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BURGOS / Exposición

Sueños de tórculo y óleo

La mirada al paisaje castellano del fallecido Eugenio Rincón convive, sin llegar a cruzarse, en el Arco de Santa María con la alegría del color que ha conquistado el grabado de Maite de la Parte

Maite de la Parte, con uno de sus grabados.-Raúl Ochoa

Publicado por
A.S.R.
Burgos

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Hace un puñado de años, su alma creadora unió los destinos de Maite de la Parte, Cristino Díez, Jesús Aguirre y Eugenio Rincón. Nació el Grupo Punto, una marca con la que sus miembros han realizado tres exposiciones en la ciudad hasta el momento. Pero sobre todo surgió una férrea amistad y una admiración mutua que ni la muerte de Eugenio Rincón ha podido quebrantar. Por eso, la chica del cuarteto ha orquestado ahora una muestra con sus grabados -aunque vive a orillas del mar cada tres años tiene cita con sus paisanos- y la obra paisajística del amigo fallecido hace siete años.

Juntos pero no revueltos, Maite de la Parte y Eugenio Rincón vuelven a compartir espacio. Estarán en el Arco de Santa María hasta el 7 de junio.

Una explosión de color ha estallado en el tórculo de la artista durante 2014. A un lado, que no olvidada, porque algún ejemplo muestra, se quedó su querencia hacia el bicolorismo de rojo y negro y en esta colección, realizada con distintas técnicas de grabado -aguafuerte, resinas, gofrado, carborúndum, aguatinta, entintando a La Poupée...-, se diversifica la elección con un dominio del azul.

Cada pieza, todas únicas, está realizada con varias planchas y quienes conozcan los óleos de De la Parte verán más que un reflejo en ellas. Ovillos, lunas de sangre y plata, soles de arcoíris, vivaces peces de colores en un mar negro...

Esos juegos cromáticos y de formas se tornan en serenidad tras ascender por la escalera de caracol.

El visitante se adentra sin remedio en el paisaje castellano de la mano de Eugenio Rincón.

Las grandes manchas anaranjadas le meten de lleno en una calurosa tarde de verano con la cosecha a un paso, los aguardentosos verdes invitan a cobijarse a la sombra del árbol, las parameras le llevan hasta el infinito y más allá...

«Las últimas exposiciones exclusivas de paisaje se hicieron en los ochenta por lo que habrá mucha gente que no lo reconozca», apunta su hijo, Carlos, que, junto a De la Parte, se ha empeñado en que la obra de su padre siga viva y observa que aún queda bastante por sacar del estudio como sus desconocidos dibujos a lápiz.

«Es un paisaje muy sintético, que busca transmitir los colores y la forma de Castilla y los pueblos de Burgos por encima del detalle. Va a su esencia», pinta su hijo y recuerda que su padre acostumbraba a recorrer estas tierras con un cuaderno en el que cogía apuntes con pastel y cera, muy puntualmente con acuarela, sobre los que luego trabajaba en el estudio con el óleo, con el pincel y la espátula, para conseguir las pinturas matéricas que recorren estas paredes. «Son paisajes que se pueden tocar. Mezclaba arenas con el óleo y ese volumen, esa masa, les otorga una fuerza extra», prosigue. .

La muestra recoge pinturas desde finales de los sesenta hasta los noventa y Carlos Rincón aprecia una evolución sobre todo en los colores, no tanto en las formas. «Su paleta se vuelve cada vez más viva, en paralelo a la evolución de su línea abstracta, porque nunca dejó ninguna de las dos cosas», sostiene.