Pasión por el Auditorio

MARTA CASADO / Burgos

Pasadas las 19.30 de la tarde comenzaban a llegar los primeros espectadores a las afueras del Auditorio de Burgos. Todos ellos estaban encantados de venir, «ya era hora de tener un sitio como este» rezongaban algunos. Muchos con sus mejores galas. Era momento de estreno. Otros estilo casual. Las entradas les identificaban. Color sepia, entrada para el espectáculo cultural, color azul oscuro, para un evento comercial de una conocida marca de coches.

En la platea muchos invitados y entre ellos descendientes del compositor burgalés que fue el gran triunfador de la noche. Se reservaron también invitaciones para, entre otros, los familiares de los coralistas que han sorprendido a los profesionales. El resto, hasta 900 entradas, se vendieron en el primer día que salieron a la venta.

Los coralistas fueron los primeros en ir ocupando sus asientos. Después la orquesta. A los pocos minutos y tras las primeras pruebas de rigor con los instrumentos apareció un emocionado Rafael Frühbeck, en un escenario incomparable y jugando en casa, esta vez, ante sus paisanos. Y arrancó la música.

Un arpa daba la entrada al Preludio y la Danza Popular que ya avanzan que la parte inacabada, que no es el final de la ópera que sí realizó el autor, es un momento de alegría y diversión. La voz de Luis suena al fondo, no se le ve, sí se le escucha lamentarse y aparece en escena llamando a su amada. Clara responde a lo lejos y el coro se convierte en el confidente de los dos amantes que se cuentan sus cuitas y al final de la escena siete deciden escaparse juntos. Instrumentos de cuerda copan el aspecto instrumental de estas siete escenas en las que aparecen criados, el posadero, estudiante, y el oidor padre de la fugada Clara.

En algunos momentos de fulgor la flauta travesara acompaña a la historia y todos los instrumentos de viento y la percusión aparecen en el momento final con dos puntos álgidos. Cuando los protagonistas se escapan y cuando los estudiantes, el coro, celebran el triunfo del amor que supone el climax instrumental. Los aplausos se sucedieron para todos los solistas,  hasta ocho, recibieron el reconocimiento de una platea entregada. Subió la intensidad de los mismos con la llegada de los dos protagonistas Vicente Ombuena y Ana María Sánchez. Los decibelios subieron unos minutos después con la aparición de Juan Gabriel Martinez, director artístico del coro, Rafael Frühbeck, director y el compositor Alejandro Yagüe que completó estos 35 minutos de orquestación. En su mano el libreto de la composición. «Hemos querido dar a entender que aunque no estuviera Antonio José, los aplausos eran para él», afirmaba un satisfecho Alejandro Yagüe. «Estoy muy contento realmente ha habido un esfuerzo por hacerlo muy bien, los cantantes han puesto mucho entusiasmo y ha quedado muy bien», completaba entre felicitación y felicitación para terminar «ya era hora» en el descanso del espectáculo antes de volver con la 9ª de Beethoven.

En el escenario, sobre el pupitre del director, el libreto. Antonio José triunfó en el nuevo Auditorio.