Fallece Alberto Huerta Milán, el pintor de cielos amarillos

«Cada ser humano tiene una forma de percibir el color, el ojo cromático no responde en todas las personas igual y el mío, quizás sea un defecto, tiende al amarillo». A ese color amarillo ha estado íntimamente ligada la vida creativa de Alberto Huerta Milán, que falleció el sábado en la capital burgalesa a los 80 años de edad.

Esa gasa amarilla, ese tono al que su pincel se dirigía sin remedio, otorgaba a sus cuadros una pátina de nostalgia de la que no escaparon las acuarelas que compusieron su última exposición en la ciudad, celebrada el pasado mes de octubre en la sala del Teatro Principal.

Huerta Milán nació en Madrid el 24 de octubre de 1930 y se trasladó a la ciudad del Arlanzón en 1971. Su afición a la pintura, como le ocurre a muchos de sus colegas, se remonta a su niñez, aunque fue el regalo de una caja de acuarelas un Día del Padre el que acabó por entregarle a los brazos de esta disciplina, que hace más de veinte años empezó a compartir con el público y también a proporcionarle los primeros galardones. Uno de los que más pronto llegó fue la medalla Felipe Trigo en el XLVIII Salón de Acuarelas. Después se auparían a la vitrina una Mención de Honor en la Exposición Aula de Cultura de Aranjuez; el primer premio del XI Certamen de Artes Plásticas de Aranjuez...

Huerta Milán era el pintor de cielos amarillos porque también lo era del paisaje. Afirmaba, y lo hacía en voz baja, que mantenía una relación íntima con él. «Me entusiasma porque se presta mucho a la interpretación personal. Es libertad absoluta», comentaba y a él consagró su obra. Una producción figurativa, realista, aunque tenía muy claro que «muchas veces hay que sacrificar la realidad en beneficio de la composición y la armonía. La belleza manda».

A lo largo de su trayectoria como pintor participó en numerosas exposición, tanto en su tierra de adopción como en otras ciudades del territorio español. Miembro de la Agrupación Española de Acuarelistas y de la Asociación Española de Pintores y Escultores, su nombre formó parte de muchos de los salones tanto nacionales como internacionales con esta exigente disciplina como protagonista.