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ANDREW GOURLAY / Director Titular de la Orquesta Sinfónica de Castilla y León.

«Para un director atraer al músico es un reto, necesita algo fresco»

Es el elegido. Es el hombre destinado a guiar desde el podio del Auditorio a la OSCyL a sus mayores cotas, desde enero de 2016 a junio de 2019. En su primera entrevista desde su nombramiento descubre sus retos

ANDREW GOURLAY-ICAL

Publicado por
AGUSTÍN ACHÚCARRO
Burgos

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De iure habrá que esperar hasta el 1 de enero de 2016 para que Andrew Gourlay sea el nuevo director titular de la Sinfónica de Castilla y León, pero de facto lo es desde que fue presentado esta semana. Con un bagaje sólido y unas condiciones acordes a las posibilidades de la OSCyL se abre un tiempo de crecer juntos.

Pregunta.– ¿Qué sintió en el primer concierto de la temporada tras anunciarse por megafonía que era el nuevo director titular de la OSCyL?

Respuesta.– No siento que sea el primero. Mi primer concierto será en octubre próximo. Falta todavía tener una conversación entre la gerencia y yo, entonces sentiré que mi trabajo ha comenzado. Sin embargo lo disfruté.

P.– ¿Cómo va a cambiar su vida con la titularidad de la OSCyL?

R.– No he tenido tiempo ni de pensarlo, porque se necesita un proceso intenso para darse cuenta de lo que supone. La titularidad me da estabilidad, pues aunque siga dirigiendo conciertos fuera ahora cuento con este largo viaje con la OSCyL.

P.– Este primer año no tendrá mucho tiempo para poner en práctica sus ideas.

R.– Es demasiado tarde para conseguir mucho, por lo que estamos intentando crear verdaderos planes para la temporada venidera. Tengo el homenaje a los abonos, vamos a Madrid a hacer Shostakovich en febrero, y algo pensado para el verano. Es muy pronto para hacer planes. El año que viene en octubre iremos en serio con todo esto.

P.– ¿Qué es lo primero que le gustaría hacer con la OSCyL?

R.– Hay una serie de ciudades en el mundo donde puedes sentir que tienen un sentimiento de orgullo por su orquesta. Bueno... esta orquesta es todavía relativamente reciente, y creo que no es algo que pueda conseguir yo solo, sin la ayuda de la administración y de la orquesta. La ciudad debería tener un fuerte sentimiento de orgullo por su orquesta y creo que esa es mi principal motivación. Mi prioridad es que tras llevar varios años sin dirección yo les pueda dar algo que conseguir, que buscar.

P.– ¿Qué repertorio le gustaría poner en práctica, qué compositores le gustan?

R.– Es una pregunta difícil de concretar para mí, pues no soy un director del que la audiencia deba preocuparse por tener un único estilo. Estoy interesado en un amplio repertorio, y creo que es importante para la orquesta verme trabajando este amplio espectro. Muchas veces los directores nos centramos en la música que más nos gusta, en lugar de aquella que dirigimos mejor. Para ser honesto intentaré incorporar la máxima variedad posible.

Cuando se conozca el planning de la temporada 2016 se entenderá por qué no puedo responder ahora a eso. Hay un espectro grande. La música que más disfruto es la que estoy dirigiendo en ese momento. No tiene sentido nombrar unos pocos compositores.

P.– ¿Tiene proyectado hacer viajes o grabaciones?

R.– Realmente no hay todavía nada planeado. Sin embargo es algo que por supuesto tengo pensado hacer. Creo que es muy importante para la orquesta. Y las grabaciones y las giras. Mi deseo es viajar también a otros países, nos dan a conocer y son un buen ejercicio para los músicos.

P.– ¿Cuál cree que es la labor de un director titular?

R.– Tiene que vigilar de un concierto al siguiente cómo la orquesta cambia, las debilidades y los aciertos que tiene, y saber qué quiere escuchar la gente, pero por encima de esto hay una responsabilidad de mantenerse en un nivel o incluso mejorarlo. Además, tiene la responsabilidad de crear planes a largo plazo, y realizar un repertorio más ambicioso que los directores invitados. Y por supuesto hay que compartir ideas con la administración de la orquesta, como a dónde queremos que la orquesta llegue. Debe existir una comunicación mayor entre la organización y la orquesta, que el mero hecho de simplemente hacer música.

Como director invitado se pasa mucho tiempo con la organización, pero ahora puedo pasar tiempo con los intérpretes también, y conocer sus intereses. A veces no pasa nada en una orquesta, y creo que eso es un error, si simplemente das conciertos, los intérpretes y la audiencia se aburrirán. Me gustaría mantener el sentimiento vitalista de que hay cosas que están sucediendo.

P.– ¿Qué es lo que más le satisface de la OSCyL y qué cambiaría?

R.– Es difícil responder porque todavía no la conozco demasiado. No sería justo hacer juicios tan pronto. A veces hago un concierto y estoy orgulloso, pero otras siento que necesito mejorar, así que no todos los aspectos de la orquesta son perfectos, hay variaciones, pero su sonido, el estilo, la calidad, están en un nivel muy alto. No sólo deseo mantenerlo, sino elevarlo, y así conseguiremos una de las mejores orquestas del mundo. Hay mucho potencial. Hay que mejorar siempre. Creo que la orquesta tiene un buen sonido pero considero que siempre se pega algo del director titular y la Sinfónica no ha podido hacer esto en los últimos años.

P.– ¿Cómo cree que se consigue atraer a los músicos y no caer en la rutina?

R.– Es un reto. Lo normal es que cuando los directores vienen mucho la orquesta acaba cansándose de ellos, necesita algo fresco e interesante. No hay una respuesta secreta. Puedes estar en la tarima y fácilmente notar si los músicos están aburridos. Creo que el objetivo está en que cada proyecto posea un sentimiento distinto. No puedo hacer proyectos completamente diferentes durante tres años, pero realmente sí puedo conseguir que la atmósfera de los conciertos sea distinta.

P.– ¿Puede desvelarnos algo de lo que tenga preparado para la temporada próxima?

R.– No. Lo siento. Para mí nada está confirmado.

P.– ¿Cómo es Gourlay al margen de la vida profesional?

R.– Normalmente no escucho música clásica, necesito respirar. Escucho pop, hip-hop, música latina, reggae... Soy un ser humano. Me apasiona viajar, permanecer en otro país es parte de mi trabajo. Por ejemplo, el pasado agosto estuve en Nueva Zelanda, y tuve tres días para moverme al norte, a las islas, coger un bote, ver la zona donde se firmó el tratado de los ingleses con los maoríes. La semana siguiente esquié. Trato de moverme siempre.