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El cazador de la luz muestra sus ‘presas

Ángel Herraiz llena el Arco con 130 imágenes de un Burgos diferente

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Burgos

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MARTA CASADO / Burgos

Ángel Herraiz se hizo fotógrafo como excusa para ser cazador de instantáneas. Su búsqueda ha sido constante desde que de niño escuchó a su padre maldecir que en la foto no se podía ver el paisaje que para él era pura luz. Como un cazador siempre va con su arma, la cámara de fotos, al hombro. El ojo y el olfato siempre listo para aprovechar una instantánea, un momento fugaz, una imagen irrepetible...

En Pura luz, exposición que mantiene hasta el próximo 7 de julio en el Arco de Santamaría, el fotógrafo afincado en Burgos muestra más de 130 imágenes de un Burgos diferente. «Muchas de las fotos las he buscado insistentemente durante años, la luz según en qué estación, el ángulo y la posición te pueden redescubrir lugares que paseas en mil y una ocasiones», rememora el fotógrafo reconvertido en pintor. El objetivo es que la lente y la cámara se transformen en el pincel; que la realidad y la luz se asemejen a óleos y acuarelas. En el proceso el papel es igual o más importante que un buen lienzo. «Juego mucho con el papel, tiene que ser de calidad, las imágenes las he positivado yo, en algunos casos busco una especie de apariencia de lápiz, de grabado y cuando quiero buscar determinados colores trabajo el papel con material para potenciar unos tonos y otros, éste es el proceso en el que me encuentro más cómodo».

Las fotos que llenan las paredes de las dos plantas de exposiciones del arco las divide el cazador de matices de luz en tres tipos de presas diferentes. «Aquellas que persigues durante semanas, meses o años porque es la luz en determinado momento del invierno, el Arlanzón desde el Puente Malatos con niebla, que en Burgos son dos días contados, la luz de invierno que resalta los bronces de la escultura de la fuente del Paseo de la Isla...», así narra las aventuras para lograr una imagen. También hay instantáneas fruto del azar. «Es aquella que aparece en ese preciso momento». Como ‘pillar’ a un caballista en el río Arlanzón en pleno estiaje, cuando las aguas bajas y transparentes, llenan de color la instantánea con amarillos, azules y verdes si además pasa un caballista y remueve la tierra cobriza... «parece el Orinoco», recuerda.

Otras, las menos, son imágenes retocadas. «En pocas ocasiones, no voy a renegar de la tecnología. La superposición de edificios para recrear las construcciones modernistas del Espolón sin árboles sólo se pueden hacer trampeando ligeramente la imagen». Asegura. Para lograrlo «aproveché que estaban podando los árboles pero la imagen es tan cerca que apenas puedes abrir plano». El efecto consigue recrear la realidad.