El Correo de Burgos

ENTREVISTA / PATXI GARCÍA GARMILLA

«Tenemos una brillante música barroca. No caben los complejos»

Patxi García Garmilla.-R. OCHOA

Patxi García Garmilla.-R. OCHOA

Publicado por
A.S.R.
Burgos

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Con sus bermudas, sus sandalias y una veraniega camisa a cuadros pasea Patxi García Garmilla (Bilbao, 1956) por la Catedral de Burgos como si fuera uno de los muchos turistas que han madrugado para dejarse cegar por el espectacular cimborrio, pero su mirada se detiene más en el órgano ibérico de la capilla de San Enrique o en los que encabezan la nave central, donde se fotografía este organista vasco de nacimiento, con raíces burgalesas, que el 15 de agosto celebrará veinticinco años de relación ininterrumpida con Covarrubias.

Año tras año, cada mes de agosto, quita el polvo al órgano de su colegiata y lo devuelve a la vida. Patxi García Garmilla es un clásico del verano rachel y lo sabe.

El flechazo se produjo cuando él y su mujer, Leonor Hennequet, fiel compañera que le ayuda con la registración, se acercaron hasta la villa guiados por la fama de su instrumento y por los conciertos que daba en él Francis Chapelet.

Pronto dejó de ser espectador para convertirse en protagonista. Corría el verano de 1991 cuando se colocó frente al órgano por primera vez. Al año siguiente repitió. Al tercero decidieron quedarse unos días. Y más tarde llegaría la resolución de comprarse una casa.

«Mi llegada a Covarrubias se produjo exclusivamente por su órgano, ahora también nos mueven los amigos tan fantásticos que tenemos allí y el entorno, cargado de atractivos y con un peso histórico importante», desvela.

Pero su relación con la provincia burgalesa viene de antes. Cuando arribaron a la comarca del Arlanza ya habían descubierto LasMerindades. Además, sus abuelos maternos eran de Burgos, él de Quecedo de Valdivielso y ella de Bahabón de Esgueva. El paisaje burgalés no le era ajeno. Incluso la tesina de este profesor de Geología de la Universidad del País Vasco ahonda en La Tesla y en el Valle de Valdivielso.

Atufa Patxi García Garmilla a castellano. «Mi relación con Burgos es secular», ríe antes de enfrentarse al paso del tiempo, a este cuarto de siglo en el que ha cruzado la puerta de la colegiata de San Cosme y San Damián con la misión de poner banda sonora al estío.

Pregunta.- ¿Qué significa este tiempo de romance ininterrumpido?

Respuesta.- Es una experiencia agradable, una tradición que es bueno que se mantenga. Coincidió que el último año que Chapelet tocó en Covarrubias fue el primero que yo llegué a la localidad y el párroco, Javier Gómez Oña, vio una especie de relevo.

P.- El cura le vio como un nuevo Mesías...

R.- De alguna manera sí. Se produjo una casualidad que permitió que los conciertos de verano continuaran.

P.- ¿Qué tiene de especial el órgano de Covarrubias para que pueda presumir de esta querencia?

R.- Es un órgano ibérico barroco, con características que los diferencian del resto de Europa. Eran instrumentos que se construían con pocos recursos económicos y no se podían hacer dos teclados para que sonaran diferentes por lo que se optaba por partir los registros, la mitad derecha, los agudos, y la izquierda, los graves, de modo que con un solo teclado tenemos dos posibilidades de sonoridades distintas. El órgano de Covarrubias es probablemente del XVII y de un constructor que no conocemos, pero sí es verdad que en 1700 le añadieron la lengüetería horizontal, esos tubos que salen en abanico, en batalla se dice, por su disposición, que es única y exclusiva de los órganos de España y Portugal de los siglos XVII, XVIII e incluso algunos de primeros del XIX. Son muy especiales.

P.- ¿Y cómo suena?

R.- Los órganos ibéricos tienen trompetas dentro y fuera y eso marca su sonido, que es muy llamativo, incisivo y, en ocasiones, hiriente. Con el tiempo, cuando en el siglo XIXllegó la estética romántica, en los lugares con dinero como Cataluña, Asturias, Vizcaya o Guipúzcoa se empezaron a desmantelar porque se consideraba su sonido demasiado estridente, y se cambiaron por otros románticos, como los de Cavaillé-Coll, con sonoridades más orquestales y más suaves.

P.- Menos mal que Castilla era una tierra pobre...

R.- Exactamente, aunque también hay órganos románticos como los de la iglesia de San Lesmes y La Merced en Burgos, pero no es la misma densidad que en otros sitios. Afortunadamente, por ser pobres se han conservado los órganos barrocos. No hay mal que por bien no venga...

P.- ¿De qué compositor ha dicho ‘¡qué bien suena en este órgano!’?

R.- Todos los compositores españoles y portugueses de esos siglos, del XVI al XVIII.Son muy conocidos Correa de Araujo, Cabanilles, Bruna o el burgalés Antonio de Cabezón. Estos son los que mejor se adaptan, pero no significa que en ellos no se pueda interpretar música ajena a esta época. Son órganos muy versátiles. Apesar de los pocos recursos técnicos que tienen se pueden conseguir muchas combinaciones de sonido y tocar música popular o del siglo XX.

