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‘Una casa distinta’... y surrealista

El burgalés Goyo Rodríguez estrena el palmarés del Premio Álbum Ilustrado Ciudad de Benicarló

Goyo Rodríguez sujeta su último volumen, que ya está en las librerías.-Israel L. Murillo

Goyo Rodríguez sujeta su último volumen, que ya está en las librerías.-Israel L. Murillo

Publicado por
A.S.R.
Burgos

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Una casa de ladrillo con pajarita y un hermoso algodón de azúcar como peluca, perchas blancas que vuelan cual polluelos, un sofá que ladra contra una silla que maúlla, un calefactor todo corazón… Las palabras se transforman en un cuento nuevo tras pasar por el lapicero de Goyo Rodríguez. El ilustrador burgalés crea un mundo de fantasía, con un punto surrealista y un toque de magia en su último libro, Una casa distinta, con textos de Daniel Nesquens, que estrenó el palmarés del I Premio Internacional Álbum Ilustrado Ciudad de Benicarló.

La presencia de este volumen en las librerías es el mejor final para un 2014 al que el creativo hubiera puesto un lazo para no dejar escapar. «Es una lástima que acabe», apunta jocoso.

Y es que a este reconocimiento se unen dos más en los Premios Motiva del Diseño Gráfico Asturiano, el primero en la categoría Autopromoción, por la colección de portadas de clásicos literarios que se pueden ver en su blog Conceptraciones -en el que realiza un interesante resumen de la actualidad- y una mención de honor por la portada del libro La perla del Greco, de Lucía González Piquín, de Anaya. Algunas aparecerán en una revista de diseño de Shanghái, con el importante empujón promocional que supone.

Si estos galardones se suman a que no le han faltado, más bien al revés, encargos en su trabajo habitual como ilustrador de libros de texto para diferentes editoriales, el resultado es un año redondo, aunque con escasos días libres. No le importa. Se sabe afortunado por tener su afición como trabajo y por contar con una agenda rebosante.

«Lo más importante es tener trabajo. Los premios y los reconocimientos son una alegría, pero no los buscas», observa y asegura que uno de los puntos atractivos de esta profesión, que, como todas, ha sufrido la crisis, es que cada día aprende cosas nuevas. «Aún me considero un principiante y no es falsa humildad. Cada proyecto me lo planteo como uno nuevo y con cada uno, además de mejorar, intento hacer algo diferente. Me gusta jugar con las técnicas, los estilos…», añade este ilustrador que no busca hacerse ningún hueco, que solo piensa en no parar de crear, «que es lo que te abre puertas», y que si algo tuviera que pedir a los Reyes Magos sería tiempo, una montaña de segundos, minutos y horas.

«El estrés es mi estado natural y al final se termina pagando», lamenta con una media sonrisa que habla de la pasión por su trabajo, que le mantiene todo el día maquinando, con varios proyectos a la vez, con el lápiz siempre en la mano.

No lo ha soltado desde que el destino le puso el primer proyecto en sus narices. Compartía piso en Salamanca, donde estudió Bellas Artes, en la especialización de diseño gráfico, con amigos que sí iban para ilustradores. A uno le llegó un encargo que no se ajustaba a sus características, enfocadas al género fantástico, y se lo pasó. Sería el primero de muchos, que ahora realizada desde Candás, una localidad asturiana donde tiene su estudio, donde continúa creando esos pequeños bocetos a papel, explorando en busca de la originalidad…

A pesar de ese deseo de amarrar el año viejo, 2015 no puede empezar mejor. En estos primeros meses aparecerá Cuentos mínimos, un volumen de microrrelatos de Pep Bruno, que él ha animado de dos en dos a su libre albedrío.

Esa libertad es la confianza que Goyo Rodríguez se ha ganado tras más de una década como ilustrador. Y eso le gusta más que todos los trofeos.

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