Optimismo silencioso ante la adversidad

MARTA CASADO / Burgos

En la cruzada por el optimismo en tiempos difíciles que ha iniciado la Obra Social de Caja de Burgos nada mejor que aprender de quienes lo hicieron con éxito. Buster Keaton, Charlot, El Gordo y el Flaco supieron «cómo ver con optimismo la vida en los malos tiempos porque fueron películas míticas elaboradas como contexto social y económico con la crisis del 29 y vienen como anillo al dedo para reflexionar respecto al humor como herramienta para defendernos de los malos tragos que tenemos que pasar», apunta el coordinador de este Ciclo de Cine Mudo, Pedro Sainz Guerra.

Pero no será una proyección cualquiera. Las películas se han localizado a través de coleccionistas y se encuentran en formato de celuloide con lo que se proyectarán «a la vieja usanza». Para enriquecer aún más estas proyecciones en dos ocasiones contarán con música en directo. «El grupo Stromboli ha compuesto piezas para estas proyecciones y serán un estreno absoluto», apunta Sainz Guerra.

Las proyecciones arrancan mañana con dos piezas de Buster Keaton. Mala suerte (1921) una historia en la que su protagonista desesperado acude a la peor solución del problema pero todo le sale mal o quizás no tanto. «Se trata de una película que se puede ver en internet pero la que se va a proyectar es una pieza original, era una copia perdida que se ha podido recuperar y que es un placer verla». La jornada de Buster Keaton finaliza con La Mudanza (1922) que ha dado una de las imágenes más divertidas y surrealistas del cine mudo con un carro cargado de muebles en mitad de un regimiento de policías.

El ciclo regresa el martes 8 de mayo con dos películas de Charles Chaplin que se convirtió en un maestro «de hacer humor al calor de la crisis». Se proyectará Charlot, en la calle de la paz (1917) y Armas al Hombro (1918).

El ciclo finalizará con Stan Laurel y Oliver Hardy, más conocidos como El Gordo y El flaco. Se proyectarán tres piezas. Ojo por ojo (1935), El huésped del honor (1929) y la fantástica Libertad (1929) en la que dos convictos se escapan de la cárcel, se confunden de ropa y cada uno lleva los pantalones del otro que, evidentemente, no sientan bien. Acaban colgados de un edificio en construcción.  Son un ejemplo de lo importante que es reir en tiempos difíciles y demuestran que los gags sin sonido siguen tan vigentes como entonces.