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«Soy cómplice del hombre sencillo que cuenta cosas»

Pintor y poeta. La poesía es el vehículo de expresión de este leonés que la rastrea en la tierra castellana, en el azul de sus cielos y en la raíz de sus vides, y la vuelca sobre el papel o sobre el lienzo, como hace en la exposición ‘El arte del vino’ en el Museo de la Evolución Humana

Burgos

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Gallos, unicornios, aves, toros, tierras labradas, tierras baldías. El vino dibuja los sueños del leonés Adolfo Alonso Ares, que sube a su paleta los caldos de la Comunidad para avivar un mágico bestiario en El arte del vino, una exposición con 32 obras que ocupa un espacio en el Museo de la Evolución Humana hasta el 27 de febrero. Soledad, silencio, magia, curiosidad, infancia, emociones... El pintor y poeta pone palabras a este mundo.Pregunta- El arte del vino nace de aquella imaginación desatada ante lo que escondía el desván de su abuela. ¿La infancia es la verdadera patria de pintores y poetas?Respuesta- Absolutamente. A mí ya desde niño me interesaban tres tipos de bestiarios: el de la realidad, que era el que me ofrecía la naturaleza, del que me sentía cerca al vivir en un sitio pequeño como es Astorga, con lobos y una fauna diversa; el de la literatura, sobre todo el de las fábulas de Samaniego, que leía, volvía a leer y me aprendía de memoria; y también el de la imaginación, que sigue interesándome y habitándome.P.- ¿De qué manera le habita?R.- Me habita en una intimidad que siento al límite. Imaginaba aquel desván y muchos otros lugares en los que me recreaba. Sigo pensando y viviendo en los mismos paisajes que lo hacía siendo niño.P.- ¿Sintió alguna vez miedo?R.- Siempre fui miedoso, pero no temía a los bestiarios, aunque sí a los espíritus, de los que se hablaba mucho en la Maragatería, pero los bestiarios me daban tranquilidad, tenía una percepción positiva y me inducían ya a la literatura. A los doce años ya publiqué algún poema en La luz de Astorga.P.- Los versos dibujados en sus obras hablan de la necesaria soledad. ¿Cómo se lleva con ella?R.- La soledad es absolutamente necesaria. Yo frecuento mi casa de la Maragatería porque allí la encuentro cuando la necesito, es la soledad que parte del silencio, del mundo de la realidad, que habita cerca del hombre.P.- Y sin embargo pinta con vino...R.- El vino es la sustancia que otorga veracidad porque procede de la vid y esta es un organismo vivo y, además, está cultivado por los hombres.P.- ¿Qué caldo escogería para brindar por el éxito de esta exposición que está itinerando por la Comunidad?R.- Un Ribera del Duero porque esta tiene una connotación literaria por todos los escritores que vivieron en torno al Duero como Gerardo Diego, Antonio Machado, Gustavo Adolfo Bécquer y, sobre todo, porque tiene la pátina de una tierra que forma parte del sueño de los hombres. A mí lo castellano me fecunda porque es una tierra adusta, seria, con compromiso y con historia y, obviamente, cuna de la literatura castellana.P.- Dice que estos bestiarios nacen de su gusto por hablar con la gente de los pueblos de Castilla. ¿Cómo ve esta tierra?R.- Hoy los hombres siguen siendo juglares en los pueblos y ese espíritu está en los bestiarios que yo elaboro, que también nacen de la poesía, que, a su vez, lo hace de la tradición oral, de lo que cuentan los hombres de los lugares más apartados y que cuentan aún cosas que son más veraces y emocionantes.P.- ¿Y eso se cuida o se está dejando perder?R.- No hace falta cuidarlo. A lo largo del tiempo me he dado cuenta de que en estos lugares recónditos hay un significado del tiempo en el que el hombre representa la ficción. El hombre que cuenta esas cosas cree en ellas, igual que yo lo hago en mis bestiarios. Ese relato de fantasía yo lo nombro a veces en los poemas con la misma voz desnuda y primitiva que utilizan ellos, aunque lo transformo porque no lo sé hacer de otra manera. Yo siempre quiero ser cómplice del hombre sencillo que cuenta esas cosas.P.- ¿Y cómo siente la despoblación que asuela Castilla?R.- Es una tragedia. Pero soy de los que cree que todas las cosas tienden a solucionarse, que el mundo y la vida que nosotros hoy hemos creado en torno a nosotros, lo que supone Castilla, es una consecuencia de nuestros errores, de que hemos vivido de espaldas a la imaginación, a los bestiarios y a la vida sencilla, que no la cuidamos.P.- ¿Tiene solución?R.- Sí, vivo esperanzado en ello. Yo vivo la mitad de mi tiempo en una zona rural, en Valdespino, cerca de Astorga, y creo que el hombre que regresa a su tierra tiene un problema, que hoy no es tan fácil cultivar esas tierras porque han perdido la raíz, el sino, antes lo heredaban de sus padres y abuelos y ahora han roto la cadena y no saben seguir cultivando, y esa es la tragedia. Yo lo veo esperanzado porque creo que la oportunidad actual de trabajar a distancia será la solución para las zonas rurales, provocará un regreso porque se vive muy confortable en ellas.P.- ¿Pueden las nuevas tecnologías acabar con su esencia?R.- Cuando vives en una zona rural recuperas la esencia siempre. Yo hoy podo, siego, cultivo... He recuperado unas labores que cada vez vivo con más intensidad y aprendo de la gente. Esto mismo les pasa a muchos vecinos, que han recuperado esa cercanía con la tierra.P.- Una tierra que está muy presente en su obra...R.- Nosotros somos hijos de la reflexión y en esa intimidad está la raíz de la tierra, el hombre que la cultivó y lo sigue haciendo, lo primigenio.P.- ¿Cuáles son sus sueños?R.- Al crear siempre imagino los mismos paisajes. Una vez, el profesor José María Balcells me dijo que yo siempre escribía el mismo libro y puede ser que lo haga porque me recreo en las mismas emociones, aunque el paso de los años las transforme y las dé un tipo de expresiones más acusadas, más cercanas a esa realidad palpable que nos llega cuando tenemos más años.