Entre los inmortales libros del pasado y los efímeros de hoy

MARTA CASADO / Burgos

En el Salón del Libro Antiguo no sólo hay incunables también están presentes rarezas, coleccionables o cómics. «Lo raro no va unido a lo caro, yo tengo aquí una guía de la Catedral de Burgos por 12 euros o un Quijote de Vela Zanetti, una pieza difícil de encontrar, por 30. Lo raro no quiere decir caro», insiste Ramón Perales de La Trastienda de León. Es uno de los veteranos que acude al considerado como tercer salón de estas características de España, que se mantendrá abierto hasta el próximo domingo en el Monasterio de San Juan, desde el principio. Afirma que la figura del bibliófilo escasea «cuando uno fallece se nos van 20 clientes y esa es nuestra verdadera crisis», afirma. No piensa igual el propietario de la Librería Lyda de Burgos, Luis Ceballos, quien aclara que «desde que yo empecé en 1982 veo que hay gente joven que les interesa mucho». En lo que sí coinciden es en que en este tipo de salones, dentro de 100 años, faltarán las ediciones de hoy. «Primero porque muchas ya son digitales y segundo por la mala calidad del papel. El papel de antes incluso era de algodón y hay libros de 300 ó 400 años que han soportado estar en pajares, desvanes, sitios llenos de humedad, se mojan, pero ahí siguen. Estos seguirán pero de los que se están haciendo ahora no va a quedar ninguno», afirma Ceballos.

Y entre tantos libros ... coleccionables. Los más curiosos los ha traído desde Barcelona Manuel Ortega que desde hace cinco años participa en este Salón. Un ejemplo de que el coleccionismo da lecciones de historia. «Durante la Guerra Civil las unidades militares quisieron influir en los juegos de los niños y editaron estos recortables tanto del lado republicano como del régimen», recuerda Manuel Ortega que ha editado dos libros con estas curiosidades.