JOAQUÍN REYES Cómico
«Si alguien me parodiara, no sabría cómo reaccionaría»
Su nombre, su procedencia, su desconocida faceta de padre... Detrás de Joaquín Reyes podría esconderse un tipo normal, con el que cualquiera se puede cruzar a la vuelta de la esquina o en la barra del bar, pero él es un cómico y nada es normal en ellos. Él se confiesa sin tapujos, sin eufemismos y sin trampa ni cartón en su último espectáculo, que llega mañana a El Hangar. Más claro no puede ser: Soy especial. Cristalino.
Pregunta- ¿Qué tiene de especial este monólogo?
Respuesta- Primero la duración porque no deja de ser hora y media de monólogo. Es como si te cuento Los puentes de Madison. Es prácticamente un largometraje, pero la gente cuando termine no se creerá que ha pasado hora y media. Pensará que han sido diez minutos. Cuando uno se lo pasa bien se hace corto, eso lo sabéis bien vosotras. Es el resumen del espectáculo que llevo el sábado a Burgos. ¿Cómo está el ambiente? ¿Está fresquito?
P.- Muy, muy fresquito...
R.- ¡Pues que me aspen porque yo lo voy a calentar!
P.- Dice que al público se le pasará volando y qué pasa con vos. ¿Cómo llena una persona sola un escenario durante este tiempo?
R.- Yo no soy una persona que esté preparada para el trabajo físico, pero todo lo que sea hablar sí es algo que puedo hacer. No me cuesta. Realmente, cuando me dispongo a actuar siempre me da un poco de pereza, pero una vez que empiezo, una vez que la máquina se pone en marcha, ya no paro. Incluso ha tenido que ir alguien a bajarme. No me tienen que arrancar las palabras, no es necesario sacarme las cosas con sacacorchos. Siempre me ha gustado mucho hablar, de temas insustanciales, nada de provecho, todo pura tontuna.
P.- Lo suyo es un piquito de oro...
R.- Exactamente. Luego aparte me acompaña un físico, que la gente se queda... En mi caso me ha abierto muchas puertas. Todo el mundo lo puede ver.
P.- ¿Cuáles son esas puertas?
R.- El mundo de la televisión. Luego he tenido que demostrar que soy un cómico que está a la altura de las expectativas, pero lo primero que resalta es un cuerpo tan, tan evidente que no tendría ni que decirlo.
P.- Incluso alguna referencia de Soy especial habla de un desnudo como número final...
R.- Sí, pero se ha malinterpretado, es un desnudo figurado, no literal, aunque habría gente que lo celebraría porque tengo un desnudo frontal muy bueno.
(Ahí aparece una niña hablando detrás de él, podría ser una parodia del próximo programa que prepara, pero no. Es su hija, Esther, de 3 años. «Ha salido muy payasa, no sé por qué, ya hace monerías»).
P.- ¿Qué esconde ese desnudo figurado?
R.- El monólogo es una excusa para hablar de uno mismo. Los cómicos jugamos a caricaturizarnos.