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LITERATURA

El cuento para un adolescente que acabó convertido en novela

Paula Francés debuta con ‘La casona de La Cuenca’, que narra la historia de dos familias mineras, la del patrón y la del obrero, entre los años 30 y 50

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Burgos

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A.S.R. / BurgosCuando su hijo era pequeño, Paula Francés era feliz contándole cuentos. Pero el paso del tiempo es irremediable y supo que la adolescencia le arrebataría ese placer. Decidió entonces escribirle un relato para que lo leyera cuando dejara de pedirle esas historias. Este año los Reyes Magos dejaron en sus zapatos una tableta. Empezó a escribir, escribir, escribir... y sin darse cuenta alcanzó las 400 páginas. Demasiadas para un cuento. Pensó que sería una pena dejarlo en el cajón, sopesó colgarlo en internet, pero también le apetecía tocarlo y verlo en las librerías. Alguien le dirigió hasta Fernando Arnaiz, de la editorial Dossoles, que tras leerlo dio luz verde a la imprenta.Aquel relato destinado a su hijo se ha convertido en una novela, La casona de La Cuenca, que ya ocupa las estanterías y que hoy se presenta en la Sala Polisón del Teatro Principal (20.15 horas) con dos padrinos elegidos por la propia escritora, su cuñado, José Jaraiz, y su amiga Laura Alonso.La acción arranca con un accidente producido en una mina donde trabajan menores. Un niño sufre heridas graves y el patrón lo traslada hasta un hospital de Madrid, donde pasará numerosas veces por el quirófano.A partir de esta circunstancia se narra la evolución de la vida de las dos familias en la España de los años treinta a los cincuenta. La del obrero y la del patrón.¿Por qué ha elegido los años de la Guerra Civil y la posguerra? La escritora asegura que necesitaba poner distancia de su época -ella nació en el 56- y que le venían bien esos años porque en ellos se sitúan las historias que ha oído a su abuela y su madre. «Hablo de lo que conozco», sentencia.Paula Francés se reserva «un papelito» en el primer capítulo. Cuenta que ella nunca ha sido de escribir diarios y quería dejar constancia, sin pretensiones ni aspiraciones, de su vida, del accidente que sufrió cuando era niña y la obligó a pasar hasta 36 veces por el quirófano entre los 6 y los 14 años y a permanecer muchos meses en el hospital.Esas operaciones la dejaron sin manos y con muchas cicatrices en la cara, pero cumplió sus sueños. Quería ser boticaria y lo consiguió. También tuvo un hijo, plantó un árbol y ahora escribe un libro.Cuando se le pregunta si cree que puede servir de ejemplo para sus lectores, Francés, humilde, se quita importancia. «¿Pero quién en su vida no ha tenido o tiene algo que superar? Yo lo que sí sé positivamente es que quien no ha tenido nada que superar en su vida tampoco la vive de forma intensa. Hay veces que la gente hace dramas de un pisotón en la calle», expone.La casona de La Cuenca significa el nacimiento de una nueva autora en la ciudad. Paula Francés reconoce que le ha cogido el gusto y planea seguir por este camino. Todo dependerá de cómo funcione su ópera prima.No haría ascos, claro está, a vivir del cuento. «Es algo que he dicho siempre y mis compañeros de la oficina se ríen ahora con la posibilidad de que se cumpla. Anda que si se hiciera realidad...», bromea la autora burgalesa, que confiesa que sí ha dejado en el tintero historias que no encajaban en esta novela y pudieran dar lugar a otras en el futuro.Quién sabe si en alguna tendría mayor presencia aquel niño, que también tiene un pequeño papel en esta, para el que Paula Francés escribió este relato y que hasta ha empezado a sentir celos de Zabulón, el protagonista, y a echar en cara a su madre que le dé más mimos que a él. Ella se ríe al contarlo.