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ENCLAVE DE CALLE

Un payaso cuarentón para un circo sin proezas

La carpa de Los Galindos ocupa hasta mañana la ribera del Arlanzón

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Burgos

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L. B. / Burgos

No lo intenten. No busquen Maiurta en el diccionario. No encontrarán esta palabra. Carece de significado oficial aunque tiene varios oficiosos elucubrados por Los Galindos para bautizar su nuevo espectáculo, ese que desde ayer ocupa la ribera del Arlanzón a su paso por el Espolón.

Allí Maiurta cobra sentido, sentidos, mejor dicho. A saber, «pequeño circo de madera y lona», por ejemplo, «lugar de tránsito y estancia» o, el más obvio, ese que nace de contraer el posesivo catalán 'ma' (mi) con la palabra 'iurta', yurta en castellano, que así se llama la tienda de campaña utilizada por los nómadas en las estepas de Mongolia.

Y es que esa forma precisamente toma la particular carpa que acampa en la ciudad este fin de semana por obra y gracia del Festival EnClave de Calle.

Al abrigo de esta estructura, Los Galindos pretenden robar un «cachito» del corazón de los espectadores que se adentren en ella. Hasta cien tienen cabida en cada pase. Lo hacen a golpe de «intimidad colectiva», la que facilita la cercanía entre público y los protagonistas, un payaso cuarentón (Marcel Escolano) y el músico Sibelius (Marc Vila), responsable de la «textura intangible que soporta el mundo de fantasía por el que transita el primero», según detalló ayer el propio Escolano, horas antes de saltar al ruedo escénico burgalés que Los Galindos conocen bien.

Así, Maiurta se presenta como un espectáculo que evade la técnica, la acrobacia o la energía. «Es más bien todo lo contrario, un espacio de recogimiento, un lugar de expansión y explosión expresiva, una pista para un payaso decidido a compartir su existencia vital sin seguir cronología alguna, sin afán de hilar dramáticamente nada pero con una coherencia rítmica que invita a un viaje emocional», relataba Escolano.

La harina se revela además como el ingrediente secreto de esta mezcla, el aderezo de este cuento sin historia o circo sin proeza, como prefieran.

«Soy hijo de panadero, crecí y aprendí con mi padre en su negocio, amasando, mezclando, horneando y haciendo malabares con barras de pan», aclaró el protagonista. De ahí que su personaje, él mismo, trabaje con el material que lo vio crecer, esa masa  tan mágica alimentada con agua y harina para la que, como payaso, busca otras posibilidades. De oficio en oficio, la artesanía de los payasos clásicos se cuela también en esta propuesta. «Antes de llegar a la compañía, hace ya 22 años, trabajé con artistas mayores de los que aprendí muchas cosas. Y este espectáculo es también un homenaje al circo como oficio en el que te curtes barriendo el taller, haciendo primero los trabajos más básicos y fijándote en los veteranos», apuntó Escolano.

La Maiurta de Los Galindos abrirá sus puertas de nuevo hoy y mañana, a las 18.30 y a las 21 horas. Cinco euros bastan para descubrir su verdadero significado.