BURGOS / Música
El Coro Gaos de La Coruña gana el Concurso Antonio José
El Ángel Barja de León se lleva el segundo premio y el del Público y el Grupo Vocal Elkhos de Pamplona, el tercero. La formación gallega era la más joven
El veredicto resonó más allá de las diez y media de la noche. El Coro Gaos de La Coruña subía a lo más alto del podio del XIII Concurso Nacional de Corales Antonio José, acompañado por el Coro Ángel Barja de León y el Grupo Vocal Elkhos de Pamplona, con las medallas de plata y bronce respectivamente. También para los leoneses fue el Premio del Público.
Cinco horas antes de que todo se resolviera, entre cajas, el Fórum Evolución era un hervidero de voces. Sonaban por arriba, por abajo, por las escaleras y en el escenario, donde cada una hizo su ensayo general en el mismo orden en que luego actuarían.
Y el primero en hacerlo fue el coro más veterano de los participantes. La Coral Polifónica Sagrada Familia de Madrid, tercer premio en 2003 y 2009, nació en 1981 y cantando sigue. ¿Cuál es el secreto? Su director, José Luis Ovejas, lo tiene claro: «Ensayar con alegría y no perder nunca la ilusión. No creo en la magia, sino en el trabajo diario».
Considera que el mundo coral sufre las mismas embestidas que el resto del arte, pero afirma que no tiene mala salud -tampoco se atreve a decir que sea buena-, y que el relevo generacional hay que trabajárselo. «Hay que buscar repertorios que les gusten, si te centras solo, por ejemplo, en la música sacra de Tomás Luis de Victoria está bien, aprendes mucha polifonía, pero los jóvenes no entran, pero si das cabida al folclore, los espirituales negros y otros sonidos los chicos se sienten identificados», destaca y revela que a sus puertas todos los años tocan nudillos jóvenes.
Todos lo son en el otro lado de la balanza, donde se encuentra el Coro Gaos, con apenas cuatro años de vida. Sin saber aún que al final de la noche se colocarían la corona de laureles, su director, Fernando López, que ya participó en el certamen con el Coro Joven de la Sinfónica de Galicia, presume de la experiencia de sus chicos, a pesar de su juventud.
La misma alegría con la que saltaron a las tablas del Fórum desprenden mientras ensayan. El conjunto salió de la orquesta del mismo nombre formada en 2009 por alumnos del conservatorio.
Rechaza López catalogar a la voz como el instrumento pobre de la música. «Depende mucho de la energía. Se trata de adaptar los repertorios. No puedes tocar lo mismo en un concierto para la Tercera Edad que para niños», destaca y cree que la frescura es lo que anima a la gente a quedarse con ellos. Porque, aunque no quiere hablar de competencia, sí observa que en Galicia se vive una gran movida musical. «País Vasco y Cataluña nos llevan muchos años de ventaja en esto pero cada vez hay más escuelas, más iniciativas particulares...».
Más luces y sombras ve Aitor Olivares, batuta del Coro Ángel Barja de León, que ya estuvo en el Antonio José en el año 2007. Más de veinte años avalan a esta formación con espíritu joven, desde su nacimiento en el seno de las enseñanzas secundarias hasta ahora, convertidos en coro universitario, y que, además, cuenta con una masa juvenil con chicos de instituto. ¿Cantera garantizada? ¿Seduce la música coral a los jóvenes? «Si se la haces atractiva, sí. Tienes que plantear las cosas a modo de juego, siempre desde el rigor y la seriedad del trabajo musical, y lo más cercano a ellos», apunta y admite que, aunque ahora están boyantes, hace dos años vivieron horas bajas.
Cuando la mirada pasa del escenario al patio de butacas la cosa se pone más oscura. «La media es de cuarenta para arriba. Esa lucha es más complicada. Tira más un partido de fútbol», lamenta. ¿Qué le falta para seducir a los treintañeros y veinteañeros? «A ella nada. Falta cultura musical para que la gente se acerque, pero qué podemos esperar si cada vez hay menos en las aulas. Toda representación artística merece muchísimo más peso en la enseñanza. Si se destinara el mismo dinero que se usa para el fútbol el país estaría de otra manera».Continúa el misterio de las canciones para niños
Hace casi tres años, la Institución Fernán González reunió en una publicación las partituras y letras de cinco canciones para niños de Antonio José rescatadas por el musicólogo Miguel Ángel Palacios. Durante su presentación, se habló de la existencia de cinco más que permanecían en paradero desconocido y así continúan. El misterio sigue, tal y como señala el músico Rodrigo Calzada, que colaboró con Palacios en aquella edición. Aunque se sospecha en manos de quién pueden estar, no ha habido manera de convencerlas para que las haga públicas y, por las palabras de Calzada, las esperanzas de conseguirlo cada vez son menos. A la luz han salido La mañana, Balada, El piojo y la pulga, Canción de cuna y Canción del alba y en la penumbra se mantienen Verde verderol, Añoranza, Canción de fiesta, Golondrinas y Romance.
Flores en el ‘Heptacordo’y recuerdo en Estépar
El recuerdo al compositor fusilado en 1936 tiene una cita fija desde hace muchos años con dos escenarios: la escultura El Heptacordo, erigida con motivo del centenario de su nacimiento, y el monte de Estépar, donde se cree que están los restos de Antonio José junto a los de cientos de personas más. Todos los años, la peña que lleva su nombre se dirige a ambos sitios para mantener vivo el espíritu del músico. Hoy vuelven a hacerlo (a las 13.30 horas frente al conservatorio de las Bernardas y a las 17.30, salida de la sede de la peña hacia Estépar). ¿Será esta visita más especial que otros años tras la exhumación de las fosas comunes este verano? Su presidente, Benito Saiz Colina, responde que probablemente sea una visita diferente, pero para ellos igual de especial que los homenajes anteriores, que llevan realizando muchos años.