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LA ENTREVISTA DEL LUNES Javier Ariza

«En la vida payasa hay que trabajar mucho»

Lanzó un malabar y descubrió que lo suyo era puro teatro. Se ató un zapatón y desató La Sonrisa para hacer reír con disparatados personajes. Se quitó la nariz roja para perderse en París y se encontró Entre Escombros. Allí sigue y ahora busca su sueño en la Ciudad Condal

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Burgos

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A.S.R. / Burgos

Este cómico de profesión abraza farolas el día de mayor calor en San Francisco para otear el horizonte que se derrite ante sus ojos de color de rosa.

Pregunta- ¿Es más payaso de pueblo que las amapolas?

Respuesta- No, porque he viajado, pero siempre conservo mi entorno rural y si me apetece puedo gritar un yeaaaaaaa.

P.- ¿Qué Javier Ariza se quedó en la Escuela Municipal de Teatro de Briviesca y cuál salió de allí?

R.- Allí empecé y lo que comencé lo estoy continuando. Confío en que cuando tenga sesenta años pueda recordar al niño de la Escuela Municipal de Teatro de Briviesca.

P.- ¿Suena mejor el claqué bailado en la luna de la Bureba o en la de los Pirineos?

R.- Tanto el claqué como la música son universales y pueden llegar a emocionar en la luna, en la Bureba, en Palestina, en Namibia o en cualquier rincón de Burgos.

P.- ¿Qué le borra la sonrisa?

R.- El abuso de poder, los escándalo políticos y sociales y algún recorte que otro, por no hablar de veintiún motivos más.

P.- ¿Qué se la dibuja?

R.- Todo, todo... La gente, las artes y una cervecita en verano.

P.- ¿El teatro es posible entre escombros?

R.- Es posible y necesario. Creamos esa compañía porque es la situación real de la sociedad, ver qué va a ocurrir cuando todos estos escombros se limpien y cuáles son las historias que van a emerger entre ellos.

P.- ¿Qué historias van a emerger?

R.- Historias de sirenas, de payasos, de seres olvidados...

(Aparece un espontáneo pidiendo un cigarro y se queda cerca)

P.- ¿A la vida payasa se vive mejor?

R.- A la vida cómica se vive mejor.

P.- ¿Sin trabajar?

R.- Eso es lo que todavía mucha gente no comprende, que en la vida payasa hay que trabajar mucho.

P.- ¿Entre pitos y flautas qué se le escapó?

R.- Haber sido músico. Es mi frustración frustrada. Un año seré como Woody Allen y tendré mi propia banda.

P.- Pero ya es músico...

R.- Siempre digo que como músico soy payaso.

(Interviene el espontáneo para separar los límites entre payaso y músico)

P.- ¿Por qué causa se jugaría la nariz roja?

R.- Por Payasos Sin Fronteras. Para mí fue una experiencia que me abrió los ojos cuando tenía veinte años y que me los mantiene así.

P.- Señor Payaso, ¿cuándo se quedó sin fronteras?

R.- No me he quedado sin fronteras ni creo que lo vaya a hacer. Con estas compañías de bajo coste es muy fácil viajar y liarla en cualquier lado.

P.- ¿Por qué le gustan a las chicas tanto sus zapatones?

R.- ¿Le gustan? No lo sabía. No sé si será porque son largos...

P.- Si le cuento que había una vez un chico que salía al tejado de una buhardilla de París a tocar el saxofón...

R.- Es lo más normal del mundo. Cualquier payaso que se va a estudiar a París subiría a un tejado a ensayar.

P.- ¿Qué obra de ingeniería industrial necesitan las artes escénicas?

R.- Necesitamos hacer puentes que unan al público y a los creadores, una vía que mejore y haga que todo sea más rápido, más eficaz y más cómodo para que la gente se sienta segura viajando en este tren.

P.- ¿Cómo será el final de este montaje protagonizado por la subida del IVA?

R.- El IVA no paga el IBI.

(El espontáneo no se reprime: 'Explícalo mejor, es difícil de entender')

P.- Señor Periquillo, ¿qué menú servimos hoy con la que está cayendo?

R.- Un menú lleno de optimismo, alegría y menos paranoia de hablar de la que está cayendo.

P.- Doctor Periquillo Bisturín, ¿cómo es la operación de urgencia que necesita el enfermo?

R.- Vamos a preparar la camilla, acomodar al paciente, una buena anestesia y lo demás está en nuestras manos. Disfruten del viaje.

P.- ¿Cuál es el mayor desaguisado que ha vivido en escena?

R.- El de la guerra.

P.- ¿Y fuera de ella?

R.- El burocrático. Cuando presentas un espectáculo te preguntan más por la viabilidad económica del proyecto que por el verdadero interés cultural para los artistas y para el público.

P.- ¿Cuándo creyó que no vería la luz y qué farero apareció en ese momento?

R.- Cuando me lesioné y me rompí la muñeca. Tuve que cambiar de profesión. Y el farero fue el médico que me dijo que tenía que dejar el circo y hacer películas. Me pasó el teléfono de Almodóvar y estamos en negociaciones.

P.- ¿Saldrá en la próxima del manchego?

R.- Sí, en La muñeca que habito.

P.- Javier Rey, Philippe Gaulier y Amy Gwilliam. Ponga a cada uno en su sitio.

R.- Javier Rey fue mi mentor, el que me abrió una ventana y me dijo esto son artes escénicas, esto es teatro, esto es arte. Philippe Gaulier fue quien me dijo que si me lo quería tomar en serio debería estudiar. Y Amy Gwilliam es quien sintetiza lo uno y lo otro y con ella intento tener una parte de los dos.

P.- Si su vida fuera una obra de teatro sería...

R.- Seis personajes en busca del actor, por ejemplo. Romeo y Julieta siempre queda muy bien, pero también Ubú Rey, que, con la que está cayendo, puede ser una buena metáfora.

P.- ¿Qué música la ponemos?

R.- Funky, afrobeat, Calle 13...

P.- Esto se acabó. ¿Cogemos el 600 para ver si Seat patrocina este momento?

R.- Nuestro objetivo es meter 600 en el Seiscientos, el más difícil todavía. Y si alguien tiene un familiar que pueda hablar con el patrocinador oficial, que nos lo diga porque no va a quedar insatisfecho, vamos a hacer algo bonito para la calle. Por primera vez Entre Escombros hará comedia, eso en la teoría porque la práctica será como la realidad: tragicómica.