Cerrar

Burgos 'adopta' la danza vertical para impulsar su desarrollo

El proyecto contempla habilitar un espacio para la creación de las compañías y la puesta en marcha de un circuito europeo de exhibición

-

Burgos

Creado:

Actualizado:

A.S.R. / Burgos

Ni el frío puede con la expectación que genera la danza vertical. Desde que hace tres años irrumpiera como estrella de la fiesta en el Certamen Internacional de Coreografía Burgos-Nueva York el interés que despierta ha subido como la espuma. Tanto que la capital burgalesa acaba de presentar sus credenciales para cubrir el vacío en la creación, investigación y exhibición de esta disciplina.

«La danza aérea es una de las señas de identidad de nuestro concurso y, desde esa línea, queremos trabajar para impulsar un proyecto que permita a las compañías crear sus espectáculos en Burgos e investigar sobre nuevos lenguajes artísticos», ilustra el director artístico, Alberto Estébanez, quien comenta que ahora mismo solo existen grupos residuales, que se buscan la vida en polideportivos cedidos en los pueblos y cuyos espectáculos carecen de avalistas. «Le podemos dar una vuelta a todo esto y hacer una potente industria cultural», sentencia.

Los cimientos ya se han puesto con la construcción ex profeso de una estructura metálica para la competición de danza vertical en el recién concluido Certamen de Coreografía. Se trata de una pared artificial de 160 metros cuadrados que se completa con un escenario horizontal de 140 metros cuadrados. Uno y otro, susceptibles de ampliarse en caso necesario, se combinan y multiplican las posibilidades para la danza en general. A estas características habría que añadir la iluminación y la textura blanca de la que los bailarines que la estrenaron la semana pasada hablaron maravillas. «Ha sido una apuesta arriesgada del Ayuntamiento y la empresa que trabaja para ellos (Producciones Salas). Todo son ventajas. Lo más difícil y lo más caro, que es la investigación del espacio y la ejecución del producto, ya está hecho», apunta el también director del Ballet Contemporáneo de Burgos, quien asegura que su traslado es fácil -salvo el contrapeso de 41 toneladas que tiene- y permite su instalación en cualquier sitio, desde un pueblo a un paraje natural, por lo que facilita el trazado de un circuito europeo de exhibición.

Estébanez no quiere lanzar las campanas al vuelo pero varios motivos más le llevan a ser optimistas. El primero, que el Partido Popular, ahora en el equipo de Gobierno, incluyó en su programa electoral esta propuesta y, presumiblemente, debe cumplirse en los cuatro años siguientes. «De forma especial, convertiremos a nuestra ciudad en la Capital de la Danza Vertical en colaboración directa con entidades especializadas en esta disciplina y apoyaremos debidamente actuaciones culturales masivas que tantos participantes atraen a nuestra ciudad bajo la organización de entidades burgalesas», rezaba literalmente la promesa popular.

La segunda razón para la alegría de Estébanez es la existencia de espacios municipales inutilizados con las condiciones necesarias para la creación y la investigación en este campo. Lugares que necesitarían una ligera adecuación con una inversión mínima. Sus ojos se dirigen de inmediato al Silo de Capiscol.

Y es que si de algo es consciente Estébanez es de las dificultades económicas actuales. Un nubarrón que él transforma en soleado pues ve en este proyecto el desarrollo de una potente industria creativa. «Se han generado las inquietudes necesarias, todo el mundo lo sabe, tiene mucho peso y se puede elaborar desde distintas instituciones, tanto a nivel nacional como europeo», confía Estébanez.

El aval de 6.500 espectadores

Orgulloso puede estar el Certamen Internacional de Coreografía. Diez años después de su puesta en marcha, el público burgalés ha hecho suya la danza y la organización calcula que en esta última edición alrededor de 6.500 personas presenciaron las propuestas. Alrededor de 4.400 espectadores acudieron a las celebradas en el paseo de Atapuerca, Hip Hop y Danza Vertical. «Nos permite acercarnos a otro público distinto, no tan habitual del teatro y que se acerca a la danza por vez primera. Es una fórmula acertada para captar nuevos públicos, al igual que los talleres para niños y jóvenes», dice Estébanez.