Con la catedral, llena, los congregados siguieron la ceremonia desde una pantalla instalada en la plaza y aguantaron estoicamente a la salida del féretro para, de nuevo, prorrumpir en aplausos, piropos y gritos de ‘Concha, Concha’, una familiaridad que demostraba lo profundo que caló la cercanía de la actriz.
En el interior de la catedral, en la primera fila, junto a Mañueco, Puente y Redondo se sentaron el exalcalde Francisco Javier León de la Riva y la viuda del exregidor Tomás Rodríguez Bolaños, Irene Santamaría. Con los tres alcaldes mantuvo Concha Velasco una amistad cordial, con independencia del sesgo político de cada uno de ellos. A esta faceta de la actriz fallecida se refirió la ministra de Igualdad cuando, en unas declaraciones previas a la ceremonia religiosa, dijo que Concha Velasco fue una mujer «transversal, de consenso y socialista».
En la segunda bancada, junto al el vicepresidente de la Junta, Juan García-Gallardo, el consejero de Cultura, Gonzalo Santonja, y el presidente de la Diputación, Conrado Íscar, también estaba en la catedral la delegada del Gobierno, Virginia Barcones, otra muestra del poder de atracción de la artista vallisoletana, por encima de ideologías.
Los guiños a la actriz se repitieron incluso en la solemnidad de la misa. Mientras el oficiante, el arzobispo de Valladolid, Luis Argüello, se refirió a la fallecida como «Concha Velasco, doña Concha Velasco, Conchita Velasco...», el grupo de cámara que interpretó las piezas musicales durante la eucaristía despidió la salida del féretro de la iglesia al ritmo la canción ‘La chica yeyé’, pero al son pausado de los violines.
Antes de terminar la misa y ante el féretro de su madre cubierto por la bandera de Valladolid, Manuel Velasco subió al estrado para agradecer el cariño y la «devoción» demostrada por el pueblo de Valladolid a la actriz.
Y devoción fue lo que se respiraba, de nuevo, cuando el féretro fue introducido en el furgón para emprender el camino del cementerio.
Las escenas de cariño se repitieron hacia la actriz y sus hijos, que luego confesaron su emoción por la despedida dispensada a su madre en su ciudad. Por deseo de la familia, después del multitudinario homenaje en las calles, el entierro en el Panteón de Ilustres del cementerio del Carmen se celebró en la intimidad.
Allí, junto a Miguel Delibes, a Rosa Chacel y a José Zorrilla, entre otros ilustres que elevaron a lo más alto el nombre de Valladolid, descansa ya Concha, convertida en un icono popular, pero siempre apegada a su tierra.