El Correo de Burgos

La escena estival ficha al Hospital Militar

La Universidad de Burgos extenderá su verano cultural a los jardines de estas instalaciones con nuevo folk, microteatro y jazz en la baraja

El Tablero de Música es la estrella de la programación estival de la UBU con 10.000 asistentes a todo el ciclo.-Israel L. Murillo

El Tablero de Música es la estrella de la programación estival de la UBU con 10.000 asistentes a todo el ciclo.-Israel L. Murillo

Publicado por
A.S.R.
Burgos

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El Hospital Militar se convertirá el próximo año en punto de peregrinación para quienes disfrutan de la oferta cultural estival capitalina. La Universidad de Burgos (UBU) ve en sus jardines un escenario ideal para ampliar su ya consolidada y exitosa programación de verano y se ha puesto manos a la obra.Al director de Actividad Cultural, Carlos Lozano, se le hacen chiribitas los ojos al pensar en las mil y una posibilidades que brinda este espacio, aunque aún no hay nada definido.

«Queremos aupar más un verano cultural que ya es muy potente. Programar cosas diferentes. El abanico es amplio», ilustra y avanza como cartas en esa baraja las propuestas de nuevo folk como contrapunto al Festival de Folclore que se celebra en el mes de julio desde hace cuarenta años en la ciudad, la recuperación del ciclo de jazz en versión tropical y las artes escénicas en pequeño formato. La suerte aún no está echada.«El sitio es maravilloso y su potencial muy grande», enfatiza Lozano y espera igualmente que el presupuesto para actividades culturales aumente el próximo curso para poder materializar este nuevo desafío con todas las garantías y torne en el referente que ya es el Tablero de Música, cuyo eco cruza fronteras y atrae a una media de 2.500 personas cada jueves, y que empiezan a acariciar los Conciertos Jacobeos, con tardes que han congregado hasta a 700 personas dejando con la boca abierta a los organizadores.A estos dos niños de sus ojos se sumará esa nueva programación, que se da por hecha aunque falte perfilarla.Las novedades del curso cultural de la UBU se quedan ahí. El resto de la oferta se mantiene. Solo está en el aire el ciclo Protagonistas, puesto en marcha el otoño pasado para reivindicar el talento de las mujeres artistas que habitualmente se encuentran en un segundo plano.

Teatro, cine, música y arte plástico volverán a ser los ejes de un área que en enero cumplirá veinte años en acción.Los mimos a las artes escénicas prosiguen. Se continuará con los ciclos más que consolidados y las colaboraciones con el Ayuntamiento y la Fundación Caja de Burgos. Las Noches del Clunia, Escena Abierta, Ciclo de Teatro Joven y Muestra de Teatro Universitario teñirán de pura escena el curso.

Con música se dará su pistoletazo de salida el 29 de septiembre en El Hangar. Y desde ahí el calendario discurrirá sin sobresaltos. Se celebrará una segunda edición de Embajadores de la belleza, un guiño a la música antigua, tras la desilusión de los amantes de la ópera, que este verano han visto desaparecer de la agenda juliana AIMantigua, que ya se abocetaba como un clásico.

El UBULive, la cita que más implica a los estudiantes universitarios, y el Uburama, esa extensión del Sonorama que pinta de moderna a la primavera capitalina, completan el pentagrama de invierno con permiso del Coro Universitario, que, poco a poco, desde su reanudación hace ocho años, ha cogido altura y ya vuela solo.«Cuando algo funciona bien. ¿Para qué cambiarlo?». Esta es la reflexión en voz alta que hace Lozano. Y el Aula de Cine hace tiempo que avanza sola con un pelotón de fieles seguidores que pedalea con ritmo constante con la Muestra Documental como una de sus etapas estrella.

Este año, como rasgo distintivo, destaca el ciclo que en noviembre dedicará a las distintas miradas que las filmografías europeas han recogido del pueblo gitano.Son pinceladas de un programa cultural que, advierte su responsable, después de veinte años ha conseguido que los ojos se giren hacia la Universidad de Burgos como un agente a tener en cuenta en tierras cidianas y más allá.«Desde enero de 1997 nos hemos implicado en el desarrollo de las distintas artes en la ciudad y después de estas dos décadas ya tenemos el rumbo definido, centrado en el apoyo a las nuevas propuestas. Ya sabemos cuál es nuestra posición en el conjunto de la cultura en la ciudad. El reto sigue siendo estar al tanto de las inquietudes de los creadores», explica la cabeza visible de este engranaje, seguro de que la UBU se ha erigido en un referente de la labor que puede desarrollar una universidad en la sociedad actual huyendo de cualquier comodidad y diciendo sí a cualquier reto.

El pero, que haberlo haylo, viene de largo. «Nos falta una infraestructura adecuada para ser más independientes en cuanto a espacios. Esa es una decisión que debe venir de arriba. Es algo de lo que aún cojeamos», lamenta resignado Lozano antes de activar la moviola del tiempo y recordar como el sueño de aglutinar en el Hospital de la Concepción toda la cultura generada en el campus se quedó en eso. La esperanza aún no está perdida. Siempre llegarán nuevas ilusiones como la que ahora genera el Hospital Militar.

Sala Código UBU, una cazatalentos

Artistas que hicieron la maleta para continuar con su formación y no han tenido opción de mostrar su obra en su ciudad natal, creadores que dan sus primeros pinitos en el mundo del arte y saborean las mieles de su primera vez o autores que trabajan en su estudio al margen de circuitos y farándula. A unas u otras características se ajustan los nombres que en el último curso han ocupado la Sala Código UBU, situada en el vestíbulo de la Biblioteca Universitaria. De un tiempo a esta parte, se ha postulado como una cazatalentos. La institución académica ha traído a jóvenes con carreras viento en popa fuera como Sebas Velasco, Ana Himes, Elvira Palazuelos o Saray Pérez Castilla, ha dado su primera oportunidad a, por ejemplo, Rebeca Valenciano, Pilar Fernández o Mabel Esteban y también sacado a la luz a artistas foráneos que viven en la ciudad como Sanpedrosánchez, un turolense virtuoso del dibujo a lápiz que ha cerrado el curso.Alegría del Prado (octubre) y Miguel Pérez (noviembre) abrirán el calendario.«El balance es muy positivo. Muchos nunca han tenido una exposición individual en su ciudad y para ellos es muy importante el reconocimiento en casa. Se trata de buscar y remover la escena de las artes plásticas. La gente consagrada ya tiene la atención de otras instituciones. Es casi nuestra obligación dar a conocerlos, al público y al resto de agentes culturales de la ciudad», sostiene Carlos Lozano, feliz con la nueva dirección de este espacio, que se ha acompasado a la filosofía de la actividad cultural del campus.

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