MÚSICA TRADICIONAL
Crisol de Cuerda traslada su concierto final al Clunia
85 personas saltan a escena el sábado para poner la guinda a esta cita de artistas en la naturaleza, que resiste la crisis y recibe solo a 10 alumnos menos
A.S.R. / Burgos
La magia de tocar un violín junto al sonido de las ramas de un árbol cuando se mueven, aprender un truco nuevo de un maestro mientras se pisa la hojarasca, sentir la inspiración con el rocío del amanecer o con el sol rojo al atardecer... El espíritu de Crisol de Cuerda Tradicional bebe de la conjunción entre música y naturaleza, creatividad y libertad, trabajo e inspiración, emoción y comunidad... La fusión de todas estas notas brinda un encanto especial que la organización quiere compartir este año con el público capitalino trasladando su concierto final al Teatro Clunia. Alrededor de 85 músicos, alumnos y profesores, saltarán al escenario del auditorio de la calle Santa Águeda el sábado. Comenzará a las 20.30 horas y la entrada (5 euros) se venderá en las taquillas una hora antes del inicio.
Este espectáculo será la guinda a un encuentro que se inició el domingo en la Granja Escuela de Arlanzón, a 22 kilómetros de la capital, dirigido por el violinista Alasdair Fraser.
«Es el evento de esta semana relacionado con el folk más poderoso, no es un festival que mueva a 5.000 personas, pero es una semilla de futuro, no sé si de un nuevo movimiento, pero sí de algo», describe Javier Ortega, uno de los artífices de esta cita, quien llama la atención sobre la importancia de valorar estas pequeñas acciones: «Parece que solo vale el espectáculo a lo grande, y no. Aquí se trabaja muy tranquilamente pero se consiguen buenos resultados».
Ortega no dice estas palabras por decir. De estos encuentros de música y naturaleza han surgido varios proyectos, ya materializados en discos. El dúo formado por Blanca Altable y Chuchi Cuadrado presentaron esta primavera su primer álbum, Mayo, y se conocieron en la primera edición del Crisol de Cuerda. Y en la convocatoria actual ya han gozado con los temas del primer trabajo de los violinistas y profesores Arkaitz Miner y Juan Arriola.
85 alumnos, de entre 8 y 16 años y procedentes de doce nacionalidades distintas (Estados Unidos, México, Francia, Irlanda, Suiza, España...), participan en esta edición, 10 menos que en la anterior. Una cifra que ha obligado a hacer malabarismos y equilibrismos puesto que las previsiones eran llegar a los 120 para cubrir los gastos. Y es que el Crisol de Cuerda Tradicional este año se ha tirado a tumba abierta y cuenta con una única y exigua subvención, de 117 euros, de Caja de Burgos.
«Trabajamos en tiempos actuales ya y vamos a sobrevivir ajustándonos mucho», comenta Ortega, quien, sin embargo, asegura que la calidad se ha mantenido. Prueba de ello es la nómina de profesores, la mayoría repite de ediciones anteriores, aunque alguna novedad existe como la invitación al baile.
Las clases y talleres las imparten el mencionado Alasdair Fraser, Begoña Riobó, Arkaitz Miner, Jani Lang y Juan Arriola, en el violín; Natalie Haas, en el chelo; Quico Comesaña, a la guitarra y bouzouki; Jaime Muñoz, a la flauta; Gema Rizo, en el taller de danzas; Vanesa Muela, en percusión castellana; Jeremy Williams, en improvisación; y Natalia Uribe, cultura indígena mexicana, entre otros.
Aquí no hay batutas que valgan, la libertad y el carpe diem mandan en Arlanzón.