Entrevista
Fernando Aramburu: «Me he sentido víctima con cada víctima»
El llamado conflicto vasco palpita de nuevo en la obra del autor donostiarra en ‘Patria’, su última novela, que continúa la estela de ‘Años lentos’ (2012) y el libro de relatos ‘Los peces de la amargura’ (2006), un capítulo esencial en una trayectoria literaria que comenzó hace veinte años
Fernando Aramburu (San Sebastián, 1959) ha escrito la novela del año. Lo proclama en mayúsculas la maquinaria publicitaria, convienen en la apreciación críticos literarios y columnistas de periódicos de dispar pelaje y tertulianos de micrófonos lejanos, lo dicen en voz alta y clara sus colegas, corre de boca en boca entre los libreros y lo aseguran con pasión los lectores que ya se han adentrado en sus más de 600 páginas. Patria cuenta la historia de dos familias de un pueblo del País Vasco, la de un empresario asesinado, El Txato, y la de Joxe Mari, miembro encarcelado del comando asesino, con una amistad íntima rota por culpa del terrorismo. Y, como si de una gran estrella de rock se tratara, el escritor vasco, que reside en Alemania desde hace más de treinta años, inicia una gira por toda España y no precisamente ligero de equipaje. Este fin de semana, ha contestado a algunas preguntas a través del correo electrónico. Un breve apunte de lo que será el encuentro que, presentado por los periodistas Roberto Peral y Rodrigo Pérez Barredo, mantendrá el jueves en el salón de actos del Museo de la Evolución Humana (20.15 horas).Pregunta- Patria llega a Burgos envuelta en piropos. ¿Cómo se enfrenta un escritor a este éxito?
Respuesta- Para un hombre como yo, hogareño y con tendencia a la soledad, el éxito es sobre todo una perturbación. Lo llevo bien porque no estoy dispuesto a que me cambie, aunque por unos días me ha apartado del escritorio, que es por así decir mi sitio natural. Por otro lado, no voy a ocultar que me complace la impresión positiva que mi novela está causando en el público aficionado a los libros.P.- ¿Esta novela hubiera sido sin el anuncio del cese de la violencia de ETA?
R.- Esta, en concreto, no. ¿Por qué? Pues porque en ella cuento una historia que arranca en el instante en que ETA anuncia que va a dejar de atentar. Este hecho, que los historiadores interpretan como el final de un periodo histórico, yo lo sitúo en el principio de mi relato. De hecho, lo desencadena.P.- ¿Qué importancia tiene en su elaboración que lleve más de 30 años viviendo en Alemania, que haya observado el conflicto desde fuera?
R.- Es difícil para mí responder a esta pregunta porque mi residencia en Alemania es la única perspectiva que he tenido a mi disposición. No he conocido otra. En consecuencia, no puedo establecer comparaciones. Yo sé que mi situación personal determina mi acceso a la información y, por tanto, mi manera de entender las cosas. Lo que sí puedo decir es que he intentado contrarrestar la lejanía geográfica con la cercanía emocional y la empatía por las víctimas del terrorismo.P.- ¿Cree que hubiera sido diferente, o que hubiera sido posible, de haberla escrito desde dentro?
R.- Quizá no haya en este asunto ni dentro ni fuera, sino voluntad de responder o no a ciertas preguntas que estaban en el aire y que, en el caso de los novelistas, se responden por medio de historias.P.- La novela sigue los pasos de la familia de un terrorista y la de un asesinado que habían sido amigas. ¿Durante su juventud en San Sebastián se sintió tentado en algún momento por ETA?
R.- Afortunadamente no. Sí estuve, en cambio, expuesto como tantos chavales a ser adoctrinado. Me alegro de que el joven que fui no se dejara arrastrar por influencias negativas, fomentadoras del odio y la violencia.P.- ¿Y alguna vez se ha sentido amenazado? ¿Ha temido convertirse en víctima?
R.- Me he sentido víctima con cada víctima. En este punto no me distingo de cualquier ciudadano partidario del Estado de derecho.P.- Arremete contra la actuación de algunos curas. ¿La Iglesia podría haber jugado un papel más determinante para frenar a la banda etarra?
R.- No creo que se deba generalizar en lo tocante a la Iglesia. Y no por nada, sino porque hubo sacerdotes vascos que recibieron amenazas o precisaron de escolta para moverse por la calle. ¿Que hubo curas como el de mi novela? Sin la menor duda. A los testimonios me remito.P.- En este volumen se escucha el silencio. ¿Qué dice ese silencio en el conflicto vasco?
R.- Ha habido silencios de distinta naturaleza. No nos precipitemos, pues, en el juicio. Algunos de estos silencios vinieron impuestos por el miedo. Otros por el deseo de algunas víctimas de evitar que sus hijos pequeños crecieran con una herida incurable, incluso con un estigma. Hubo asimismo otros silencios, en mi opinión, condenables. El de los que veían con buenos ojos la violencia, por ejemplo.P.- ¿Cree que hay libertad en el País Vasco o aún se mira a los lados antes de hablar de política?
R.- En mis últimas visitas he notado que hay tranquilidad en la zona. El miedo ha remitido. De vez en cuando ocurre algún hecho que nos pone a todos de nuevo en guardia, como los sucesos recientes de Alsasua. Pero en líneas generales se vive ahora en un ambiente de mayor calma y libertad.P.- Patria habla de la imposibilidad de olvidar y de la necesidad de perdón. ¿Qué impide aún ese perdón?
R.- Hace poco tuve ocasión de conversar con la viuda de un asesinado. Me dijo que no podría perdonar en nombre de su difunto marido. Todavía está vivo el dolor. Aquí no se trata de pedir perdón porque nos han pisado sin querer un pie. El asunto es muy complejo, además de grave.P.- ¿Qué diferencia a Patria de Los peces de la amargura y de Años lentos, sus otras obras sobre el terrorismo, escritas mientras ETA seguía viva?
R.- Patria es, frente a los otros libros míos que cita, una novela escrita con una ambición de totalidad. No trata de una colección de casos ni se limita a contar una pequeña historia familiar, sino que intenta trazar, a partir del relato unitario de nueve protagonistas, un dibujo general de la vida cotidiana del País Vasco durante tres décadas y en tiempos de continua violencia.P.- ¿Volverá el tema a su literatura?
R.- Tengo previsto en un futuro inmediato abordar en forma literaria otras cuestiones. No quiero en modo alguno dar todo el tiempo vueltas en torno a un mismo núcleo temático.P.- ¿Aplaudiría el día en el que se diga a veces con pesar, como ocurre con los libros o las películas sobre la Guerra Civil, ‘vaya, otra novela sobre ETA’?
R.- Hace unos años auguré la posibilidad de que naciese alguna vez un género novelesco especializado en el terrorismo de ETA. Se ve que soy un mal profeta. No me parece que se haya cumplido todavía el vaticinio. Quizá más adelante. No estoy seguro.