P.- ¿Cuál ha sido la respuesta de los vecinos de la villa rachela?

R.- Ellos están acostumbrados. Todos los años, exceptuando alguno con una entrada más floja, hay bastante entusiasmo y todo el mundo espera cada verano el tradicional concierto.

P.- ¿Se le podría sacar más partido?

R.- Sí, si hubiera más organistas y se pudiera configurar un ciclo de verano, pero hay pocos, en esta época están de vacaciones o de gira. Sí sería deseable hacer más conciertos en este órgano.

Hablar de Patxi García Garmilla en Burgos es hacerlo de Covarrubias. Pero no solo. Hace unos años supo lo que era pasar frío entre las piedras sagradas de la Catedral. Estuvo varios meses brujuleando en su archivo. Las tiritonas merecieron la pena y todo se fraguó en el libro Música a lo divino y a lo humano: 141 obras del Archivo de la Catedral de Burgos (siglos XVII y XVIII), más de mil páginas con su música barroca religiosa y profana, que pudo interpretar en la misma seo con su conjunto barroco, Aula Boreal.

«Tiene un patrimonio extraordinario. Es uno de los principales archivos de música que hay en España sin lugar a dudas. Fue un placer desempolvar viejas partituras».

P.- ¿Es un gran desconocido?

R.- Sí, pero es algo común en toda España. Incluso ha habido musicólogos que han vertido opiniones diciendo que la música barroca en España no tenía el nivel de Alemania o Francia. Es verdad que no hemos tenido un Bach o un Purcell, pero sí muchos interesantísimos y de gran calidad y hemos podido recuperar parte de la música, a pesar de que mucha ha sufrido los malditos incendios o el desvalijamiento de la Invasión Francesa.En España hemos pasado por muchas vicisitudes y a pesar de todo nos levantamos. Es bueno que cada vez se interprete más música barroca española y así está pasando.

P.- ¿En qué está trabajando ahora?

R.- Estoy entre Sigüenza y El Burgo de Osma, con la obra de un compositor soriano, Salvador de Sancho Iturmendi, con una música preciosa, pero que nadie conoce. La gente se queda extrañada cuando la oye, cree que escucha a Haydn o Vivaldi, pero resulta que es de alguien de ahí al lado.Quedan muchas cosas por descubrir y, sobre todo, quitarnos el sambenito de que no somos como los alemanes o como los ingleses. No somos como ellos, somos distintos.

P.- Está reivindicativo...

R.- Hay que serlo. Tenemos mucho patrimonio y nosotros debemos ser los primeros que lo desempolvemos y lo difundamos.

P.- ¿Tenemos complejos?

R.- Sí. Aunque nos hemos quitado muchos, aún quedan. Hemos estudiado mucho, hay investigadores de musicología y ya tenemos una percepción más real de nuestro patrimonio y podemos eliminar cualquier complejo porque nos damos cuenta de lo que tenemos.

P.- ¿Está seguro?

R.- Los que lo estudiamos sí. ¿Conseguimos trasladárselo a la gente? Creo que cuando salen maravillados de un concierto lo logramos.

P.- ¿Estamos en la misma división que Alemania o Gran Bretaña?

R.- Estamos a un nivel muy parecido en cuanto a producción musical, no en conocimiento porque la musicología en España ha despertado más tarde. La música deBach, por ejemplo, es conocida desde Mendelssohn. Se trata de ir recorriendo el camino y demostrar que también nosotros podemos aportar muchas cosas.Hoy día el barroco español se vende muy bien en Alemania. Los complejos serán menos cuanto más trabajemos.

P.- ¿Y su faceta de compositor?

R.- Tengo poco tiempo. Desde que me dedico más a la transcripción no hay horas en el día para abarcar todo, pero sí tengo obras para órgano y algunas veces las interpreto.

P.- ¿Cuánto tiempo ha tardado en preparar este concierto?

R.- Entre cinco o seis meses, aunque el estudio más intensivo se produce ahora, cuando ya es inminente.

P.- ¿Qué se siente en el momento de sentarse en el taburete?

R.- Una enorme alegría y muchas ganas de hacerlo lo mejor posible.La música es como la cocina, si no me hubiera dedicado a ella estaría entre fogones. Cocinar y ver que la gente disfruta con ello debe ser motivo de satisfacción infinita para un cocinero, y a un músico le pasa lo mismo. Tanto una como otra se parecen en que se tardan mucho en preparar y muy poco en consumir.Puedes estar estudiando cinco meses, pero luego se acaba todo en una hora. Hay platos que tardan un montón y la gente lo acaba en un pispás, pero siempre queda la satisfacción de que ha disfrutado con tu trabajo.

P.- ¿Es cocinillas?

R.- No, en cocina hago poca cosa, alguna tortilla, algún frito... Pero de no dedicarme a la música sí lo hubiera hecho a la cocina, me gusta ver cómo cocina la gente porque, no me cabe duda, es un verdadero arte.

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