El Correo de Burgos

EXPOSICIÓN

El loco que pinta sueños y realidades

El Arco de Santa María se viste con la explosiva paleta cromática de Arahuetes, que se estrena en esta sala con óleos y acuarelas; figuración y abstracción; retratos y paisaje; tabla, lienzo y tela...

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Burgos

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A.S.R. / Burgos

Arahuetes recibe con un pitillo recién liado en los dedos, con cara de agotado, aunque declara estar satisfecho, contento y hasta descansado. Faltan unas horas para que sus pinturas se sometan al ojo crítico del espectador y él pasea por ellas mimándolas, acercándose mucho para ver su arquitectura y alejándose para observarlas en la distancia, con los metros que no permite el estudio. No se ven de la misma manera, dice, y tiene razón. El pintor burgalés expone por primera vez en el Arco de Santa María. Apocalipsis, abierta hasta el 13 de enero, hace honor al significado etimológico de la palabra e irrumpe como una manifestación de lo que estaba oculto.

Se descubre aquí la creación de Arahuetes de los dos últimos años. Heterogénea. Figuración y abstracción; paisajes, retratos y bodegones; óleos y acuarelas; lienzos, tablas y telas; formatos grandes y pequeños... Y hasta una incursión en la escultura y la literatura con el dios Auaritiae (avaricia en latín) como protagonista. Una muestra para pasar y ver. Para soñar con las mil y una miradas que posibilita.

La figuración da la bienvenida. Son cuadros pequeños que juegan con los arcos. Óleos: botellas de cristal puras, de caderas anchas y estrechas, retratos de amigos, el frigo que pintó en verano bajo las directrices del maestro Antonio López... Acuarelas: retazos de un viaje a San Francisco, un diario pintado in situ, sus edificios, sus puentes, sus postes de la luz...

Todo es posible en el piso superior. Pequeñas obras salpican la galería de grandes pinturas abstractas, las que permiten ver el más difícil todavía. En algunas, Arahuetes pone el zoom y saca de ellas algún motivo, con las manchas más definidas, tiende una mano al espectador. Lo hace así con el hombre que vomita un caballo.

Pero la imaginación es el alma de la fiesta en esta planta. Los sueños salen de la oscuridad y se hacen realidad. Un pueblo de casas rosas en la lejanía, una novia a la fuga que surca el mar, la pradera de San Isidro más fiestera que nunca, con un sol amarillo membrillo irresistible y un rosa helado de fresa irreprimible... Al fondo una maraña de ramas de árboles, entre ellas, se manifiesta lo oculto, un pueblito de casas rosas para unos, un paseo para enamorados para otros, un simple paisaje, una sencilla mancha de color...

«Es la liberación de la realidad. Cómo se va deshaciendo a la mancha y en ella ya surge lo que tú quieres», comenta Arahuetes sobre el paso de la figuración a la abstracción, estilos con los que trabaja sin distinción y con los que seguirá saliendo al cuadrilátero, sin olvidar los guantes de Tony Burton.

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