El Correo de Burgos

Pintura / Arco de Santa María

Pablo Losa, paleta de campo y playa

El artista burgalés residente en Canarias regresa a las salas de su ciudad más de treinta años después con ‘Tierra adentro, mar afuera’, una colección de pasteles

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Burgos

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A.S.R. / BurgosOlas que rompen serenas en la playa. Hierbas que crecen lánguidas en la montaña. Espuma de mar presta a mojar unos pies ausentes. Luces mortecinas que alumbran un pueblo una fría y oscura tarde de invierno. Una niña jugando en la arena. La esbelta Catedral de Burgos... Pablo Laso parece debatirse entre dos amores. Sus cuadros se alinean en las paredes del Arco de Santa María prestos a que el espectador deshoje la margarita. Campo, playa, campo, playa, campo, playa... Pero el pintor burgalés lo tiene claro. ¿Para qué elegir si puede abrazar a los dos? Y lo puede hacer. Tierra adentro, mar afuera es la constatación. Una colección de pasteles que viste las paredes del Arco de Santa María hasta el 1 de septiembre.Esta exposición significa además el reencuentro con el público de su tierra tras más de treinta años ausente de sus salas. Colgó sus cuadros en la Sala Espolón allá por los finales años setenta y nunca más volvió. Dice que no hay un motivo preciso. Lo fue dejando y la anhelada muestra se dilató en el tiempo.Y es que, aunque todos los años vuelve a Burgos a ver a su familia tres veces como mínimo al año, él reside desde hace 32 en Canarias.A las islas se fue sin haber cumplido los 20 años para ocupar su plaza de funcionario de la Administración. Su paisaje le impactó. ¡Era tan distinto a lo que había visto hasta entonces en la vieja Castilla!...«Me impresionaron mucho los mares de nubes, las cascadas que se forman, el origen volcánico, la forma de las rocas y el colorido de las montañas, que era muy original. Era una eclosión de la naturaleza», comenta, aunque no olvida que su vocación de pintor se la debe a Pancorbo, donde vivió su primera infancia.«Allí había muchos artistas que pintaban al natural. Plantaban los caballetes en el pueblo y a mí me parecían magos, cómo jugaban con los potingues y los colores y, de pronto, veía mi casa y las montañas tan bonitas del pueblo. Y eso es lo que yo quería conseguir», relata y recuerda que cuando empezó le salían escenas costumbristas. Aprendió mucho de Mestres i Cabanes, catedrático de Bellas Artes de Barcelona, que cada verano llegaba a la Catedral para plasmar sus interiores. También pintó mucho al natural y poco a poco arañó secretos a la luz, el color, la perspectiva...Y con ellos en el equipaje se plantó en Canarias. Se dejó arrastrar primero por la montaña, después bajó a la playa, siempre atraído por los fenómenos más insólitos provocados por la naturaleza.Su primera muestra en Canarias (1980) tuvo un enorme éxito y le dio alas para seguir. Tanto que hace 18 años pidió una excedencia y se entregó en cuerpo y alma a la pintura -dice que no se ha hecho rico pero sí vive de ella- con especial atención al pastel, en el que sigue investigando. Él lo trabaja a base de capas y con muchos espesor que lleva a confundirlo con el óleo.

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