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Pastores y agricultores por un día

El Museo de la Evolución Humana cuelga el cartel de completo en su taller 'Neolitic y los pequecultores'

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Burgos

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A.S.R. / Burgos

Paula, Ana, Abril, Alejandra y así hasta veinte niños se convierten en pastores y agricultores por un día. Unos se enfundan su chaleco y su zurrón de lana de oveja, otros hacen lo propio con otros realizados con tela de saco. La transformación es un hecho. El espacio educativo del Museo de la Evolución Humana (MEH) hace chas y se torna en la aldea que minutos antes han completado todos con las piezas de un puzle. En ese poblado aprenderán a plantar semillas, a moler trigo y conseguir harina para hacer pan, a tejer una bufanda en el telar, a ordeñar las ovejas y saber que con esa leche se hace queso y mantequilla y a entender que la unión es importante para el buen funcionamiento de una sociedad y, por ejemplo, levantar un menhir todos a una.

Esto y mucho más forma parte de Neolitic y los pequecultores, el taller que el centro ha puesto en marcha esta Semana Santa para los niños de 3 a 5 años y que ha sido un éxito sin lugar a dudas. Ya ha colgado el cartel de completo. No hay plazas para las cinco sesiones restantes.

«Tratamos que aprendan cómo los primeros prehistóricos empiezan a producir, cómo se convirtieron en ganaderos y agricultores», resume Arancha Padillo, una de las monitoras. Afirma que, aunque a priori parezcan conceptos difíciles para niños tan pequeños, algo queda: «Están todo el rato manipulando, entretenidos y al mismo tiempo ven que lo que hacen tiene sentido. El objetivo es que se diviertan y aprendan alguna mínima noción».

Y es que son muchos los niños que aún piensan que la leche sale de un brik. «Un poquito sí pasa y, aunque los padres intentan llevarlos a granjas, les cuesta admitir que la comida no viene de la nevera», expone y augura la repetición del taller por el éxito que está teniendo entre los más pequeños de la casa, una franja, dice, muy descuidada por las programaciones culturales del fin de semana en la ciudad.

Y eso que la experiencia con el público más menudo es, a juzgar por sus palabras, inmejorable. La primera propuesta que lanzaron para esta franja de edad, entre 3 y 5 años, fue en Navidad. Cromaniños se centraba en cómo se vivía en la Prehistoria con la caza y la recolección como principales labores.

Salió bien y se plantearon programar uno nuevo para las siguientes vacaciones e invitaron a Neolitic como guía.

A los responsables del área de Educación del MEH no les sorprende esta buena respuesta. La expectación se mantiene en todas las actividades que programan. ¿Por qué? «En Burgos no hay muchas cosas que se puedan hacer con los niños. Tenemos un invierno muy largo y los días de buen tiempo son aprovechables, pero si hace malo, ese fin de semana hay poca oferta donde elegir. Por lo que si vemos que hay algo atractivo es lógica esa aceptación, aunque también sabemos que habrá muchos padres ahora mismo en la Plaza Mayor que no sepan de nuestras actividades», aventura Padillo y añade que son muchas las familias que repiten a petición de los propios niños.

Y así, poco a poco, casi sin darse cuenta, el MEH crea y mima al público del futuro. Paula, Ana, Abril, Alejandra y el resto de niños que ayer plantaban ufanos una semilla de garbanzo o machacaban con una piedra unos granos de trigo puede que dentro de unos años paseen por las galerías del museo y se hagan preguntas. Puede ser.

«Intentamos fidelizar a la gente. Si estos niños empiezan ahora haciendo este tipo de talleres y luego continúan con los familiares, pues ya estamos atrapando a un buen grupo de población», anota Padillo al tiempo que subraya la misión de atraer a la gente de Burgos frente a las visitas individuales, que suelen estar copadas por gente foránea.

Más oferta

El MEH alarga su semana de Pasión. Su agenda se completa con otros talleres. Los números a mano: taller de ábaco invita a contar y ya no quedan plazas para participar en él. Sí hay alguna libre en el tercero que asoma al calendario: Cerebros eléctricos, puesto en marcha con motivo del Año de la Neurociencia, que está dirigido a los jóvenes entre 12 y 17 años y tendrá lugar mañana, el 12 y el 13.

Esta propuesta enseñará a los asistentes a realizar la maqueta de su propio cerebro con alambres y cables reciclados y así conocer las partes que componen el principal órgano de los seres humanos y cómo funcionan sus conexiones neuronales.