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INSTALACIONES CULTURALES

'Autocirugía' en La Parrala

La Asociación de Artes Escénicas se cansa de esperar al Ayuntamiento y asume las obras más urgentes: el arreglo del baño y la instalación de la puerta de emergencia en el salón de actos

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Burgos

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A.S.R. / Burgos

Hace poco más de un año, el alcalde, Javier Lacalle, y los concejales Fernando Gómez y Eduardo Villanueva visitaban las instalaciones de La Parrala. Se comprometían a acometer obras de mejora en este edificio este mismo año. El edil de Cultura ya advirtió en marzo que la crisis los ahogaba y las actuaciones tendrían que esperar. A pesar de estas palabras, un día el Ayuntamiento llamó a la puerta y revisaron y cambiaron las llaves de los 76 radiadores de este centro de creación. Parecía el principio de una bonita amistad, pero se quedó en un simple guiño de ojos.

Cansados de que los compromisos no se cumplan, la Asociación de Artes Escénicas, que tiene como sede el antiguo Colegio de Parralillos, se ha puesto en manos del cirujano abonando la receta de su propio bolsillo, según avanza su presidenta, Paloma Fernández Yllana.

Esa factura ascenderá a 5.000 euros. Se destinarán a arreglar el baño y a instalar una puerta de emergencia en la Sala de Usos Múltiples (SUM).

La primera actuación ya ha empezado y la segunda podría arrancar esta misma semana.

«Esos baños eran indecentes y la puerta de emergencia, una necesidad. Aquí trabaja mucha gente y si pasa algo se necesita una vía abierta con rapidez», sentencia la responsable, quien recuerda que la colocación de esta salida y la limpieza del exterior fueron las primeras promesas del regidor.

En lista de espera

La cirugía en estos dos espacios era urgente, pero no son los únicos que claman por entrar en quirófano. Detrás de esa puerta que en breve será de emergencia, la estampa es desoladora. Las malas hierbas crecen sin orden ni concierto en el mismo lugar que hasta hace cinco años, cuando el Consistorio decidió demolerlo, ocupaba otro de los edificios de La Parrala. Desde entonces, la parcela se ha abandonado a su suerte sin mirar a los lados. Vegetación silvestre, una escombrera que los vecinos siguen alimentando, cristales rotos en el suelo de la última vez que los ladrones los visitaron...

Fernández Yllana anota que ya han pedido presupuesto para su acondicionamiento: «Es necesario por higiene, hay mucha maleza y se puede quemar y ocasionar un problema gordo».

No es el único. Por aquí se llega a un camino que bordea el complejo. Una senda de obligado tránsito para las furgonetas de algunas compañías de teatro que tienen que entrar por él para cargar ya que su altura les impide hacerlo por el soportal de la entrada principal. Aquí también se detendrá el bisturí de forma obligatoria. «Hay que limpiarlo, echar zaborra y adecentarlo porque la gente pincha», advierte la presidenta, quien esperaba, sin éxito, que la Brigada de Obras del Consistorio se encargara de ello.

La representación municipal que el año pasado caminó por estos hierbajos también fijó su mirada a los pies del inmueble, por donde pasan las tuberías, cubiertas por una pared de ladrillos ya mellados. «Es un peligro, lleva sin revisarse mucho tiempo y desconocemos cómo estarán exactamente, si hay filtraciones que estén afectando a los cimientos».

El plan de los teatreros no termina aquí. Cuando pase el verano, la época con más actuaciones, todos se pondrán el mono de trabajo para limpiar el tejado. No hay peligro porque, dice la jefa, es plano, como una terraza. Esta operación se hace dos veces al año, en ocasiones una más, por la acumulación de hojarasca. «A veces lo cargamos como una obra, pero este ejercicio no hay dinero y se ha planteado como jornada de trabajo de todos los socios antes de las puertas abiertas de otoño», detalla Fernández Yllana.

En lontananza se vislumbra el viejo sueño de convertir el gimnasio en una sala alternativa de programación. Ahora impensable.

La Parrala se financia a través de un convenio con el Ayuntamiento, que este año es de 7.400 euros, y con las cuotas de los veintinueve grupos que la integran, cuya cuantía se mueve en función de los metros cuadrados que ocupan.