Una historia de amor como juego de niños
Germinal Producciones anima la mañana de fiesta al público familiar con la representación de 'Yayos'
A.S.R. / Burgos
El desván de la abuela es de cuento, aunque no aparecen duendes ni las ranas se convierten en príncipes. Pero sí está plagado de objetos, de cajas, de baúles, de maletas, de bultos envueltos en sábanas, hay un perchero, hay una regadera, hay un flexo y un hatillo de libros... Hay un sinfín de cachivaches que empujan a la imaginación de dos niños, dos hermanos, Xavi y Vorín, a un vuelo que se cuela en la historia de amor de sus abuelos, una bonita relación que comienza en una estación de tren cuando Palmira y Salvador son dos niños y termina en el mismo pueblo en el que se conocieron con la muerte de él. Entre el principio y el final aparecen los primeros juegos juntos, el primer beso, la participación en la guerra de él, el exilio de ella, el reencuentro de ambos, su boda, el nacimiento de sus hijos...
Este sobrado es el escenario de Yayos, la obra de Joan Carles Simó, dirigida por Pau Pons y Joan Miquel Reig, que ayer animó la mañana de fiesta en el Teatro Principal. El público apenas llenó la platea, pero no salió decepcionado de esta tierna representación, bonita por dentro y por fuera, un viaje al tiempo pasado y presente a través de un juego de niños... y una puesta en escena a favor.
Albert Giner y Joan Miquel Reig, los dos intérpretes, son los maquinistas de esta aventura. Vorín y Xavi llegan a la buhardilla en busca del balón que la abuela ha escondido al primero para obligarle a estudiar y no estar todo el día en la calle. Allí no encuentra la pelota, pero sí se entera de que sus abuelos antes de ser mayores también fueron niños.
Se hace la luz y los niños son los protagonistas. Sus bromas lo acaparan todo, pero cuando enmudece la lámpara, el rojo y el verde se hacen fuertes en el gris dominante. Es otra época. Palmira en rojo y Salvador en verde son los personajes principales.
Escena a escena, paso a paso, el público descubre la historia de amor de Palmira y Salvador a través de un juego de niños que consigue romper la frontera del tiempo y acercar dos generaciones que están muy lejos y, al mismo tiempo, muy cerca.