Música
Un lustro al son de la ilusión
La Maravillosa Orquesta del Alcohol se regala una versión de ‘Ojalá’, de Silvio, y el cartel de entradas agotadas en sus citas de Burgos y Madrid
Silvio Rodríguez compuso Ojalá a finales de los años sesenta. El cantautor cubano ha contado en alguna ocasión que dedicó esos versos a un primer amor, a una muchacha que conoció mientras hacía el servicio militar de la que aprendió mucho. La Maravillosa Orquesta del Alcohol (La M.O.D.A.) se regala una versión de esta canción para celebrar sus cinco años sobre el escenario, un lustro sin perder la ilusión de los primeros amores y con algún que otro aprendizaje en la maleta. Una pequeña historia que se ha hecho grande con los 250 conciertos dados, con la presencia en los festivales nacionales más importantes, con los kilómetros devorados en la furgoneta y las horas robadas al sueño, con los carteles de entradas agotadas, con las grabaciones de sus dos discos, ¿Quién nos va a salvar? y La primavera del invierno,... Cinco años de sueños. Sueños cumplidos.
«Se nos han pasado volando. Realmente hemos estado currando un montón, todo está pasando poco a poco y sin hacer nada extraordinario vamos haciendo camino», comenta David Ruiz, cantante del septeto burgalés, con mucho comedimiento, sin voltear las campanas, pero sin querer tampoco restar mérito a todo el esfuerzo realizado.
«No es que parezca mentira todo lo conseguido, porque todo te lo has ganado día a día, pero si lo piensas con la cabeza fría sí es un milagro porque es muy difícil que le pase esto a un grupo. E incluso así, estamos en segunda división, hay muchas bandas más importantes, que mueven más, llenan más... Nosotros no tenemos prisa, queremos seguir haciendo cosas de las que podamos estar satisfechos y disfrutar por el camino», añade.
Y una de esas cosas de las que están orgullosos es su nueva grabación que, además de la versión de Ojalá, incluye una revisión de tres canciones del último disco -Disolutos, Los lobos y Flores del mal-.
Este nuevo EP nació el pasado febrero. Los siete se encerraron cuatro días en Cal Pau, una masía barcelonesa, en medio del campo, rodeados de viñas y con el trote de los caballos como sonido de fondo, acompañados por el violinista Diego Galaz y el acordeonista Jorge Arribas -los también de enhorabuena Fetén Fetén-, el clarinetista Joaquín Sánchez Gil y el productor Santi García. «Un grupo tiene que hacer cosas, no echarse a la bartola entre disco y disco, sino seguir pensando y arriesgando, luego puedes acertar más o menos, pero siempre hay que intentarlo», expone David Ruiz.
Este mismo arrojo escribe las primeras líneas de la biografía de La M.O.D.A. Con sus camisetas blancas de tirantes, marca indeleble de la banda, se lanzaron al escenario de El Hangar para disputar la corona del UBULive en 2011. La consiguieron. Y, apunta su cantante, igual entonces no tenían ninguna certeza y la ingenuidad guiaba sus palabras, pero ya creían en sus posibilidades, claro que confiaban en ellos.
«Igual no fuimos capaces de decir que íbamos a llenar La Riviera, pero sí que íbamos a hacer canciones y a dar conciertos. Ese es nuestro espíritu. Esto lo hacemos porque nos gusta hacer canciones y compartirlas con el público. Tenemos la cabeza centrada en eso y los pies en el suelo. Todo lo demás tiene que ir detrás», asegura.
¿Es sencillo mantener los pies en el suelo? «Para nosotros sí porque no somos nadie ni nada del otro mundo. Solo somos un grupo pequeño de Burgos. Es difícil si eres AC/DC, Messi, Ronaldo o Di Caprio. Aun así todo depende de la educación de cada uno, de tu forma de ser y de tu entorno. Somos un grupo más y ya está», contesta aferrado al suelo, sin concesiones, aunque convenga en que un grupo más, un grupo más, tampoco.
«Todo depende de con quién te compares. A nosotros nos gusta vernos así y minimizar las cosas que nos pasan, las buenas y las malas. Este es un oficio duro, desde fuera solo se ve una hora de las veinticuatro que tiene el día y no podemos dejar que se nos vaya la cabeza, esto exige un sacrificio, estar muchos días fuera de casa, olvidarse de la estabilidad en bastantes cosas y aun así es la bomba y es mágico. Y vamos a disfrutarlo», exclama y agrega: «Que no se nos pueda ir la cabeza no significa que no seamos conscientes de lo conseguido: mantenerse cinco años con la misma ilusión de los primeros días, los mismos músicos, haciendo cosas que nos molan... Sabemos que somos afortunados».
Dichosos son también porque han conseguido ser profetas en su tierra. La M.O.D.A. redondea este quinto cumpleaños con el cartel de entradas agotadas en sus próximas citas en Burgos (Fórum Evolución, 15 de abril) y Madrid (La Riviera, 14 de mayo).
«Eso sí es grande, es uno de los factores clave para que el grupo haya tenido la repercusión que tiene fuera», admite Ruiz y se refiere a los burgaleses como embajadores del grupo y como su «motor más importante».
Por eso el concierto que darán el viernes 15 de abril será especial. Dice el cantante que todos en casa lo son. Pero este suma más carga emotiva. Por llevar mucho sin tocar aquí, porque será el único que hagan este año en Burgos, porque estrenan montaje, porque habrá sorpresas en forma de colaboración, porque han tomado la difícil decisión de no actuar en San Pedro -«sería el sexto año consecutivo y no queremos ser unos pesados, convertirnos en rutina ni monopolizar nada»-...
Después de este cumpleaños feliz, La M.O.D.A., sin importarles si viven de esto o de ser camareros, continuará persiguiendo sus sueños. El más inmediato, observa Ruiz, es culminar la gira que los llevará a entre 20 y 30 ciudades hasta otoño. Luego llegará el momento de parar. «Mirar atrás, ver cómo ha ido todo y decidir por dónde queremos dirigir los pasos». Y la música, ese fuego que los guía desde niños, seguirá ahí.