«Mi música me espanta. Solo la oigo cuando la estoy grabando»
Pablo Abraira despide su gira en acústico el sábado en El Hangar con temas nuevos y grandes éxitos como 'O tú o nada' o 'Gavilán o paloma'
A.S.R. / Burgos
A las doce de la mañana y con una disculpa previa por si su voz no suena como cuando la noche se convierte en cómplice, Pablo Abraira se levanta, se acerca al micro y canta, no Gavilán o Paloma, para disgusto de fotógrafos y periodistas nostálgicos, sino Mi enigmática tirana, uno de sus últimos temas en los que declara su amor a la música, a veces serena, a veces un auténtico huracán y siempre enigma, que llega compartiendo libertad.
Esa música es la que guió el suspiro de muchas jóvenes a finales de los setenta y principios de los ochenta por este cantante madrileño. Podrá hacerlo de nuevo el sábado. Pablo Abraira sale al escenario de El Hangar (entrada: 6 euros) en el concierto de despedida de la gira en acústico que le ha llevado a quince ciudades. Tomará entonces impulso para acometer un segundo proyecto, Volvería a volver, un espectáculo con sus baladas, los éxitos interpretados en los musicales, elementos teatrales, medios audiovisuales e incluso guiños a su gran ídolo, Stevie Wonder.
Pero este sábado toca algo más íntimo. Toca Gavilán o paloma, O tú o nada, 30 de febrero o Pólvora mojada. Toca un viaje en el tiempo en compañía de las baladas con las que muchos se enamoraron, otros simplemente ligaron y algunos solo soñaron. Él, encantado. «La música perdura, pero no por ella en sí, sino que las circunstancias hacen que en un momento determinado, cuando una canción se oye mucho, deje de pertenecer a la persona que la ha compuesto o grabado para estar directamente relacionada con las vivencias que cada uno ha tenido con ella, son estas las que hacen que la canción esté viva», expone sabedor de que nada puede hacer para quitarse la etiqueta de músico romántico, de baladero, de bailes agarraos. Pero recuerda que también tuvo sus momentos cañeros, en solitario y en sus comienzos, cuando tocaba con Los Grimm y Frecuencia.
Rechaza, sin embargo, que su música sea solo para los cincuentones y sesentones. Se congratula al ver que los jóvenes de ahora escuchan la misma música que él cuando tenía catorce años. «Lo que está hecho honestamente y con calidad perdura con el paso del tiempo».
A él, por ejemplo, le gusta todo tipo de música, oye de todo, salvo lo suyo. «La mía solo la oigo cuando está en proceso de elaboración. Una vez que está grabada me espanta, no me gusta, no quiero oírla, no quiero saber, no me gusta nada, pero sí oigo música clásica, jazz... Escucho todo tipo de música porque está hecha para diferentes estados de ánimo y momentos del día. Cada una tiene una finalidad y yo intento sacar el máximo partido de ella», comenta con alegría este galán de la música de los setenta que también flirteó con el mundo de la escena. Interpretó numerosos musicales como Evita o Jesucristo Superstar y, más recientemente, ha participado en el Marat-Sade, de Miguel Narros, o La magia de Broadway.
A pesar de esta inevitable mirada atrás, es Abraira un hombre de su tiempo, aunque asegura no entender nada de lo que está ocurriendo hoy en la sociedad y que, inevitablemente, tiene su reflejo en el mundo de la música.
¿Se puede vivir de ella hoy en día? «Con muchas dificultades, pero como ocurre en la mayoría de campos. La situación está muy complicada, es algo que no entiendo, no sé qué pasa en el mundo, por qué ocurre algo y todo el mundo está muy mal o muy bien», reflexiona y llama la atención sobre los cambios que se han producido desde que él empezó y estuvo en lo más alto hasta ahora. Nada es igual. «Hace años si tenías un número 1 vendías 600.000 copias o un millón de ese disco y ahora si vendes 50.000 ya se te ha escapado de las manos, ya es un éxito. Aquí aparecen las nuevas tecnologías y los nuevos medios. Todos sabemos de canciones que han empezado a funcionar en la red y a partir de ahí tienen una difusión tremenda. Las cosas están cambiando. ¿Me gustan? Cosas que sí y cosas que no», dice misterioso con la misma voz que cantaba aquello de amiga, hay que ver como es el amor, que vuela a quien lo toma, gavilán o paloma.